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Mentiras y Gordas (2009)

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Mentiras y GordasDirección: Alfonso Albacete y David Menkes.
Reparto: Mario Casas (Tony), Ana de Armas (Carola), Yon González (Nico), Ana Polvorosa (Marina), Marieta Orozco (Sonia), Hugo Silva (Carlos), Alejo Sauras (Bubu), Duna Jové (Leo), Esmeralda Moya (Nuria), Miriam Giovanelli (Paz), Clara Pradas (Rosa), Maxi Iglesias (Pablo), Asier Etxeandia (Cristo).
Guión: Alfonso Albacete, David Menkes y Ángeles González-Sinde.
Producción: Gerardo Herrero.
Música: Juan Sueiro y Juan Carlos Molina.
Fotografía: Alfredo Mayo.
Montaje: Fernando Pardo.
Dirección artística: Federico García Cambero.
Vestuario: Cristina Rodríguez.
España 2009

Mentiras y gordas es la última gran producción (en cuanto a publicidad se refiere) del cine español. La pareja de hecho (cinematográficamente hablando) Menkes y Albacete la han dirigido, supongo que sin demasiado esfuerzo extra, fuera del que ya requiere sacar adelante un largometraje, que no es poco. Y digo esto porque esta peli tenía toda la pinta, y el tráiler lo demuestra, de servir para darnos carnaza, y así es.

Del guión, en el que además ha intervenido la gloriosa presidenta de la academia, Ángeles González-Sinde, no hay mucho salvable, pero si parte repochable, y a eso ya iremos luego. Abundancia, como decía mi compañero Travis hace unos días de sexo, drogas y chill out y una representación, no voy a decir que falsa, pero sí exagerada de la juventud española. Haberlos haylos, pero se pasan un rato con los personajes, que si no están metiendo, se están metiendo el 95% de la película. Si quitamos las escenas de sexo, blando y duro, magreos varios, chico-chica, chica-chica, chico-chico, tríos y alguna velada referencia a la zoofilia gatuna y las escenas en que se están fumando un porro, metiendo una raya, éxtasis y sustancias varias o preparándose para ello, nos queda el diálogo inicial y el final. Retaría a los directores a rehacer (lo que viene siendo un remake) la película sin sexo explícito, ni drogas y con rostros desconocidos en el reparto. Les saldría un truño como un puño.

Y es que así de simple es la película. Eso sí, como digo, se han agenciado a lo más florido de los actores y actrices de series juveniles de la televisión nacional. La película es para mayores de 18, pero creo que eso es sólo una recomendación, porque si echan a todos los menores, mejor dicho, las menores en su mayoría, nos quedamos cuatro de una sala que, para variar, estaba bastante completa. Eso me recuerda a la crisis del cine español: con esta peli verán que sólo hay que darle a los espectadores lo que quieren, e irán al cine.

Del reparto destaca la mejor importación que se ha hecho desde la Guerra de Cuba de la isla caribeña: Ana de Armas, en cuya anatomía la cámara se recrea, para deleite del personal en general. No sólo ella muestra palmito, también el resto de chicas muestran delantera y los chicos la parte trasera, en general y sin pudores, con alguna sorpresa. Con mucho menos la chavalería que poblaba el cine se hubiera conformado también.

El recuento de series que podemos hacer con el reparto es abundante: El Internado (Ana de Armas, Yon González), Los Hombres de Paco (Mario Casas, Hugo Silva), SMS (Yon González, Mario Casas), Un Paso Adelante (Asier Etxeandía), Compañeros (Duna Jové), Física o Química (Maxi Iglesias), Aída (Ana Polvorosa), Los Serrano (Alejo Sauras), Al Salir de Clase (Alejo Sauras, Hugo Silva), Paco y Veva (Hugo Silva). Alguna no será serie juvenil como tal, pero otras me dejaré. La retahíla, aún así es amplia, pero ¡cuidado!, porque alguno no volverá a ver esas series con los mismos ojos.

Las interpretaciones, no es que sean malas, lo cierto es que no dan para mucho ni para poder lucirse. La cosa es más física que interpretativa. Aún así la que más me ha gustado es la más comedida de todos, Ana Polvorosa, a la que muchos reconocerán como la hija de Aída. Acaba de cumplir los 20 pero ya tiene tablas, como la mayor parte del joven reparto que la acompaña aquí, muchos de ellos niñ@s actores.

Aparte de la pasada de sexo y drogas, una cosa que me parece que raya el mal gusto en la película es como se pasan con la pobre chica gorda. Todo lo malo le pasa por estar gorda: se queda sin trabajo, la deja el novio y la ponen de vuelta y media, riéndose de ella y haciendo chistes en la película. Como digo la sesión a la que yo fui estaba llena de chicas muy jóvenes. Es increíble que en la pasarela Cibeles echen a chicas que van a trabajar, por tener una talla determinada (cuando no sé a cuanta gente puedan llegar esos desfiles, a no ser de pasada en un telediario o en un canal especializado, donde verán chicas iguales a esas a todas horas) y el tema de la anorexia y similares se ataque por donde no se debe.

Pero aquí la gorda es de la que se mofan toda la película y la más desgraciada. Sin embargo, Marieta Orozco, que está como un palo, vende droga y se sale de rositas o el resto de tíos cachas y tías macizas, se sobran con todo y viven a tope, con la máxima preocupación de que me ha dejado el novio, a ver a quién me encuentro para enrollarme o quién me pasa droga gratis que no tengo pelas (lo que también acaba por hacer la gorda, aunque provocando las risas de todos). Sólo hay a otro que le va peor que ella: al gay, lo que también tiene su lectura.

La escena lacrimógena final parece querer decirnos que todo lo que hemos visto es malo, pero alguno lo verá de otra manera: drógate como los que se drogan mucho, pero no como el que se droga demasiado, así no la palmarás, o acuéstate con todos los que quieras, pero conocidos, que no pasa nada, y en grupo es más diver.

No creo que los padres vayan a ver la peli, porque si es así, con la alarma social creada últimamente, verán como el único remedio para que no pasen esas cosas encerrar a sus vástagos en casa, porque los y las protas de esta película se buscan que les pasen cosas mucho peores de las que les ocurren.

A pesar de todo lo dicho, el resultado final no es de tan mala calidad. Posiblemente falle el contenido (historia y lo que hacen los protas), que no el continente (ambientación y elección del reparto), lo que debería hacer que quien vaya sabiendo a lo que va no salga defraudado. Las actuaciones no son malas, tampoco descatables, como decía es que no dan para más y en la dirección no había mucho donde equivocarse, técnicamente es correcta. Es una película prescindible en el cine español, ya que a ese reparto se le podría haber sacado mucho más jugo, pero no vamos a pedirles a Menkes y Albacete un “La ley de la calle” o “Rebeldes”. Coppola no hay más que uno, y las generaciones actuales no son las de antes.

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