El extraño crítica película

El extraño Orson WellesDirección: Orson Welles.
País: USA.
Año: 1946.
Duración: 95 min.
Género: Thriller, drama.
Interpretación: Edward G. Robinson (Sr. Wilson), Loretta Young (Mary Longstreet Rankin), Orson Welles (Dr. Charles Rankin/Franz Kindler), Philip Merivale (Juez Adam Longstreet), Richard Long (Noah Longstreet), Konstantin Shayne (Konrad Meinike), Byron Keith (Dr. Jeffrey Lawrence), Billy House (Sr. Potter), Martha Wentworth (Sara).
Guión: Anthony Veiller y John Huston.
Producción: Sam Spiegel.
Música: Bronislau Kaper.
Fotografía (B/N): Russell Metty.
Montaje: Ernest Nims.

Para cuando Orson Welles dirigió y protagonizó El extraño ya estaba consagrado en la meca del cine. Había estrenado en 1941 la legendaria Ciudadano Kane.

Está claro que cuando se tienen las cosas claras y un guión musculado capaz de hacer que las secuencias se sucedan con un climax que va «in crescendo» el resultado ha de ser óptimo.

La película comienza con la reunión de un grupo de hombres cuya misión es perseguir a los nazis que dejaron Alemania tras la segunda guerra mundial y se cambiaron la identidad para seguir viviendo en otros lugares.

Poco despúes vemos como un hombre muy extraño, de nombre Konrad Meinike, llega a los Estados Unidos, mientra musita «estoy aquí por motivos de salud». Esto dice cuando en la aduana se interesan por su llegada a América. Su objetivo es buscar a Kindler, nazi huido de Alemania que bajo la identidad de Charles Rankin, da clases de historia en un instituto de la pequeña ciudad de Harper y el cual busca borrar cualquier sospecha de su pasado, mediante el inminente matrimonio con Mary Longstreet, hija de un juez de la Corte Suprema de los Estados Unidos, que está profundamente enamorada de él, y ya se sabe que el amor es ciego, como más adelante se verá.

El encuentro entre Meinike y Kindler se sucede como no puede ser de otra manera. Meinike, ahora arrepentido de su pasado nazi, quiere el perdón para Kindler, a golpe de biblia, el cual, receloso no puede permitirse que su pasado salga a la luz. Así que Meinike debe morir.

Tras Meinike , de incógnito va Wilson un curtido sabueso «caza-nazis», que sabe tocar las teclas adecuadas para que suene la música que le gusta. Orson Welles ejecuta con maestría el papel de nazi monolítico, que quiere guardar las apariencias, pero que a lo luz de los acontecimientos intuye lo que se le avecina y sus ojos intimadatorios y su expresión se mudan en la de ese animal de presa capaz de matar no una, sino dos veces, las que hagan falta, para que su historia no salga a la luz.

De igual modo Loretta Young va tomando consciencia de quien es ese hombre con el que se ha casado, y del que desconoce muchas cosas, no es más que «un extraño» incurriendo en una crisis nerviosa cuando conoce la verdad sobre su marido. Una verdad que no «quiere reconocer ni admitir».

Edward G. Robinson está inmenso, metiendo las narices en todos los platos, el cual merced a sus dotes de investigador es capaz de reparar en los aspectos más nimios, que le permiten atar cabos y descubrir la identidad del fugado, por otro lado bastante evidente, cuando se sabe de la obsesión de Rankin por los relojes o como éste hace que su mujer permanezca callada ante las preguntas, tanto del sabueso como de su padre (el juez), cuando se le interroga acerca de la muerte de Meinike.

El tema del nazismo (se ven algunas escenas sobre el uso de las cámaras de gas y las fosas comunes) es solo el telón de fondo para arropar este historia de «suspense total«, que capta la atención desde el primer momento y que nos tiene pegados a la pantalla, viendo como a Rankin se le va poco a poco estrechando el cerco, como éste va dando palos de ciego mientras sus actos se emborrachan de odio, resucitando su atroz pasado.

El final, con el reloj de la iglesia por medio, es inolvidable. El desarrollo de la película en un pequeño pueblo, donde todos se conocen, hace que la tensión e intriga tome cuerpo, gracias a la maestría de Welles con su capacidad innata para dosificar el ritmo narrativo, apoyado en unos actores estupendos, para pergeñar una película muy entretenida. Cine en estado puro.

Nuestra puntuación

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