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La leyenda del pianista sobre el océano crítica película

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La leyenda del pianista sobre el océano Dirección Giuseppe Tornatore
Intérpretes Tim Roth (Novecento) Pruitt Taylor Vince (Max)
Mélanie Thierry (Chica) Bill Nunn (Danny Boodmann)
Peter Vaughan (Propietario tienda de música)
Guión Giuseppe Tornatore
Fotografía Lajos Koltai
Música Ennio Morricone
Montaje Massimo Quaglia
Año 1998
Nacionalidad USA
Género Drama
Duración 125 m
T. original La leggenda del pianista sull’oceano

Basado en el libro Novecento del escritor italiano Alessandro Baricco (autor a su vez de Seda u Océano Mare) Guiseppe Tornatore pergeña una película deliciosa. En uno de esos grandes barcos que llevan a los emigrantes Europeos a América, un bebé resulta abandonado en las escaleras. Es entonces acogido por uno de los hombres que trabaja alimentando las calderas, en las entrañas del barco. Al niño lo llama su padre adoptivo Novecento, pues su vida transcurre en los primeros años del siglo XX, mil novecientos, de ahí novecientos o Novecento en italiano

Novecento vive en el barco sin salir de él. Una noche se encarama sobre un piano y comienza a tocar. Suena música celestial para asombro de los pasajeros al ver a un niño al mando del piano, extrayendo tales melodías. Desde ese momento Novecento vivirá para la música. No tiene maestros, sino que toca de oído. Se inspira en lo que ve a su alrededor y ameniza las travesías de los emigrantes que buscan hacer realidad sus sueños en los Estados Unidos, tierra de promisión.

La historia se nos cuenta a través de la figura del trompetista Max el cual llega a una casa de empeños para vender su trompeta. Allí entabla conversación con el comerciante-usurero que al oirle tocar tan bien su instrumento y picado por la curiosidad le pone un disco en el gramófono. Max queda asombrado, al conocer muy bien el intérprete de esa música. Es de Novecento, pero nadie nunca consiguió que Novecento grabara algo. Max comienza a contar la historia del pianista sobre el océano. Entre el trompetista y el pianista surge una bonita amistad. Ellos dos y el resto de la banda de música amenizan las noches de los viajeros, e incluso como si un duelo del lejano oeste se tratara, Novecento medirá sus fuerzas con el considerado como mejor pianista del mundo. Un altivo hombre negro que dejará el barco con el rabo entre las piernas y la moral hecha añicos.

Max se afana en hacer que Novecento pise tierra firme, conozca otro mundo y deje el mar. Sin éxito. Novecento se siente como pez en el agua, dentro del barco. Es esa su casa y su mundo. Algo que puede controlar, un teclado con un número determinado de teclas, del que extraer infinitas melodías, sin tener que verse obligado a elegir a cada instante que calle tomar, que autobús coger, que fruta comprar, etc, obligaciones propias de la vida en la gran urbe.

Vista la importancia que la música tiene en la película, me pica la curiosidad por saber cómo hizo Baricco para tratar ese asunto de vital importancia en su libro, haciendo uso de letras en lugar de notas musicales, asi que no descarto su inminente lectura. Tim Roth está estupendo en la piel de Novecento. La historia es un cuento agridulce, tierno y entrañable que se disfruta de comienzo a fin, todo ello contado con un halo fantasioso a la par que poético que me ha hecho gozar de lo lindo.

Tornatore como ya hizo con Cinema Paradiso o con Malena vuelva a ofrecernos una película preciosa, a lo que contribuye la magníficia banda sonora obra de Ennio Morricone, una preciosista fotografía y unos buenos decorados para recrear el barco.

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