Carlos Iglesias: de Pepelu a Un Franco, 14 Pesetas

un franco 14 pesetasCarlos Iglesias es uno de esos casos de actores que lejos de encasillarse han ido madurando y ganando con los años, como el buen vino.

Acaba de estrenar Un Franco, 14 Pesetas, película autobiográfica que acaba de estrenarse y que ha protagonizado, escrito y dirigido. Mucho se ha hablado de la inmigración en España, aunque sobre los que marcharon a Suiza quizás sea de los que menos. Casi todos en nuestro país tenemos una historia de emigrantes más o menos cercana, eso es lo que ha aprovechado Carlos Iglesias para crear una historia que es su propia historia, la de sus padres y la de tantos otros inmigrantes que tuvieron que dejar su patria para ir a ganarse las habichuelas fuera.

Parece que ahora que España es destino y no punto de partida, se está olvidando esas generaciones, tan cercanas que vivieron en países extranjeros en condiciones en muchos casos similares a las de alguno inmigrantes con los que hoy nos cruzamos por las calles.

Carlos IglesiasEl punto de vista de Un Franco, 14 Pesetas queda muy lejos de clásicos del género como «Vente a Alemania Pepe» y quizás por eso se haga más interesante.

Respecto al magnífico cineasta que la ha parido, quizás ya pocos recuerden en Carlos Iglesias a aquel Pepelu que marcaba de cerca a Pepe Navarro en Esta Noche Cruzamos el Mississippi, pero este actor además ha tenido sobreponerse al inovildable Benito de «Manos a la Obra«. En su trayectoria de «parejas de» no podía faltar el personaje más protagonista de entre los secundarios, sí, también él fue Sancho Panza del Caballero Don Quijote Juan Luis Galiardo.

Por eso esta nueva película es un punto y aparte en su filmografía. La tragicomedia que ha marcado sus personajes continúa aquí, pero ganando un toque personal que a buen seguro es de agradecer.

Un Franco 14 Pesetas | Web Oficial | En IMDB

Aquí os dejo una entrevista con Carlos Iglesias:

–Parece que será el futuro Woody Allen español: guión, dirección y actor protagonista de su primera película.

–El guión ya lo es y la dirección posiblemente lo sea. Y es cierto que seré uno de los protagonistas. En este momento ya se ha pasado el guión a las televisiones para que pongan dinero. Además habrá que hacer coproducción con Suiza.

–A los gallegos nos toca muy de cerca la emigración en Suiza.

–Dos personajes de la película son gallegos. En aquellos años llegamos a salir de España cuatro millones de españoles.

–No se ha hecho casi nada, cinematográficamente hablando, de la emigración en Suiza.

–Hombre, se hicieron cosas como Vente a Alemania Pepe, y ese tipo de películas de los sesenta. Yo me sentí obligado a escribir sobre mis propios recuerdos y el trato que se les dio en Suiza a los emigrantes con un guión más elaborado.

–Usted estuvo de pequeño.

–Mis padres me llevaron con cinco años y me volví con doce. Además, cuando tuve el primer dinero que gané con trabajos eventuales, lo primero que hice fue coger un tren y volver a Suiza. Para mí ese país es como la gente que tiene pueblo, porque es el sitio en donde se encuentra bien y que siente como suyo.

–¿En qué lugar de Suiza estuvo?

–En una zona que linda con Alemania y Austria. Tengo unos recuerdos maravillosos, pero como no estaba seguro de que mi memoria no me traicionaría dediqué un verano y medio a recopilar vivencias de emigrantes españoles que se habían quedado allí y también de suizos que me contaron sus impresiones sobre la avalancha de gente que fue para allí en los años sesenta. Llevo elaborando el guión desde hace cuatro años.

–Va a cambiar totalmente de registro: de hacer a Sancho Panza con Gutiérrez Aragón a un cine más social.

–Este oficio si algo bueno tiene, que tiene muchas cosas malas, es que puedes tocar muchos palos. Si te escuchan, porque sacar adelante este proyecto me ha costado mucho, ya que si no eres medianamente conocido no hay nadie que te oiga ni nadie que te abra una puerta para ver que quiere este gilipollas.

–Pero usted es muy conocido.

–Claro, pero con todo y eso tienes muchas dificultades. Eso que me dicen que el guión es cojonudo y que es muy higiénico hablar de estos temas.

–Además que tendrá un público potencial muy alto, porque en Galicia, por ejemplo, quien más quien menos conoce a alguien que ha sido emigrante en Suiza.

–Eso por supuesto. En Galicia, por ejemplo, he conocido a la actriz Isabel Blanco que ha sido emigrante en Suiza. Además lo ha vivido mucho porque volvió con dieciséis años y me ha contado sus experiencias. Aunque Isabel fue más tarde, porque mis padres fueron un poco pioneros.

