Interpretación: Daniel Brühl (Salvador Puig Antich), Tristán Ulloa (Oriol Arau), Leonardo Sbaraglia (Jesús), Leonor Watling (Cuca), Ingrid Rubio (Margalida Bover), Celso Bugallo (Padre de Salvador), Joaquim Climent (Policía), Antonio Dechent (Policía), Carlos Fuentes (Paco), Joel Joan (Oriol), Bea Segura (Montse), Olalla Escribano (Inma Puig), Manuel Morón (Padre Manero).
Guión: Lluís Arcarazo; basado en el libro «Cuenta atrás: Historia de Salvador Puig Antich» de Francesc Escribano.
Producción: Jaume Roures.
Música: Lluís Llach.
Fotografía: David Omedes.
Montaje: Aixalà y Santy Borricón.
Dirección artística: Antxón Gómez.
Vestuario: María Gil.
España, Reino Unido 2006
Cuando sabemos que una película está basada en hechos reales y esas imágenes y acciones resultan tan crudas, uno llega a reflexionar sobre el mundo en el que vivimos. Por fortuna la historia que aquí se cuenta pertenece a tiempos pasados, pero nadie, de uno ni otro bando pedirá perdón por lo que ha hecho, a pesar de exigirlo ahora con los que tienen que pedirlo. Como si eso sirviera de algo.
En este caso se luchaba contra una dictadura que estaba dando sus últimos coletazos. Los de un lado y los de otro lo sabían, por eso las cosas eran mucho más tensas. La lucha que se mantenía en varios puntos y el atentado que acabó con la vida de Carrero Blanco convirtieron a aquel en un mal momento para este joven que a los 26 años fue “ajusticiado”, curioso término. “No se puede ir por el mundo matando a la gente”, dice un guardia, “Eso dígaselo a Franco”, responde el abogado de Salvador.
Quizás una de las cosas más graves es que mucha gente que hoy todavía es joven puede atestiguar en primera persona que cosas del estilo de las que aquí se cuentan pasaron en realidad. Muchos vieron o vivieron abusos policiales y cosas peores, sin poder hacer mucho al respecto o sufriendo graves consecuencias por decidirse aunque fuera sólo a alzar la voz para denunciarlo. Malas formas de dirigir un país a las que algunos respondieron (y hoy siguen haciéndolo) de forma equivocada y que acaban por pagar justos por pecadores.
¿Alguien va a pedir perdón por los muertos de la dictadura española? Terrorismo de estado, exactamente igual valen los muertos de un lado que de otro, aunque haya el apoyo de un gobierno detrás.
El que el realismo esté conseguido o no quizás sea lo de menos a la hora de ver la película, pero los que conocieron a Salvador Puig y su propia familia han dicho que la fidelidad a los hechos y su representación son excepcionales. Esa sensación de impotencia e injusticia y la conciencia del condenado de que acabaría por morir ejecutado dan una emotividad a la historia que es la misma que tuvo en la vida real.
Lo más logrado de la película es esa mezcla a la fidelidad de los hechos y la importancia política que tuvieron, con la parte humana de la historia, que está siempre muy presente. El tramo final es el más denso en ambos sentidos. Todo se entremezcla y se ve lo que se avecina mientras el condenado comparte los últimos minutos entre risas con sus hermanas, los abogados no paran de remover el mundo entero, literalmente y los polis buenos y los polis malos siguen haciendo sus papeles.
Películas como estas deben servir no sólo para remover el pasado, sino para que sirva de algo, se corrijan errores y en este país por fin se intente evitar los problemas, no querer darles solución cuando la cosa es ya inevitable. Y, señores y señoras, ante todo el diálogo es la solución, la fuerza y la imposición lleva a que todo explote y como siempre, lo hará por el lado más débil.
Como curisosidad: he encontrado la Web Oficial de Manuel Huerga, el director y su usuario en Flickr, Manuel Huerga, donde ha subido también varias fotos de Salvador, la película, festivales, ensayos… y de otros temas interesantes, como una entrevista con Bruce Springsteen.
Enlaces | Web Oficial | En la Web del Director | IMDB