Nuestro hermano mayor, el cine USA, a pesar de todas las crisis habidas y por haber nos sigue comiendo el pan. Ellos también cometen fallos, pero la capacidad de venderse y de enmendar errores no se encuentra en nuestro cine.
Prueba de ello son los cambios que hacen anualmente en las reglas que rigen sus premios, los Oscars. Sí, señores, las reglas están para cambiarse cuando no funcionan, pero hay que hacerlo para mejor. Lo cierto es que esta gente parecía tener todo bien atado, y así es, pero los resultados sobre todo en un par de categorías el año pasado no fueron los esperados, a pesar de todo.
Uno de los grandes fiascos fue en el apartado de la Mejor Canción Original, donde de las 5 finalistas 3 canciones fueron de la misma película, Encantada: La historia de Giselle y al final ninguna de las 3 acabó ganando, lo hizo la fantástica interpretación de Falling Slowly de Once, clara favorita.
El otro, más sonado aún, se dio en el apartado de Mejor Película de Habla no Inglesa, y por segundo año consecutivo, ya que en la lista que hacen ahora de las 9 películas finalistas no estaban algunas de las favoritas.
En el caso de las Canciones, el principal cambio es que entre las nominadas finales ahora sólo podrá haber un máximo de 2 canciones de la misma película, con lo que una misma película se resta algo de competencia a sí misma. A pesar de esto siguen pudiendo ser presentadas todas las canciones que se quieran por película para la fase inicial.
Sé que hay mucha gente a la que esto de los premios les parece artificial, manipulado, injusto, parcial, ostentoso u otros calificativos que invariablemente asocian a este tipo de actos. Los premios son premios, llevan implícito partes positivas y negativas, de arte, de espectáculo, de reconocimiento, de marketing,… pero al fin y al cabo es una industria en la que los propios componentes se reconocen el trabajo hecho en el año entre ellos mismos.
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