Legado de huesos (Fernando González Molina)

Legado de huesos es la segunda parte de la exitosa trilogía del baztán de la escritora Dolores Redondo. La inspectora Amaia (interpretada por Marta Etura) estaba embarazada da a luz y la película comienza, cuando han transcurrido cuatro meses del parto. De esta manera y al contrario de lo que sucedía en el libro, que se explicitaba a lo largo de casi 90 páginas, el tema del embarazo se solsaya.

Esta clase de películas son todas muy parecidas. Amaia debe enfrentarse en esta ocasión a una serie de crímenes que parecen atender a un patrón. Distintas personas se suicidan y en sus cadáveres se encuentra un trozo de papel con una palabra escrita. Investigando, aquello nos retrotrae a siglos pasados, con presencia de brujas y sacrificios humanos.

Amaia ingresa a su madre en un hospital psiquiátrico, y ve mejorada su relación con sus dos hermanas. Deciden mudarse a vivir a Elizondo (en dónde llueve hasta el desbordamiento, aumentando así las cotas de dramatismo e intensidad en los momentos claves), pues allí tanto la pareja y el hijo se verán arropadas por la tía, hermanas de Amaia y otros familiares y amigos.

La investigación sume a Amaia en su propia historia personal, al descubrir que tuvo una hermana gemela, y que esta fue sacrificada. Por medio siempre la ubicua madre (encarnada por Susi Sánchez), un diablo redivivo.

La película se ve sin más aliciente que llegar a su resolución final, y poder atar así los cabos sueltos, sin que haya en ella nada, ninguna secuencia, que dejé la más mínima huella, marcado todo por la medianía, lo propio de un telefilm de sobremesa.

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