manuale d´amore 2 crítica película

Dirección: Giovanni Veronesi.
País: Italia. Año: 2007. Duración: 116 min.
Género: Comedia.
Interpretación: Carlo Verdone (Ernesto), Monica Bellucci (Lucia), Riccardo Scamarcio (Nicola), Antonio Albanese (Filippo), Sergio Rubini (Fosco), Fabio Volo (Franco), Barbora Bobulova (Manuela), Claudio Bisio (Fulvio), Elsa Pataky (Cecilia), Dario Bandiera (Dario).
Guión: Giovanni Veronesi, Ugo Chiti y Andrea Agnello.
Producción: Aurelio De Laurentiis y Luigi De Laurentiis.
Música: Paolo Buonvino.
Fotografía: Tani Canevari. Montaje: Claudio Di Mauro.
Diseño de producción: Luca Gobbi.
Vestuario: Alfonsina Lettieri.

Monica Bellucci fornicando sobre una silla de ruedas y Elsa Pataky bañándose en cueros en una piscina quizá sean credenciales suficientes para hablar de esta película. Tras el éxito de la primera parte, esta segunda era algo cantado y visto el exito cosechado seguro que habrá próximas engtregas.

Son cuatro historias, donde hay cabida para las infidelidades, para parejas desesperadas por tener descendencia, parejas gay que luchan contra el rechazo al que son sometidos y acaban esposándose en Barcelona o accidentados que encuentran en una fisioterapeuta una válvula de escape y una razón para echar a correr.

Hay algunos momentos logrados de buen humor, si bien sus casi dos horas resultan un tanto tediosas. Cuando mayor es el desatino mejor se disfruta, y el humor está más logrado en la segunda historia porque el resto pecan más de drama que de comedia y en algunos momentos tanta mueca satura.

Como decía al comienzo da gusto ver a Monica Bellucci, la cual sale más guapa que nunca, con un escote y un vestido negro que quita el hipo (seguro que sería capaz de resucitar al mismísimo Lázaro). De Elsa Pataky además de certificar que habla un italino correcto (la vi en Versión Original), queda claro que tiene un cuerpo neumático que le va permitiendo poco a poco irse haciendo un hueco, si bien lo que es actuar, actúa poco. Curiosamente aquí, como en Serpientes en el avión también sale con un churumbel, que no le pega ni con cola.