Dirección: Giulio Manfredonia.
Reparto: Alberto Albanese (Filippo), Goya Toledo (Rita), Fabio de Luigi (Enrico), Pepón Nieto (Bob), Beatriz Rico (Candela), Esther Ortega (Marta), Asunción Balaguer (Rosa), José Ángel Egido (Realizador), Carlos Luca Reñe (Carlos), María Pilar Pérez (Miriam).
Guión: Valentina Capecci, Giulio Manfredonia y Andrés Koppel; basado en el guión de «Atrapado en el tiempo» (1993) de Danny Rubin y Harold Ramis.
Producción: Ricardo Tozzi, Giovanni Stabilini y Marco Chimenz.
Música: Mario de Benito.
Fotografía: Roberto Forza.
Montaje: Roberto Martucci.
Diseño de producción: Juan Carlos Suárez Bodelón.
Vestuario: Lia Morandini.
Género: Comedia con Refrito
Italia, España, Reino Unido, 2004
Hablando de paradojas temporales, hay una película que se lleva la palma, tanto en su planteamiento como en sus resultados. Me refiero a Atrapado en el Tiempo, también conocida por lo que sería la traducción de su título original, El Día de la Marmota.
Seguro que hay muchos que no lo sabían, pero en el año 2004 se rodó un remake europeo de esta película, en una coproducción modesta donde italianos y españoles ponían la mayor parte del equipo técnico y artístico.
En este caso las comparaciones son inevitables. Si en la original la historia se desarrollaba en un pueblecito de la América profunda y una marmota que predecía la duración del invierno era sobre lo que ésta giraba, aquí son las cigüeñas y una migración anómala en las Islas Canarias lo que hace situar la historia en estas islas. En cualquier caso, al inicio se hace una referencia a las marmotas, en un pequeño guiño a la historia original. El día también cambia, aquí es un 13 de Agosto el que se repite hasta la saciedad.
Por centrarse respecto a las referencias, el papel de Bill Murray y el cámara que lo acompaña, son interpretados por los italianos Alberto Albanese y Fabio de Luigi, ninguno de los 2 excesivamente conocido más allá de los Alpes (es un decir), aunque al primero lo hemos podido ver en Manuale d’amore 2, bien acompañado junto a la Belucci y la Pataki.
El personaje de Andie McDowell varía en esta versión. No hay productora que los acompañe y el rol de chica maja con todos y borde con el prota a la que al final tiene que camelarse, es el una bióloga de la zona que les acompaña en el seguimiento de las cigüeñas. Está interpretada por la canaria Goya Toledo, un poco más sosa de lo que nos ha dejado ver en otras interpretaciones mucho mejores que esta, como recientemente en Las 13 Rosas, hace ya algunos años en Amores Perros o en la película que realizó justo después de esta, Fuera del Cuerpo, que también trataba de otro tipo de paradojas, en esta ocasión entre la realidad y la ficción.
Entre el resto de españoles destacan Pepón Nieto, con un papel tontorrón que le viene al pelo, muy similar (en cuanto a simplón) al que interpreta Beatriz Rico. También está a la medida el personaje de Asunción Balaguer, que hace de la simpática dueña del hostal. Esther Ortega tiene otro de los papeles secundarios. Igual el nombre no les dice mucho, pero recientemente ha interpretado uno de los personajes policiales de la serie Desaparecida, después reconvertida en U.C.O., junto a Miguel Ángel Solá. Aquí enseña algo más de chica que en la serie televisiva (y supongo que menos que en Los Borgia, ni por esas me animo a verla) y se interesa más por “la política de Aznar” (chistecillo de la peli). Parece que eso le dio puntos para intervenir en Italia en Médico de Familia (¡¡!!) y como presentadora de televisión.
La genialidad de la película original es imposible de mejorar, sobre todo cuando lo que se intenta es imitar, cambiando las localizaciones, pero manteniendo la línea argumental, porque el prota se sigue levantando con la radio, bajando al hotel, intenta ligar con la chica, va pasando de un mal carácter a otro mejor y por el camino se muestra eufórico, depresivo, suicida, ligón, poético,…
Por lo demás es parecido. Los personajes no tienen el encanto del original, ni mucho menos, y al tener siempre en mente la original los primeros compases se hacen bastante pesados, no empieza a tener un mínimo interés más que hacia el final, pero cuando parece que puede empezar a contar algo nuevo, decae y termina sin acabar de mostrar nada que valga especialmente la pena, así que mejor quedarse con la original.
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