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Babel crítica película

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Cartel película BabelDirección: Alejandro González Iñárritu.
País: USA.
Año: 2006.
Duración: 143 min.
Género: Drama.
Interpretación: Brad Pitt (Richard), Cate Blanchett (Susan), Gael García Bernal (Santiago), Elle Fanning (Debbie), Kôji Yakusho (Yasujiro), Rinko Kikuchi (Chieko), Adriana Barraza (Amelia), Nathan Gamble (Mike), Mohamed Akhzam (Anwar), Peter Wight (Tom), Harriet Walter (Lilly), Trevor Martin (Douglas), Mónica del Carmen (Lucía).
Guión: Guillermo Arriaga; basado en un argumento de Guillermo Arriaga y Alejandro González Iñárritu.
Producción: Alejandro González Iñárritu, Jon Kilik y Steve Golin.
Música: Gustavo Santaolalla.
Fotografía: Rodrigo Prieto.
Montaje: Stephen Mirrione y Douglas Crise.
Diseño de producción: Brigitte Broch.
Vestuario: Michael Wilkinson.

Babel: Gran confusión de ruidos o cosas y lugar donde ésta se da. Falta de entendimiento entre varias personas por hablar todos a la vez y de modo desordenado. Estas son algunas de las definiciones que encuentro en el diccionario sobre el término que da título a la última película del mexicano Alejandro González Iñárritu, Babel, que cierra de este modo su trilogía sobre la violencia y la incomunicación. El guión es obra de Guillermo Arriaga, que ha publicado en la editorial Belacqua su novela “El búfalo de la noche”.

El esquema narrativo de Babel es parejo al de sus dos anteriores películas: Amores perros y 21 gramos. Varias historias independientes acaban entrelazándose unas con las otras. Cuatro son las historias que acontecen en Babel.

Dos niños marroquíes, en su pastoreo por las escarpadas montañas, armados con un rifle que su padre les deja para que cacen chacales y los alejen de sus cabras, probando puntería, disparan sobre un autobús que transita por la carretera a varios cientos de metros de distancia. Esa bala impactará desafortunadamente en una pasajera americana del autobús, sentada junto a la ventanilla, de turismo junto a su marido por el país Marroquí, con trágicas consecuencias.
Ese rifle se lo dio un Japonés a un guía local marroquí después de ir a cazar a la zona. Luego el guía se lo vendió a un vecino y éste se lo dejó a sus hijos hasta que ocurre el fatal desenlace antes descrito.
Ese Japonés, cuya mujer se suicidó tiempo atrás, tiene una hija sordomuda, con la que le cuesta comunicarse, la cual busca el amor desesperadamente en los brazos de cualquiera, con el sexo como reclamo a su insatisfacción vital. Por último, los hijos de la americana herida, que viven en San Diego, están al cuidado de una mujer mexicana, la cual, ante la boda de su hijo en México, sin encontrar a nadie que pueda ocuparse de ellos en su ausencia, decide cruzar la frontera, con idea de volver de nuevo a los EEUU tras la celebración de la boda familiar.

Aunque las historias estén relacionadas, con calzador, esto atiende a un fin: el contraste e impacto visual y emocional que entraña ir saltando de una historia a otra, ambientada en civilizaciones dispares, hace que la película coja el fuelle preciso para “a priori” hacernos interesante la propuesta.
Así pasamos del paisaje montañoso de Marruecos, donde reina la quietud más absoluta, en el seno de esa mísera familia, vencida por el medio hostil, baste ver las caras de tristeza y sufrimiento de las mujeres, en ese ambiente inhóspito, a las discotecas niponas con la música a todo volumen, móviles de última generación, jóvenes pastilleros, lechosas luces de neón en las ruidosas calles atestadas de gente, con los sentimientos de sus ciudadanos, envasados al vacío y enjaulados en fríos rascacielos, para luego sentir la desbordante energía y vitalidad que despiden las cálidas escenas de la boda Mexicana, con trasiego de alcohol, al ritmo de la vivaracha música, entre magreos y escarceos sexuales, para luego volver la vista de nuevo a Marruecos, donde seguir los pormenores del desangramiento de la americana que lucha por sobrevivir, tras un “cosido rudimentario”, en una pequeña población, donde el marido de la herida busca por todos los medios que la embajada americana les haga llegar un medio de transporte que la saque de allí con vida, mientras los problemas políticos entre los países implicados complican algo que tiene una fácil solución.

