Reparto: Steven Strait (D’Leh), Camilla Belle (Evolet), Cliff Curtis (Tic’Tic), Joel Virgel (Nakudu), Ben Badra (Warlord), Mo Zainal (Ka’ren), Nathanael Baring (Baku), Marco Khan (Un-Ojo), Reece Ritchie (Moha), Kristian Beazkey (padre de D’Leh), Mona Hammond (Vieja Madre).
Guión: Roland Emmerich y Harald Kloser.
Producción: Michael Wimer, Roland Emmerich y Mark Gordon.
Música: Harald Kloser y Thomas Wander.
Fotografía: Ueli Steiger.
Montaje: Alexander Berner.
Diseño de producción: Jean-Vincent Puzos.
Vestuario: Odile Dicks-Mireaux y Renée April.
USA, Nueva Zelanda, 2008
Empezaremos esta crónica con una anécdota curiosa, que me sucedió esta pasada semana. Cuando a un compañero le dije que iba al cine a ver 10.000 y le pregunté si la había visto, me respondió: “Cómo voy a ir a ver 10.000 si todavía no he visto ni 300”. La frase me hizo gracia, pero para aclarar dudas diré que no tiene nada que ver una con otra, a parte de estar en ese club de películas con cifras en su título, de la que puede destacar el 8 1/2 de Fellini y donde, no se equivoquen, no se incluye la reciente Once.
La épica historia que se cuenta está ambientada en el año 10000 a. C., de ahí el título. Un joven de un poblado en un lugar indeterminado ve como gran parte de sus compañeros y su reciente mujer son secuestrados por unos jinetes que arrasan el poblado. No dispuesto a quedarse con los brazos cruzados se decide a seguir a esta gentuza para liberar a sus amigos y recuperar a su amada. Ahí comenzará su aventura que le llevará hasta el valle de un gran río donde unas gigantescas pirámides están siendo construidas por otra civilización tecnológicamente mucho más avanzada que ellos.
No soy experto en la materia, pero históricamente me cuesta creer que todo lo que aparece en la película sea correcto. Los protagonistas descubren la agricultura en un poblado por el que pasan. Creo que la agricultura sí se empezó a practicar por esos años, pero hay otras cosas que están desubicadas. No hay que olvidar que es cine, que es ficción y veo correcto que no sea una lección de historia, sólo una película para divertirse, pero aún así hay que comentarlo.
Temas del lenguaje, el idioma que todos hablan, también sería tratable por aquella época, ya que las comunicaciones entre los individuos debían ser bastante precarias, así como los ritos, los peinados de diseño reggae, las vestimentas,… y usar mamuts para construir las pirámides, ¡manda huevos!
Como digo, pienso que en el cine de ficción todo se permite, para lecciones de historia ya están los documentales, pero ya que el director/guionista/productor alemán Roland Emmerich ha tenido la jeta de usar incluso como título en año en que pretende que se desarrolla la historia, hay que darle un pequeño palo.
Sobre los protagonistas, son en su mayor parte desconocidos, os puede sonar alguna cara de producciones menores, sobre todo Cliff Curtis y Camille Belle que hace de “la niña de los ojos azules” (que no es la de Rajoy), pero no hay grandes estrellas. Omar Sharif es el narrador, que en la versión española nos perdemos.
Aún así la película es entretenida, tiene imágenes de considerable atractivo y se hace amena, sin aportar nada nuevo. Es de esas películas olvidables pero que te hacen pasar un buen rato mientras tengas palomitas a mano. Además meten una historia de amor, una enigmática profecía (en este caso más de una) que se cumple, un malo con cara de malo, la chica guapa y el héroe valiente con facilidad de palabra para con una frase tonta convencer a las masas, algún secundario que tiene que cumplir con el irremediable destino del amigo del prota en las películas de acción,… todo lo que aparece en el manual para hacer blockbusters.
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