10000 crítica película

10.000Dirección: Roland Emmerich.
Reparto: Steven Strait (D’Leh), Camilla Belle (Evolet), Cliff Curtis (Tic’Tic), Joel Virgel (Nakudu), Ben Badra (Warlord), Mo Zainal (Ka’ren), Nathanael Baring (Baku), Marco Khan (Un-Ojo), Reece Ritchie (Moha), Kristian Beazkey (padre de D’Leh), Mona Hammond (Vieja Madre).
Guión: Roland Emmerich y Harald Kloser.
Producción: Michael Wimer, Roland Emmerich y Mark Gordon.
Música: Harald Kloser y Thomas Wander.
Fotografía: Ueli Steiger.
Montaje: Alexander Berner.
Diseño de producción: Jean-Vincent Puzos.
Vestuario: Odile Dicks-Mireaux y Renée April.
USA, Nueva Zelanda, 2008

Sin entrar en consideraciones históricas o en la credibilidad del relato y centrándonos en su faceta lúdica, 10.000 sale muy bien parada. A pesar de los grandes presupuestos que se manejan hoy en día y lo sencillo que resulta mover ejércitos de varios miles de personas, merced a la infografía digital (como se vio con claridad en la trilogía de El señor de los anillos), son pocos los directores que se aventuran por una película de estas características. La historia transcurre en la prehistoria, valga el chiste, donde los mamuts, esos animales enormes de grandes dientes sacuden el planeta, amos y señor de todo lo creado. D’Leh, es uno de los cazadores de una tribu que ve como su amada, Evolet, es secuestrada por los miembros otra tribu, que arrasan todo y se llevan a sus hermanos y hermanas como prisioneros.

A fin de cumplir la promesa que le hizo D´Leh a Evolet, sale en la busca de su amada, de su luz austral, acompañado de Tic Tic y de algún miembro más del poblado. Poco a poco van haciendo kilómetros, subiendo montañas, cruzando ríos, sucediéndose las diversas climatologías y así dejarán sus cimas níveas por otros parajes tropicales e incluso desérticos.

En su transitar, la figura de D´Leh irá creciendo como el bizcocho esponjado con levadura, y las leyendas y creencias de las distintas tribus con las que se irán topando harán el resto, tanto como para que D´Leh se convierta en un héroe, capaz de guiar no ya a su pueblo a través del desierto, sino de movilizar a toda la humanidad (entendida como un grupo de tribus) hasta los confines de la tierra para recuperar a su amada Evolet.

La película impregnada de épica y majestuosidad, se alimenta de esos espacios abiertos, de los diferentes paisajes que se suceden, de la distinta fauna humana que se nos presenta, lo que permite que el relato resulte muy entretenido, pintoresco y refrescante. El objetivo de hacernos pasar un buen rato, al menos en mi caso, lo logra 10.000 con creces, y nos permite asomarnos a épocas pasadas, donde todo, revuelto, sin orden ni concierto genera un batiburrillo donde el amor y la solidaridad interpueblos está por encima de todo.

Agradecer pues a Roland Emmerich el habarse fajado con una historia así y haberla sacado adelante para hacernos gozar de un producto que no tiene parangón en las adocenadas carteleras confinadas a exprimir una y otra vez la gallina de los huevos de oro hasta dejar sus ubres como pasas. De esta misma película ya os dio su parecer McGuffin hace unos días

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