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Nubes pasajeras crítica película

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Nubes pasajerasTITULO ORIGINAL Kauas pilvet karkaavat
AÑO 1996
DURACIÓN 96 min
DIRECTOR Aki Kaurismäki
GUIÓN Aki Kaurismäki
MUSICA Shelley Fisher
FOTOGRAFÍA Timo Salminen
REPARTO Matti Onnismaa, Kari Väänänen, Elina Salo, Kati Outinen, Markku Peltola, Markus Allan, Sakari Kousmanen
PRODUCTORA Coproducción Finlandia / Francia / Alemania

Al igual que en otras obras de Kaurismäki tales como Ariel o La chica de la fábrica el tema del trabajo es sobre el que se arma la película. A fin de cuentas es el trabajo y los ingresos derivados del mismo los que nos permiten, comer, vestir, y vivir dignamente. En esta ocasión el matrimonio formado por Lauri (Kari Väänänen) e Ilona (Kati Outinen) de la noche a la mañana están en la calle.

Ante esa situación, una opción pasa por apuntarse y cobrar el subsidio pero ninguno de los dos está por la labor. Pesa más su orgullo y su esperanza de encontrar otro empleo en lo que sea.
Las puertas se van cerrando ante sus narices. La situación económica del país no es buena, y nadie los quiere emplear. Finalmente Ilona logra un empleo como chica para todo en un restaurante, con tal mala pata, que el dueño no paga impuestos y le cierran el local.

Ante esta situación y con las toneladas de cine que hemos digerido uno espera lo previsible; echar balones fuera, aferrarse al alcohol, presentar a los desempleados como víctimas, en resumen, hacernos su problema nuestro y tocarnos la fibra sensible. Kaurismäki por contra no hace nada de esto. Sus personajes son monolíticos, de una piedra, no se rinden, ni lloriquean, ni si quiera se abrazan para lidiar su soledad. Van recibiendo hostias que asumen con entereza, con una apatía que es lo que en verdad conmueve al espectador,al menos a mí, ese aparente pasotismo, esa desgana vital, para los cuales importa poco que las cosas vayan bien o mal porque apenas transciende al rostro.

Los momentos a priori dramáticos se despachan con unas frases que en lugar de tristeza me han provocado carcajadas. A veces lo dramático deviene absurdo y la compostura actoral, su mutismo y poca expresividad contribuye a ello, como si tuvieramos que ser nosotros los espectadores quienes debieramos sufrir por ellos.

Algunas de las frases que oímos son:

…no podrás dormir. Pronto amanecerá.
– hay comida para un obrero, o tengo que cenar fuera.
– ahora solo puedo conducir coches de juguete..

Frases que en su contexto resultan hilarantes.

Las nubes pasajeras del título, viene a ser ese «no hay mal que cien años dure». Al final hay una puerta abierta para la esperanza, para la reconciliación. El nombre del restaurante «Trabajo» lo dice todo.

Una película demoledora, aparentemente inocua pero con grandes cargas de profundidad, donde el director desde una aparente inmovilidad mete el dedo en el ojo del espectador, sin planfetos ni soflamas, solo con luz, imagen y sonido; la magia del cine.

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