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Suite habana crítica película

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Suite habana cartel películaDirección y guión: Fernando Pérez.
Países: Cuba y España.
Año: 2003.
Duración: 84 min.
Producción: José María Morales y Camilo Vives.
Música: Edesio Alejandro y Ernesto Cisneros.
Fotografía: Raúl Pérez Ureta.
Montaje: Julia Yip.

Hace unos días di mi parecer sobre Madrigal, dirigida por Fernando Pérez. Ahora vuelvo con una película suya de 2003.
Podemos considerarlo como una película sin diálogos, que asemeja un documental. El director sigue durante un día a media docena de personas. Su cámara, sus ojos, ven sus actividades ya sean en el trabajo como en el hogar. Vidas normales, aburridas, tediosas. Pérez, afín al régimen, entre los protagonistas no selecciona balseros, ni revolucionarios. Son gente que ven discursos de Fidel en televisión, escuchan canciones de Silvio Ródriguez y llevan sus vidas sin muchas complicaciones filósoficas, si bien esto es una presunción, ya que el no haber diálogos, ni expresarse, hemos de sacar conclusiones por lo que vemos.

Vemos a un chico con una minusvalía psíquica que va al colegio y el amor que le profesa su padre, arquitecto que deja todo, para ocuparse de su chiquillo. Otros jóvenes quieren ser artistas, lograr una ocupación como actor, otro hace chapuzas y el último arregla la vías del tren. Una señora mayor no tienen ningún sueño. Sea como fuere, en las casas de los protagonistas, abundan los desconchones, reina la austeridad, se bañan con el agua de un cazo y no hay el menor alarde.

Cuando llega la noche, y la película se apaga, los rostros de los protagonistas, muestran todo, menos alegría, más bien está presente, la desesperanza, la frustración, la impotencia, el abatimiento. No hay rabia, ni resentimiento, sino una derrota asimilada, como si sus corazones también con desconchones no desentonasen con cuanto les rodea. Eso me parece a mí, si bien el director seguro que ha querido plasmar todo lo contrario; la honestidad, el tesón, la humildad y la resignación de un pueblo que no se deja doblegar, que sigue luchando, que tiene sueños que cumplir y ama su tierra, por lo que no tiene intención de irse a ninguna parte.

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