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La joven del agua crítica película

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La joven del agua películaDirección y guión: M. Night Shyamalan.
País: USA.
Año: 2006.
Duración: 110 min.
Género: Thriller fantástico, drama.
Interpretación: Paul Giamatti (Cleveland Heep), Bryce Dallas Howard (Story), Bob Balaban (Harry Farber), Jeffrey Wright (Sr. Dury), Sarita Choudhury (Anna), Freddy Rodríguez (Reggie), Bill Irwin (Sr. Leeds), Jared Harris, Mary Beth Hurt (Sra. Bell), Noah Gray-Cabey (Joey).
Producción: M. Night Shyamalan y Sam Mercer.
Música: James Newton Howard.
Fotografía: Christopher Doyle.
Montaje: Barbara Tulliver.
Diseño de producción: Martin

Shyamalan, aquel director Indio que sorprendió a todo hijo de vecino con El sexto sentido, vuelva a dejarnos en la retina una película desconcertante y muy sugerente. Ya es arriesgado hoy en día pergeñar en el género de suspense o terror psicológico, una idea original y llevarla a buen puerto. Ya se sabe que lo que abunda en los cines, son secuelas o triquiñuelas comerciales para aprovechando el tirón de la primera parte con mínimos cambios mostrar siempre más de lo mismo.

Shyamalan deja en sus películas su huella personal. Lo cual no es ni bueno ni malo, pero al menos lo singulariza con respecto a miles de directores grises e insulsos, todos ellos cortados por el mismo patrón que nos obsequian con sus mediocres películas.

Lo que Shyamalan nos cuenta es un cuento (la historia es suya, a partir según apunta el director, de un cuento que le contaba a su hija por las noches, luego, a medida que la hija le preguntaba la historia iba modificándose), en el que una ninfa proveniente del Mundo Azul, entra en contacto con humanos, los cuales tratarán de ayudarla a regresar a su mundo, evitando que ésta caiga en las manos de los seres malignos. Desde es punto de vista, la historia hay que cogerla pues como lo que es, como un cuento, en donde el espectador, debe dejarse llevar por la magia y las claves de la película.

La ninfa se le aparece en un bloque de apartamentos, por la noche a Cleveland y éste hará todo lo que esté en su mano para ayudarla. Mediante conversaciones con la ninfa, Cleveland logra saber quién es y qué es lo que deben hacer. Contribuye a la causa, una residente asiática que habita en bloque de apartamentos, la cual no habla inglés y se comunica a través de su hija, que conoce el cuento de las ninfas, y va aportando detalles sobre el cuento a Cleveland y al resto de la comunidad.

Shyamalan no recurre a borbotones de sangre, llamadas al filo de la media noche, moto-sierras, gente enmascarada, ni gente joven gritando como locos, sabedores de que en breve la van a palmar.
Shyamalan juega con la angustia de los personajes en ese asfixiante bloque de apartamentos, con una piscina que cada vez nos antoja más siniestra. Otorga roles y misiones a las personas que allá habitan. Uno será el simbolista, otra la curandera, otro el guardián, etc.

En lograr ese ambiente asfixiante juega un papel importante la brillante fotografía de Christopher Doyle y unas interpretaciones notables por parte de Paul Giamatti (Cleveland Heep), Bryce Dallas Howard (Story). El primero aquejado de una pertinaz tartamudez que desaparece en presencia de la Story, la cual se comunica con los humanos primero con palabras y luego con señas. (Todo tiene cabida en un cuento).

Shyamalan se ríe de los críticos de cine. Uno de los personajes lo es, y dice: No queda ni un atisbo de originalidad en el mundo. Pues bien Shyamalan, tiene cosas originales que decir, porque hace lo que le sale de las narices, con su particular visión de ver el mundo. Un basto y complejo mundo que como extrapolación de lo que atesora esta película abarca otros mundos: mágicos, fantásticos, terroríficos, simbólicos, tristes, románticos, pueriles y absurdos.

Nos quedamos por tanto con una película sorprendente y sugerente, que te mantiene en vilo de principio a fin. ¿Se puede pedir más?

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