–¿En qué año llegaron a Suiza?

–Pues se fueron en 1960 y volvieron en el 67. Mi padre cruzó la frontera de turista, porque Suiza tenía las fronteras cerradas a la emigración, que es otro tema que me ha interesado mucho, porque estaban en una situación parecida a la que vive España ahora mismo. Suiza necesitaba mano de obra pero las leyes no lo permitían, y entonces en la frontera hacían la vista gorda porque en las fábricas del país necesitaban mano de obra. La diferencia está en cómo te recibían y en cómo estaba estructurado el país, y ahí es donde nos sacaban una gran ventaja. La calidad de vida que tenía Suiza en los sesenta no la hemos alcanzado nosotros. No te estoy hablando del nivel de vida, que en eso nos acercamos, pero la calidad de vida es una cosa distinta.

–Digamos que tenemos un nivel económico parecido, pero en temas cívicos quizá no.

–Hace poco fui con unos amigos para enseñarles el país, y veía el efecto que causaba en ellos y me recordaba a la impresión que causó a mis padres en su época. Cómo están organizados, cómo construyen las casas, la limpieza, cómo están los ríos de cristalinos, la tranquilidad que se respira…

–La limpieza era uno de los temas clásicos que trataban los emigrantes cuando volvían: ‘en Suiza si tiras un papel te ponen una multa’.

–Sí, sí, en el jardín de mi urbanización hay unos contenedores que… El Estado pone medios, pero nosotros no los aprovechamos.

–¿Tiene título para la película?

–Tengo un título cojonudo. «Un franco, catorce pesetas».

–Sí, señor. Es muy bueno, con varias lecturas.

–Claro. Obviamente Franco está ahí, aunque no se le nombra porque yo mantengo que la emigración de aquellos años fue económica. Pero es cierto que lo poco que éramos se debía a la dictadura que teníamos encima. He querido remarcar ‘franco’, pero dentro de un contexto coloquial de los emigrantes, porque por eso se hacía la emigración, porque un franco valía catorce pesetas.

–Con este proyecto y con la adaptación cinematográfica del «Quijote» parece que olvida la tele, y series como «Manos a la obra».

–No, no. No lo puedes olvidar porque en este país no tenemos industria cinematográfica, y no puedes vivir sólo del cine.

–¿Ni siquiera tras haber estado nominado al Goya por el «Quijote»?

–No, porque estamos en una crisis económica fuerte, y tiran de los actores de siempre, más que nada porque hay una relación de amistad.

–¿Es difícil entrar en ese grupo de veinte o treinta actores que trabajan habitualmente en España?

–Cuando me seleccionaron para hacer el Quijote yo no pensaba hacer cine, y me llamó Gutiérrez Aragón, porque Sancho Panza era el graciosito y gordito, pero cuando me contó cómo iba a ser el personaje, que era más profundo y que iba a tener una relación muy personal con el Quijote, me pareció una lectura más interesante de lo que se había hecho siempre. Al final fue un regalo y me interesó mucho.

–¿Se ha cansado de la comedia tras cuatro años en «Manos a la obra» y su papel de Pepelu en el programa de Pepe Navarro?

–La comedia es muy agradable, y es infinitamente más difícil hacer reír que hacer llorar. Con un poco de picardía sabes hacer llorar a cualquiera, y luego hay un reconocimiento mayor por parte del público del actor dramático. El cómico es como el amiguete de toda la vida, con el que hay un trato más cercano. ¡Si supieran lo difícil que es hacerles reír! Es increíble, pero las cosas son como son.

–¿Por qué desapareció «Manos a la obra» si tenía una audiencia respetable?

–La audiencia fue bien siempre. Tras cuatro años estábamos cerca del 30%, pero yo estaba loco por cambiar. Veía que se me pasaban los años y que se pasaban haciendo sólo una cosas, entonces me dije que ya era hora de tocar otro palo. Por lo menos para contárselo a los nietos…

–¿Cuantos años tiene?

–47. Hombre, hay actores que han hecho siempre el mismo personaje, como Cantinflas.

–O Arturo Fernández.

–Claro. Y han sido geniales en lo suyo.

–Hizo algo parecido cuando dejó «Esta noche cruzamos el Mississippi» y su personaje de Pepelu.

–Pues sí. Pero como actor te repites una barbaridad, y llega un momento en que estás saturado.

–Y la televisión quema mucho.

–La televisión quema un huevo. Después te lamentas, porque desde que he hecho el Quijote no he vuelto a trabajar. Bien porque las cosas que me ofrecían no me convencían nada o porque hay una crisis.

–¿Como acabó de actor?