Lo anterior son sólo los cimientos de la historia, pero la argamasa que los materializa son las otras subtramas, que alimentan la historia: el riesgo que implica cruzar la frontera de los Estados Unidos como “ilegal”(con el desierto como barrera, trasunto de ese mar que frustra los sueños de los que buscan una vida mejor, a bordo de una patera), los fantasmas del terrorismo, la burocracia política, el miedo a lo desconocido abrazado a la insolidaridad (el autobús que toma las de Villadiego por miedo de algunos turistas a que los ajusticien), las minusvalías convertidas en rechazo (parejo a la modelo de Amores perros en silla de ruedas), el utópico mapa afectivo con fronteras de tiza: 16 años viviendo en un país no exime de ser tratada como una “ilegal” (¿ganarse el pan honradamente en cualquier parte es ir contra la ley?), turistas elitistas a los que les importa un pimiento, conocer las gentes y culturas de los países que “fotografían” o “filman”, atemorizados fuera de los circuitos oficiales, en parajes que no aparecen en los folletos de viajes.

Iñarritu deja de lado la “fotografía sucia” de sus anteriores películas para tomar límpidas instantáneas del terreno que pisan los protagonistas: Suelos polvorientos, yermos, desérticos, asfálticos, o retratar cielos insondables, rascacielos infinitos, urbes populosas, poblados ocres, o ese atlas de la geografía humana que componen los rostros descompuestos de los protagonistas que gritan a la cámara con sus silencios desgarradores.

Curiosamente (me resulta inverosímil) el ataque accidental, infringido a la turista americana es propagado raudamente por la aldea global: desde Marruecos hasta Japón pasando por los Estados Unidos, apareciendo la americana herida en las televisiones de medio mundo.

Babel, sin caer en el maniqueísmo de Crash, muestra una galería de personajes, que comparten una desgracia común, un ánimo diezmado y un azar cebado en la adversidad.
La moraleja sería: vivir es un camino largo, duro y difícil. ¿Les suena la frase?
Pero Iñarritu, por esta vez, deja abierto un postigo en esa muralla, que no dejaba pasar en sus anteriores películas, la brisa de la esperanza. Hay crisis matrimoniales que pueden solucionarse, reconciliaciones paternas (precioso el plano final), enfermos que sanan, lo cual da un respiro a nuestro epiglotis.

Habrá quien vaya a ver Babel porque Brad Pitt, Cate Blanchett, Gael García Bernal, están en el reparto, pero creo que con cualquier otro en su lugar, la historia no se hubiera resentido para nada, pues quienes más transmiten en esta película, son los actores y actrices que dan vida a los niños marroquíes y americanos a Chieko y su padre Yasujiro, a Anwar el guía marroquí, o la mexicana Amelia

Dicen que Iñarritu hace una y otra vez lo mismo, con leves variaciones en los personajes y las tramas y que debe ya cambiar su modo de rodar y de construir sus películas a fin de no aburrir al personal. Estos comentarios se achacan a directores de prestigio, encumbrados, de los que se espera mucho, a tenor de los logros obtenidos. Recordemos que Iñarritu hasta la fecha sólo ha rodado tres películas. No hay de qué preocuparse, estoy seguro que el director mejicano volverá a hacernos disfrutar con sus próximas películas.

Las objecciones que se le podrían achacar a Babel es que no logre implicarnos en la historia desde el comienzo, que no sintamos las desgracias ajenas como propias, que lo que vemos no nos conmueva, que las tragedias que visionamos no calen nuestro ánimo y cunda entonces el descreimiento, que miremos el reloj más de la cuenta, que no creamos en las cadenas de desgracias ni en las macabras coincidencias, que las ojeras de Brad Pitt resulten tramposas y nos parezca estar viendo un anuncio publicitario de una compañía de seguros o de una entidad bancaria, que su pretenciosa globalidad nos haga recelar de su noble propósito…..

Podría adscribirme a cualquiera de las dos posturas, porque de su imperfección inacabada, surge la belleza y el encanto de esta película que induce a la reflexión, a su lenta digestión y a la “verborrea digital”

Enlaces | Otra crítica de Babel en cuak
Trailer de la película Babel

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