Guión: Catalina Gilabert.
Producción: Juanma Bajo Ulloa.
Música: Bingen Mendizábal y Borja Ramos.
Fotografía: Unax Mendía.
Montaje: Pablo Blanco.
Dirección artística: Satur Idarreta.
Ulloa defrauda por completo. Después de siete años alejado de los platós, Juanma Bajo Ulloa vuelve a la dirección con una película nefasta.
En el lado opuesto a Airbag y más próxima a sus dos primeras películas; La madre muerta y Alas de mariposa, Ulloa opta por una película sencilla, de corte austero, actores desconocidos y naufraga estrepitosamente.
Los diálogos son aburridos y pesados; como la escena en la cocina en la que las cinco mujeres se desahogan de tal manera que parece que la escena la hubiese escrito alguna feminista resentida, o las escenas en la fiesta que parecen sacadas de Airbag.
El problema está en que el director no se centra en nada en concreto, se dispersa y ninguno de los aspectos que trata lo hace bien; el amor no correspondido, la necesidad de sentirnos queridos, la inocencia primeriza, etcétera.
Nada de lo que se ve, conmueve ni emociona en absoluto. Es más, en algunas de las escenas en las que se alcanza el climax dramático afloran las risotadas, en lugar de las lágrimas. Mal asunto. La película es un rollazo de casi dos horas de duración en la que nada se puede destacar, a excepción de la actriz protágonista Muriel, que apunta buenas maneras.
En resumen, hacía muchísimo tiempo que no me aburría tanto en un cine. Lo dicho lo mejor de la película es el nombre, el continente de esta cinta, cuyo contenido es vacío, hueco, superficial y anodino. La película a la postre no es que sea frágil, sino inconsistente.
Otra crítica de Frágil
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