Reparto: Belén Rueda (Laura), Geraldine Chaplin (Aurora), Fernando Cayo (Carlos), Roger Príncep (Simón), Mabel Rivera (Pilar), Montserrat Carulla (Benigna), Andrés Gertrudix (Enrique), Edgar Vivar (Balabán).
Guión: Sergio G. Sánchez.
Producción: Joaquín Padró, Mar Targarona y Álvaro Augustín.
Producción ejecutiva: Guillermo del Toro.
Música: Fernando Velázquez.
Fotografía: Óscar Faura.
Montaje: Elena Ruiz.
Dirección artística: Josep Rosell.
Vestuario: María Reyes.
México, España, 2007
En primer lugar recordar que El Orfanato ha sido la película elegida por la academia de cine española para representar a nuestro país en la próxima edición de los premios Oscar de la academia de cine americana. Como hoy mismo os contábamos, en la categoría de película de habla no inglesa compiten un total de 63 películas, que seguramente tras pasar alguna criba intermedia, darán las 5 nominadas finales.
No me gusta mucho desbaratar el argumento de las películas, pero intentaré contar un poco por encima la historia que esta cuenta.
Laura (Belén Rueda), antigua internada en un orfanato, ha vuelto a la casa en la que se crió, ya abandonada, para abrir en ella una residencia para niños discapacitados. Le acompañan su marido, médico, y su hijo, que en su imaginación crea amigos imaginarios.
Sus padres se lo habían intentado ocultar hasta que fuera algo más mayor, pero a partir de ese momento todo se descontrola hasta que misteriosamente el niño desaparece.
Pasan los meses y todo parece perdido, pero Laura no quiere dar por perdido a su hijo y siguiendo primero la pista de una extraña anciana que ha pillado merodeando por la casa y la de los “amigos imaginarios” de su hijo después, se aferra a todo lo que puede para intentar encontrar a su hijo, al que no cree muerto.
Bueno, creo que ya he contado incluso de más. La película trata sobre la delgada línea que separa la imaginación del mundo de los espíritus, la locura y los traumas de la pérdida de un ser querido.
Para mí hay dos referencias claras que son ineludibles. Una del cine reciente español: Los Otros, (de Amenábar, como el anterior éxito de la prota Belén Rueda, Mar Adentro) sobre todo porque la fuerza de la protagonista femenina luchando por sus hijos es similar en una y en otra, hay historia de fantasmas por medio y caserón antiguo que esconde sus secretos.
La otra es sin duda The Dark, también con casa, hija desaparecida al lado del mar, leyenda de vivos y muertos, padre segundón y madre que se agarra a un clavo ardiendo para recuperar a su hija.
Sobre la realización en sí, me han gustado los originales créditos iniciales, con las manos infantiles rasgando el papel de la pared en la que van apareciendo los nombres y esas rajas que atraviesan la pared y que me han recordado mi reciente visita la semana pasada al museo Tate Modern de Londres, en cuyo piso inferior han creado una enorme raja que pretende simbolizar la separación entre los 2 mundos, rico y pobre. Aquí también simbolizará eso, la separación entre la cordura y la locura, entre los vivos y los muertos.
Quizás en cuanto al guión, aunque consigue atrapar la atención, haya que dejar una duda en cuanto a la poca originalidad del mismo y a aportar pocas cosas novedosas o que llamen la atención.
En el apartado actoral, para mi es un pedazo de reparto que tiene (supongo que también el presupuesto). En papeles bastante secundarios destaca la veterana Gerealdine Chaplin y el joven, aunque con sobrada experiencia Andrés Gertrudix. Una pena que su papel sea tan pequeño, porque es un pedazo de actor.
El niño de la película en torno al que gira toda la trama es Roger Príncep, de cuyo futuro no me atrevo a decir nada, por la corta edad que tiene, pero que destaca en todas sus escenas por su buen hacer y su naturalidad. De su padre hace Fernando Cayo, un rostro conocido en la televisión y el cine españoles y cuyo personaje le da para algunos pequeños momentos de lucimiento.
En general la película está muy bien realizada, las interpretaciones son excelentes, tiene momentos de susto, de intriga y consigue atraer la atención, pero tiene un fallo que para mí es muy gordo: el final sobra.
Esa es una de las peores cosas que se puede hacer con una obra, no saber acabarla en su punto adecuado. En este caso hay un punto donde más o menos queda cerrada la historia y a raíz de ahí cada uno podría hacerse “su propia película”, nunca mejor dicho, pero el director nos ofrece la suya y acabas saliendo del cine con un momento final de bajón. Incluso yo diría que se presta a que en la edición en DVD se ofrezca algún final alternativo.
Por culpa de ese final no salí del cine con buen sabor de boca y por eso mi impresión general de la película no es acorde con la buenas maneras que hay en la realización, pero así es el cine.
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