Dirección: Susanne Bier.
Países: USA y Reino Unido. Año: 2007.
Duración: 118 min. Género: Drama.
Interpretación: Halle Berry (Audrey Burke), Benicio del Toro (Jerry Sunborne), David Duchovny (Brian Burke), Alison Lohman (Kelly), Omar Benson Miller (Neal), John Carroll Lynch (Howard Glassman), Alexis Llewellyn (Harper Burke), Micah Berry (Dory Burke).
Guión: Allan Loeb. Producción: Sam Mendes y Sam Mercer.
Música: Johan Söderqvist. Fotografía: Tom Stern.
Montaje: Pernille Bech Christensen y Bruce Cannon.
Diseño de producción: Richard Sherman.
Vestuario: Karen Matthews.
Tras “Hermanos” y “Después de la boda” ahora hablo de Cosas que perdimos en el fuego dirigida al igual que las dos primeras por la directora danesa Susanne Bier, que ha dado así su salto a Hollywood.
Comienza la película con un funeral. Vemos a la viuda Audrey con sus dos hijos asimilando ese duro momento. Al entierro acude Jerry, un amigo del difunto Brian. A ambos les unía una fuerte amistad, que mantienen desde la infancia, a pesar de que Jerry anda metido en drogas, vive en un cuchitril y no tiene nada que le aliente a vivir.
Audrey no entiende como su marido sigue viéndolo durante todo este tiempo celebrando con él sus cumpleaños. Cree que Jerry quiere aprovecharse de él, mientras que Brian le hace ver que lo suyo es una amistad recíproca, donde cada uno se ocupa del otro a su manera.
Audrey que siempre odió a Jerry, ahora que su marido no está cree que le debe algo, así que para sentirse mejor y visto donde vive Jerry le ofrece a este venirse a vivir con ellos, a un garage que tienen acondicionado como habitación. Jerry accede.
(en este sentido la película es muy similar a Hermanos, donde ante un soldado que es dado por muerto en el frente, su hermano entra poco a poco en la vida de la viuda, llegando a intimar con esta y asumiendo el papel de padre. Aquí en lugar de hermanos son amigos de sangre, pero ambos son pendencieros e irresponsables)
Si es posible la enmienda ya se verá. Audrey se mostrará recelosa porque a pesar de que Jerry no tiene en mente suplantar a nadie, aunque los pequeños enseguida ven en él a un padre, el cual sabe muchas cosas de ellos, cosas que Brian le ha contado, algunas incluso son desconocidas para Audrey lo cual aún le repatea más a esta, porque es como si hubiera cosas que Brian prefiriera compartir antes con él que con ella, enseguida se crean lazos afectivos dificiles de romper (es interesante abordar la cuestión de si una esposa es de verdad la mejor amiga)
Las drogas seguirán estando presentes y ahí la película resulta realista, porque no se soluciona con un “lo dejo” y en la siguiente escena ya estoy curado. Jerry asiste a sesiones de rehabilitación con otros como él, y lo intenta pero como se verá no siempre es fácil.
Susanne Bier sigue con su particular estilo de rodar, cámara en mano, y como en las dos películas antes citadas en esta también hay un buen número de planos que registran los ojos y en menor manera las manos de los protagonistas. Ojos llorosos e impotentes, que rara vez se iluminan cuando su boca pergeña una sonrisa. Planos que intentan descifrar la pena, la angustia, la soledad, la frustración que sienten los protagonistas. Se recurre a su vez a los flash-backs que permiten conocer algo más del difunto, de su vida hogareña, de su forma de ser y por qué murió, en acto de servicio cívico.
A pesar de unas interpretaciones meritorias, tanto en la contenida Halle Berry que resulta muy convincente como viuda doliente, mostrando su rostro esa ira, odio y rabia contenida con algún destello de cicatrización, como Benicio del Toro que se da al papel sin reservas, y da todo lo que su personaje requiere, así que a su rostro cincelado por las manos del averno, pone su cuerpo, para dar vida a ese abogado ultimado como drogadicto que transita entre cascotes y un porvenir que amenaza ruina, sin tener claro si merece la pena el esfuerzo de vivir.
La presencia de David Duchovny es testimonial poniendo rostro a ese padre bonachón.
Por último citar a Kelly, interpretada por la actriz Alison Lohman que muestra una gran naturalidad y un físico que seguro le abrirá muchas puertas.
Sus casi dos horas resultan un tanto pesadas. Hubiera ayudado la eliminación de ciertos secuencias, a fin de concentrar más el dramatismo de la historia y aumentar la intensidad de ciertos pasajes. A pesar pues de su elegante puesta en escena, de unos actores que lo dan todo y de una historia dramática de las de hincharse a llorar, solo en algunos momentos me ha llegado a emocionar, momentos previsibles, donde al tocar la melodía que todos conocemos se humedece el lagrimal, pero eso en Bier, es poco mérito, algo al alcance de muchos. De ella tras ver “Después de la boda”, esperaba mucho más.