Dirección: Peyton Reed.
Reparto: Vince Vaughn (Gary Grobowski), Jennifer Aniston (Brooke Meyers), Joey Lauren Adams (Addie), Ann-Margret (Wendy Meyers), Jason Bateman (Riggleman), Judy Davis (Marilyn Dean), Vincent D’Onofrio (Dennis Grobowski), Jon Favreau (Johnny O), Cole Hauser (Lupus Grobowski), John Michael Higgins (Richard Meyers), Justin Long (Christopher), Peter Billingsley (Andrew).
Guión: Jeremy Garelick y Jay Lavender; basado en un argumento de Vince Vaughn, Jeremy Garelick y Jay Lavender.
Producción: Vince Vaughn y Scott Stuber.
Música: Jon Brion.
Fotografía: Eric Edwards.
Montaje: David Rosenbloom y Dan Lebental.
Vestuario: Carol Oditz.
Género: Comedia Romántica/Coñazo
USA 2006
Desde que Meg Ryan dejó de lado el género de la comedia romántica (y casi el cine, porque después de enseñar cacho con En Carne Viva, poco se le ha visto su rubia cabellera), esta se ha quedado huérfana buscando una nueva reina.
Jennifer Aniston ha sido una de las candidatas al trono y va enlazando una película con otra, llevándose su buen sueldo, pero sin acabar de dar el pelotazo. Ha mostrado sus sugerentes curvas y su carita de buena por diversas películas como Sin Control o Como Dios, muy diferentes por ejemplo a esta que nos ocupa, pero en ninguna de ellas ha conseguido sobresalir ni llevarse el reconocimiento que le haría subir en el escalafón de la industria del cine. Como suele pasar, una larga carrera en televisión encasillada en una única serie, Friends en su caso, hace que se haga difícil verla en otros papeles.
Separados no deja de ser una comedia romántica más, típica y poco inspirada (¿cuántas lo han sido desde Cuando Harry encontró a Sally?), que terminas de ver y estás exactamente igual que al principio. Aporta poco a la memoria cinéfila perdurable, y quizás sólo un poco a la retinal por el pequeño destape de la escena del “Koyak”, pero creo que ni eso.
Es curioso su inicio, ya que tras un episodio introductorio de cómo la pareja se conoció, los créditos iniciales se muestran sobre un fondo compuesto por algo ya tan antiguo como un álbum fotográfico, algo tan importante en una relación hace unos años y que ha quedado tan en desuso en la era de las cámaras digitales, donde las fotos casuales, desenfocadas, descentradas, en fin, todas esas que mostraban lo imperfecto del mundo real, cada vez son menos habituales.
La pareja protagonista, Jennifer Anniston y Vince Vaughn, tienen menos química que el arsenal de Sadam Hussein. Para ser sinceros, todavía con Sin Control en la memoria, esta chica no tiene química con nadie. Lo que le sobra de guapa, porque lo es, le falta de gancho con sus parejas en el cine. Pero la culpa no es sólo suya, porque Vaughn, con la desgana de su personaje tampoco se me ocurre otra actriz con la que pudiera hacer mejores migas. Una buena solución es que vemos, como ya he dicho, el inicio de la relación y cuando las cosas ya están mal, no se ve la parte donde se deberían llevar bien, así que no es tan importante la “química como pareja sentimental”, aunque tampoco la tiene sólo como “pareja protagonista”. Y eso que él además es productor…
Todo esto se prodía arreglar si el guión tuviera algo de original, pero no es así o si el resto de personajes que los secundan tuvieran algo destacable, que está todavía más lejos de ser cierto. El secretario que tiene la Aniston es una mezcla de los estereotipos de tonto y tipo con pluma, penoso. Su jefa… no le encuentro sentido. Los amigos y familiares son estúpidos y estás deseando que desaparezcan de escena (y algunos son actores con tablas en la comedia como Jon Favreau y Joey Lauren Adams) y Vincent D’Onofrio puede echar a perder su carrera como siga apareciendo así de gordo y patoso (de aquí al Soldado Patoso de La Cháqueta Metálica podría haberse reencarnado 3 veces).
Lo único que salvaría sería la idea de la dualidad realidad/juego de boxeo de la escena del “Koyak”, donde deja a su ex K.O., aunque no deja de ser facilona.
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