La isla de las almas perdidas

La isla de las almas perdidasDirección: Nikolaj Arcel.
País: Dinamarca, Suecia y Alemania. Año: 2007.
Duración: 100 min. Género: Aventuras, fantasía.
Interpretación: Sara Langebæk Gaarmann (Lulú), Lucas Munk Billing (Sylvester), Lasse Borg (Oliver), Nicolaj Kopernikus (Richard), Lars Mikkelsen (Necromancer), Anette Støvelbæk (Beate), Anders W. Berthelsen (Herman), Beate Bille (Linea), Frank Thiel (Alexander).
Guión: Nikolaj Arcel y Rasmus Heisterberg.
Producción: Sarita Christensen y Meta Foldager.
Música: Jane Antonia Cornish.
Fotografía: Rasmus Videbæk.
Montaje: Mikkel E.G. Nielsen.
Diseño de producción: Niels Sejer.

El cine nórdico imita al americano y no sale mal parado. Hay vida más allá del movimiento Dogma, de Lars Von Trier o Susanne Bier.
En esa mágica producción hay almas por medio. Comienza allá a finales del siglo XIX donde Linea muere y los supervivientes desmenuzan el libro mágico en hojas que guardarán para evitar que caiga en malas manos.

Una madre y sus dos hijos dejan Copenaghe y se trasladan a una pequeña isla, buscando sosiego. La relación de la madre con sus hijos no es buena, porque estos pasan de ella como de la mierda (ojo coprófagos), se aburren como ostras y no quieren hablar con ella de nada, optando por ver la tele u oir música.

La hija, Lulú, practica la Ouija, llamando a las almas, y así una alma que vaga por allá entra en el cuerpo de su hermano Sylvester. Les dice quien es y junto con Richard, un adulto tratarán de vencer al nigromante viviendo un sinfín de aventuras.

Los FX no están demasiado mal, pero lo bueno es que hay una historia humana detrás, así se muestran los lazos afectivos entre los hermanos. Se hace entretenida y es de agradecer su falta de pretensiones.

Lulú será la encargada de salvar el mundo y devolver la paz a las almas que buscan así el descanso eterno. Ante Harry Potter aqui tenemos una película sencillita, agradeble de ver, con buen ritmo unos intérpretes juveniles acertados y algunos chascarrillos que tienen su gracia, como el efecto que causa en los humanos la posesión de las almas, como la escena final con la madre de Lulú y Richard dándose un morreo.

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