Un parecido poco razonable, entre la realidad y la ficción. En el año 1982 el director especializado en cine de terror Tobe Hooper (La Matanza de Texas) dirigió una película de mucho miedo: Poltergeist.
Con el tiempo, 2 continuaciones, la muerte de la pequeña e inquietante actriz protagonista y más muertes entre los miembros del equipo, sobre la película se creó una leyenda negra: estaba maldita.
Como suele suceder en estos casos, las historias que se oyen son abundantes, cada uno cuenta lo que quiere y como quiere, pero aunque se empeñe el mismísimo Iker Jiménez en querer hacérnoslo creer, cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.
Empezando por lo cierto, es verdad que la joven actriz que interpretaba a la niña protagonista, Heather O’Rourke, falleció a la temprana edad de 13 años, aunque por una afección intestinal que los médicos no lograron diagnosticar correctamente a tiempo.
A Dominique Dunne, que interpretaba a su hermana mayor, no la estranguló su novio al volverse loco. Desgraciadamente, y como seguimos viendo diariamente en los telediarios, era víctima de malos tratos desde hacía tiempo y un día sucedió lo que algunos ya venían viendo desde hacía tiempo.
Los actores Julian Beck (uno de los malos) y Will Sampson (el chamán indio), supuestamente muertos el primero por un cáncer fulminante y el segundo por una obligada y repentina operación de corazón de la que no salió, llevaban tiempo sufriendo estas afecciones. Llevaban condenados desde bastante tiempo antes de enrolarse en la saga.
Hay algunas otras muertes relacionadas de miembros técnicos del equipo, incluso se inventó que la propia sede de la productora de la película, Amblin, perteneciente a Steven Spielberg (al que por cierto, no le ha ido nada mal, haya maldiciones o no), también estaba construida encima de un cementerio indio, algo más falso que un euro de Franco.
En fin, que de maldición nada de nada, pero la película da bastante yuyu, eso es verdad.
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