Reparto: Charlton Heston (Detective Robert Thorn), Leigh Taylor-Young (Shirl), Chuck Connors (Tab Fielding), Edward G. Robinson (Sol Roth), Joseph Cotten (William R. Simonson), Teniente Hatcher (Brock Peters)
Guión: Stanley R. Greenberg basado en la novela “¡Hagan sitio! ¡Hagan sitio! (Make Room!, Make Room!)” de Harry Harrison
Música: Fred Myrow
Fotografía: Richard H. Kline
USA 1973
Hace bien poco hablé de la película El Último Hombre… Vivo. He de decir que no he es que esté haciendo un recorrido por la filmografía de Charlton Heston, protagonista de ambas, ni por películas basadas en best sellers de la literatura de ciencia-ficción, por que si aquella se basaba en la novela de Richard Matheson Soy Leyenda, esta lo hace en Hagan Sitio, Hagan Sitio, de uno de los grandes del género, Harry Harrison. Pero ya se sabe, lo uno lleva a lo otro…
Había leído muy buenas críticas de la película, así como de la novela en que se basa. Aunque esta no he tenido ocasión aún de leerla, y seguro que cambia bastaste, sí he visto la película, y para mi no ha sido nada emocionante. No sé si influenciado por las últimas películas de ciencia-ficción actuales, tan diferentes, con tanto croma y tanta acción. Esta es de las de la vieja escuela setentera, de cientos de extras y grandes decorados.
Pero quitando algunas minucias de este estilo, el futuro que se nos muestra, con la superpoblación como principal problema y el calentamiento global y desaparición de los recursos naturales para rematarlo, es bastante desolador y provoca que la ciudad de Nueva York sea como la actual, pero con más gente andrajosa durmiendo y viviendo en escaleras, coches o en la propia calle.
Con ese telón de fondo, aparece en escena una empresa, Soylent, que crea diferentes productos: galletas, bollos, granulados, pero uno en concreto, muy barato, y por el que la gente pelea para poder sobrevivir: el Soylent Green.
El personaje de Heston, una vez más, es el duro de turno, de dudosa moralidad, pero que demuestra tener sentimientos, aquí con su ayudante Robinson y con la chica, que no podía faltar, aunque sea considerada solamente como parte del mobiliario y el propietario de la casa en la que vive pueda elegir quedarse con ella o tirarla a la calle.
Y hablando de los actores, esta es la última película del veterano Edward G. Robinson, famoso por sus papeles de gangster y que falleció de cáncer unos meses antes de verla estrenada. De hecho, cuando la rodó se encontraba ya bastante enfermo y prácticamente sordo. Hay una escena en la que Charlton Heston llora por Edward G. Robinson. Se dice que la escena es tan real como aparenta (tampoco es que Heston haya sido nunca una maravilla para exteriorizar emociones), ya que Heston era el único en el plató que sabía que Robinson estaba a punto de morir en la realidad.
También habría que hablar de la parte “activista” de la película de denuncia de aspectos que ya antes de esos años se estaba hablando y que hoy en día siguen amenazando el futuro: superpoblación, sobreexplotación de los recursos naturales, excesivas diferencias de clases, etc. Eso habrá que hablarlo por otro lado. Las películas de ficción muestran realidades que algún día pueden dejar de ser ficticias, pero deberíamos hacer algo de caso a los documentales que nos hablan de esos mismos temas y sí muestran imágenes reales, como Una Verdad Incoveniente, de Al Gore.
Para terminar, decir que no estoy seguro de que el paso del tiempo habrá añadido valor a esta película, a pesar de, como vemos, tratar temas que siguen siendo relevantes. Más bien ahora puede verse como una producción de Serie B, con mezclas de cine policíaco, ciencia-ficción, algún romance por medio y bajo presupuesto.
Y una curisosidad. Los Simpson también han comido Soylent Green:
¿Qué tal sabor tendrá mezclándolo con Spam?
P.D.: Por si acaso aún no habéis caído y pensáis ver la peli, no veáis el dibujo de La Camiseta de los Spoilers.