The Virtues (Shane Meadows)

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Hacía muchísimo tiempo que no veía una serie que me removiese tanto como The Virtues del realizador Shane Meadows, autor de películas como This is England. La he visto en la plataforma Filmin, que va poniendo a nuestra disposición series muy buenas, como por ejemplo Informer, que comenté recientemente.
The Virtues, en su título, en la la t va anclada una cruz, que viene a ser como esa marca de agua, que crea traumas y deja secuelas. Stephen Graham el actor que encarna a Joseph, se mete tanto en su papel que pocas veces he visto una interpretación tan visceral, intensa e impactante como la suya.

Son cuatro episodios, 270 minutos desgarradores. Joseph tiene un hijo de corta edad que deja Reino Unido para mudarse con su madre y su pareja a Australia. Joseph supera la separación entre vapores etílicos, volviendo al alcohol a lo grande, tras dos años seco. Una noche de farra que tiene consecuencias, pues decide entonces abandonar Liverpool e ir a un pueblo en Belfast al encuentro de su hermana, de la que nada sabe desde hace tres décadas y que lo daba por muerto. Allá llega como el náufrago que arriba a una playa, con una mano delante y otras detrás, puro desamparo. Nada es fácil en la vida de Joseph y lo grande de la serie es eso, la capacidad que tiene para mostrar de manera prístina el drama de Joseph, de su hermana, de la cuñada de esta, Dinah, de Craigy, todos ellos siempre al borde del llanto, frágiles, atormentados, aplastados por el peso del pasado.

Se ve cómo el paso de Joseph por un orfanato tuvo secuelas irreparables, heridas que el paso del tiempo han cerrado en falso. Joseph va en busca de su pasado, doloroso, que le lleva a desenterrar cosas que su mente tenía guardadas en lo más profundo de su memoria. Recordar duele, desgarra, desequilibra, genera ataques de pánico, conduce al llanto, a la locura, y es en esa redención, en saldar cuentas con el pasado, incluso con sus verdugos, donde encontrará una salida, al tiempo que deberá esquivar pecios de todo tipo (Dinah mantiene también una relación tormentosa con su ultracatólica madre, que la obligó, ya que no se podía abortar, a dar a su hijo en adopción y con la que no puede hablar, sin que haya la menor empatía entre ellas, sólo reproches, censura, menosprecio, inquina, odio…), porque la serie te deja sin aliento en cada episodio, en cada secuencia, cada minuto. Tan brutal como hermosa. Véanla, ya.

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