–Estudié en la Escuela de Arte Dramático. Pero cuando era pequeño tenía una tía que trabajaba en Italia, cuando nosotros estábamos en Suiza, y la mujer me veía haciendo de indio y vaquero a la vez. Me vio dotes y le propuso a mis padres que cuando creciese me mandasen a Roma porque ella tenía amigos en los estudios cinematográficos.

–¿Y sus padres qué dijeron?

–Creo que ni la escucharon. Mi padre, que era mecánico fresador, no se planteaba eso. Y después me fue dando toques la vida. Yo antes fui dibujante publicitario.

–Pues ese es un trabajo menos común que el de actor.

–Pues sí. A mí siempre se me ha dado bien el dibujo, y estuve trabajando en Alemania, Suiza y Alicante. Pero de pronto descubrí que esto era lo mío.

–Tenía razón su tía.

–Pues sí, aunque de la propuesta de mi tía me enteré cuando era mayor y había terminado la Escuela de Arte Dramático. Nos hubiéramos ahorrado una gran cantidad de tiempo.

–Y empezó en el teatro durante los años ochenta.

–Sí, a mediados.

–Salió en alguna película de ese década.

–Sí, pero en papeles muy pequeños. Había que avisar a la familia: ‘a la media hora salgo yo. Y soy un tío que dice Franco va a atacar’. Pero en los ochenta el cine era muy difícil, porque iban a por los actores a tiro fijo. Además, los personajes interesantes de la época eran para actores de 35 años. Ahora es al contrario, porque hay mucha producción para los chavales y buscan a actores jóvenes. Entonces, el poder adquisitivo lo tenía la gente de edad, pero ahora los jóvenes gastan mucho.

–Y luego llega el programa de Pepe Navarro que lo convierte en una de las caras más populares de España, ¿cómo llevó la popularidad?

–Es un coñazo tremendo.

–Además, en la televisión se hace uno popular en cuatro días, no como en el cine que hay que hacer diez películas.

–Claro, la popularidad del cine la quiero yo para mí. No tiene nada que ver. Pasas inadvertido a no ser que esté el listillo que ha visto dos películas tuyas. Además, nadie te prepara para la fama televisiva, y cuando llega te coge desprevenido. Al principio yo me iba escondiendo porque no podía entender como entraban en mi vida a saco.

–Acaba por ser desagradable.

–Muy desagradable. La gente quiere conocer al gracioso que ven en la tele, aunque tú les saludes correctamente esa parte no les vale. Eso de ‘con lo gracioso que eres en la tele’. Eso no se entiende, la gente identifica demasiado al actor con el personaje. Pero acabas por asumir que te pueden rodear veinte tíos a la vez.

–Pero al fan 120 no puede más.

–Claro. Estás con tus amigos cenando y doscientos alrededor para que les firmes algo. Se lo dices de buenas maneras, pero ya aparecen las caras chungas de ‘el jilipollas este que se cree’. Y luego ya te rebotas, y dices ‘anda y que te dén’.

–¿Le sigue pasando dos años después de acabar «Manos a la obra»?

–Te llegan a reconocer, pero menos. Algún avispado te puede distinguir en la calle, pero mientras que duda ya has pasado.

–Lo tiene superestudiado.

–Claro, antes, a cien metros ya me reconocían y ya estaban poniendo caras. Llegaba a ellos acojonado.

Nuestra puntuación

6 comentarios en «Carlos Iglesias: de Pepelu a Un Franco, 14 Pesetas»

  1. Yo fuy emigrante con 8 años,primero el padre y luego casi de repente mi madre y yo como lo refleja la pelicula es sencillamente impresionante,de verdad Carlos se nota que lo has pasado y lo has sabido reflejar como pocos mis mas sinceras y efusivas felicitaciones,yo esta pelicula la pondria en las casas regionales de distintas autonomias para que la jente reflexionaria un poco.
    Saludos

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  2. esta pelicula la tendrian que ver la mayoria de jovenes de 15 años a 30 , para darse cuenta de lo que se hace con todos las personas que vienen de otros paises , yo creo que no tendria que existir las fronteras ni las banderas. cada dia las personas son mas hipocritas. dicen pero no hacen. aconsejo ver la pelicula y reflesionar. siento no tener mejor escritura pero es lo que hay

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  3. Felicito a Carlos Iglesias por esta pelicula, ha plasmado en ella un trozo de historia de muchos españoles.
    Lo que nos cuenta en la película será su historia, pero también es la historia de muchos de nosotros. ¡Todo es tan real!
    Gracias por hacer estas peliculas, que tengas mucho exito.

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  4. Fui emigrante en los años 80, tal vez por eso la pelicula me ha parecido extraordinaria, deberian darle más publicidad.
    Em la actualidad no se hacen muchas que peliculas q

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