Dirección: Bent Hamer.
Países: Noruega y USA.
Año: 2005.Duración: 94 min.
Género: Drama.
Interpretación: Matt Dillon (Hank Chinaski), Lili Taylor (Jan), Marisa Tomei (Laura), Fisher Stevens (Manny), Didier Flamand (Pierre), Adrienne Shelly (Jerry), Karen Young (Grace), Tom Lyons (Tony Endicott).
Guión: Bent Hamer y Jim Stark; basado en la novela de Charles Bukowski.
Producción: Jim Stark y Bent Hamer.
Música: Kristin Asbjørnsen.
Fotografía: John Christian Rosenlund.Montaje: Pål Gengenbach.
Diseño de producción: Eve Cauley Turner.
Vestuario: Tere Duncan.
Factótum (fac totum, haz todo) nos acerca la figura del poeta americano de origen alemán Charles Bukowski, pero lo hace de tal manera, que tras el visionado de la película poco o nada nuevo sabemos del vate maldito. Lo vemos cambiar de trabajo con frecuencia, a resultas de su afición a la bebida que le empuja irremediablemente a los bares, dejando sus puestos de trabajo, en los que desarrolla diferentes labores, todos de poca importancia y escasa cualificación, ya sea de limpiador, rellenando cajas, empleando en una tienda de recambios de bicicletas…
Henry Chinaski, que así se llama el personaje de las noveles de Bukowki, cobra el subsidio, gana algún dinero con las apuestas de caballos, otro de sus vicios, junto a las mujeres, con las que no tiene futuro y acaba dejando. Lo vemos garabatear en sus cuadernos, escribiendo relatos que envía a las revistas. Los cuales son rechazados uno tras otro.
Nada vemos de los años en los que Bukowski trabajó como cartero, de su afición por la música clásica que escuchaba a todas horas mientras escribía. Finalmente sus relatos comenzaron a publicarse, luego publicaría libros de poesía, otros en prosa, donde daba rienda suelta a su particular mundo poblado de prostitutas, borrachos, perdedores y desheredados, a los que Bukowski rinde tributo, pues él era uno de ellos, que se refugió en la literatura y en la bebida para luchar contra lo que le rodeaba, blandiendo su espada entre los renglones de sus escritos.
Al final, Bukowski viajó a Europa a dar recitales de poesía, acrecentó su fama de poeta maldito, siguió empinando el codo y escribiendo. Moriría en un mansión, con más dinero del que podía gastar, habiendo cumplido su sueño: no encontrar un amor pleno y duradero, el calor de un hogar, no. El buscaba el éxito, la fama y lo consiguió.
Sus escritos son universales al igual que su figura. Hace ya muchos años que cayó en mis manos el libro Factótum, el primero que leí de Charles Bukowski. Luego vendrían La senda del perdedor, Cartero, La máquina de follar y el que más me gusta, Peleando a la contra, un compendio de relatos y poesías que es el libro ideal para conocer y disfrutar de los irónicos escritos de Bukowski. La película es otra cosa. Matt Dillon se esfuerza en ser el sosias perfecto de Bukowski, pero le falta algo más de tripa, y más mala leche, pues se nos antoja bastante panoli, poco maleado. No vemos tampoco su agitada vida amorosa, sus borracheras continuas, todo eso queda muy difuminado, tomando de su biografía un momento concreto de su vida, que como decía al comienzo no permite ni mucho menos acercarse a Charles Bukowski como es debido.
Con el biopic de un escritor parecería lógico que el espectador sintiera al ver la película algún interés por acercarse a la obra del mismo, pero con Factótum creo que aquel que no haya oído nunca hablar de Bukowski, no le quedarán ganas de leer nada suyo, porque como ocurre muchas veces y tan bien lo cantaba el grupo “Los Secretos” en una de sus canciones
«pero como explicar que me vuelvo vulgar al bajarme de cada escenario»
Bukowski era mucho mejor escritor, poeta, novelista, cuentacuentos que persona, su obra supera con creces a su figura, de ahí que este biopic peque de insulso y sea muy poco atractivo, al no explotar apenas la vena maldita del escritor, su proceso literario y autodestructivo. La película es gélido, fría como una luna de miel en un iglú. Pero es lo que hay.
Después de ver la película me haría la siguiente reflexión. ¿Cómo de fina es la línea que separa el éxito del fracaso?. Bukowski obtuvo un no por respuesta, miles de veces, pero siguió en sus trece, escribiendo sus relatos, hasta que al final le publicaron uno, luego otro, para finalmente ganarse la vida como escritor.
¿Quién puede llamarse escritor?. ¿El que lo hace de modo profesional y vende libros, o el que escribe, sin la luz de los focos, ni reconocimiento alguno y es posible que nunca vea nada suyo publicado por mucho que se empeñe?.
A sombre alargada de Bukowski han surgido una legión de escritores entre los que citamos a Chufowski que recientemente ha creado una sugerente blog de literatura con relatos, poesías, devaneos y demás variantes literarias.
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