Dirección: Roland Joffé.
Reparto: Elisha Cuthbert (Jennifer), Daniel Gillies (Gary), Pruitt Taylor Vince (Ben), Maggie Damon, Michael Harney (Bettiger), Laz Alonso (Disantos).
Guión: Larry Cohen y Joseph Tura; basado en un argumento de Larry Cohen.
Producción: Mark Damon, Leonid Minkovski, Serge Konov y Gary Mehlman.
Música: Marco Beltrami.
Fotografía: Daniel Pearl.
Montaje: Richard Nord.
Diseño de producción: Addis Gadzhiev.
Vestuario: Jennifer Marlin.
USA, Rusia, 2007
Lo Mejor: Elisha Cuthbert
Lo peor: el resto
Supongo que a la sombra de Saw y sus secuelas, han nacido películas como esta que tratan de psicópatas que no son despiadados con sus víctimas, sino que les obligan a ponerse ellos mismos en situaciones desesperadas, que disfrutan viendo sufrir a sus víctimas de forma despiadada.
En esta ocasión, el psicópata de turno de encarga de secuestrar jovencitas a las que retiene para hacerlas sufrir. La última de ellas es Jennifer (Elisha Cuthbert), una modelo publicitaria que se dedica, según ella, a ser famosa. Mientras está cautiva descubre que junto a su celda hay otra en la que su captor tiene retenido a un joven…
Y el que siga leyendo a partir de aquí, es porque me va a hacer caso y no quiere ver la película.
El guión lo firman un tal Joseph Tura y Larry Cohen, que no es el tercero de los populares hermanos Cohen. Y se nota. Pero alma de cántaro, si desde el primer momento se les ve el plumero.
Para empezar. Es una película donde los personajes son mínimos, pero al malo se le ve corpulento, aunque se oculta su rostro, que por algo será. Justo, porque tiene que ser uno de los personajes que se ven fuera de la «prisión», sino no tendría sentido taparle la cara.
Seguimos. Manda huevos, que una tía que al final nos demuestra que tiene más luces de las que aparentaba, no sospeche del que está encerrada con ella. La relación parece de chiste, concretamente me recuerda al que pasa a casa de la vecina y le dice: “¿Me puedes dar un poco de sal?” y ella le contesta: “Hay que ver que labia tienes. Pasa para la cama”. Lo que digo, de chiste.
Por mucho que se encuentren en una delicada y desesperada situación, ¿en ningún momento se le ocurre a ella sospechar de él, a pesar de que el secuestrador haga el paripé con ambos? ¿Cómo se le ocurre echarse en sus brazos sin más ni más y tragarse todas las memeces que le dice?
No le encuentro sentido a muchas partes de la historia, porque no están bien argumentadas. En el último tercio de la película, cuando se descubren los motivos de porqué está atrapada, la historia adquiere algo de interés, pero ni con esas. El tío, para llevar tiempo en ello, piensa muy poco las cosas, no mata bien ni a uno, deja las fotos y las pistas por ahí para que ella las vea fácilmente y le cuenta un plan ridículo para irse los dos juntos y ser felices, que por otra parte ella se traga sin más… (al principio) pero es la única a ese lado de la pantalla, porque al lado del espectador no hay ni uno que se lo crea.
Lo único bueno que se me ocurre es el tirón de la explosiva Elisha Cuthbert, que sigue demostrando que es una de las jóvenes más guapas del panorama actoral actual, y de la que ya hemos disfrutado en películas como La casa de cera, La Chica de al lado, Love Actually o en la Serie 24 y en todas ellas igual de estupenda. La parte física la cubre con creces, pero además, de vez en cuando, cuando le dejan un pequeño espacio para interpretar, la chica también lo hace bien. Claro, que los productores la fichan para enseñar cacho, y todavía está por ver que demuestre todas sus dotes interpretativas. Algún día lo hará, estoy seguro.
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