Dirección: Isidro Ortiz.
País: España. Año: 2008. Duración: 91 min. Género: Thriller.
Interpretación: Junio Valverde (Santi), Blanca Suárez (Ángela), Jimmy Barnatán (Leo), Mar Sodupe (Julia), Francesc Orella (Dimas), Roberto Enríquez (Antonio), Andrés Herrera (Fabián), Paul Berrondo (Óscar), Anna Ycolbazeta (Gloria), Berta Ros (Erika Hassel), José María Domenech (Teófilo), Christian Najera (Raúl), Pau Poch (Tito).
Guión: Hernán Migoya, Alejandro Hernández, José Gamo e Isidro Ortiz.
Producción: Ramón Vidal y Álvaro Augustín.
Música: Fernando Velázquez. Fotografía: Josep María Civit.
Montaje: Bernat Aragonés.
Dirección artística: Pilar Revuelta.
Vestuario: Eva Arreche.
Un producto ha de venderse. Es lo que marca el mercado y la esencia del mismo en un contexto capitalista. Se ha de recuperar lo invertido, si no mal asunto. La mayoría de películas españolas se financian con subvenciones de aquí y de allá, pero lo recaudado es tan magro que apenas les permite recuperar lo invertido (salvo contadas excepciones de directores por todos conocidos como Amenábar, Almodóvar, Alex de la Iglesia, León de Aranoa…). A la hora de hacer una película puede abordarse impelido por el aliento artístico (sin importar lo más mínimo que recaude o no, como “La soledad”), o hacer un producto comercial, con el firme propósito de llevar al mayor número de personas al cine, dispuestas estas a dejarse más de seis euros por verla. Tras ver muchas películas, me temo que con el pirateo y la escasa calidad de la mayoría de las películas que se estrenan, tanto nacionales como extranjeras (o hemos de decir americanas), hay que ofrecer algo muy espectacular (de ahí la tendencia a al pirotecnia y sobreabundancia de efectos digitales) para que la gente vaya al cine y pague una entrada. Ante esas premisas, ¿qué hay en Eskalofrío lo suficientemente reseñable o artístico como para pagar una entrada de cine?. En tres palabras; nada de nada.
La historia es de terror. Nada que no hayamos visto antes mejor contado, con mayores dosis de suspense y una puesta en escena mucho más terrorífica.
Va de lo siguiente. Un joven (Santi), con fobia al sol (¿se trata acaso de un vampiro o todo es fruto de su imaginación, pobladas sus pesadillas de sueños de esta índole?), decide a instancia de su madre dejar su residencia habitual y mudarse a un terreno más sombrío, donde los rayos solares no sigan atormentando al muchacho, que nos lo pintan de raro (¿por su afición a los comic?), a fin de que este puede restablecerse de su malestar.
Así que recalan en una casa de piedra solariega, en un pueblecito sito en pleno bosque (espectacular paisaje ¿Cantabria?). La casa asusta, tanto como el bosque, convertido en amenaza latente, o los habitantes del pueblo, ya sea el abuelo misterioso que calla más de lo que habla o los cazadores hartos de ver como sus rebaños son diezmados por algo a lo que no consiguen poner cara. En el bosque mora una bestia extraña que no sólo mata animales sino también adolescentes como se verá.
La llegada al pueblo de la madre y su retoño hace aflorar las reticencias del personal. Si bien, la madre enseguida ve como el policía local le tira los tejos. El joven a su vez recibe la amistad de un joven muy guapa llamada Ángela, que no es otra que la actriz Blanca Suárez (Julia en el Internado)
Con la muerte de un adolescente en el bosque y estando el recién llegado presente, los dedos acusadores se orientan hacia su persona. Otra muerte más hace que todos tengan claro que el joven recién llegado es el culpable de las muertes, mientras que éste se defiende de las acusaciones culpando a un tercero, a un ser, que bien podría ser humano.
Como todo tiene que ir de la mano, el joven encontrará en el desván de la casa, entre objetos forrados de polvo, una foto de una niña con su nombre. Luego busca en internet (google mediante) y allí halla cosas muy interesantes sobre esa niña, simplemente escribiendo su nombre y apellido. Hablamos tanto de documentos escritos como de fotografías. Enseguida nos coscamos de lo que pasa, de quién está detrás de esas atroces muertes, y de por qué uno de los del pueblo, que parece ser un santo varón y es más malo que la tiña, no puede permitirse el lujo de que ciertos hechos pasados salgan a la luz empleando para ellos todos los cartuchos a su alcance.
Las escenas en el bosque, rodadas de noche, son tan confusas, jugando de tal modo al despiste que apenas me he enterado de cuanto acontece. No faltan los recursos tipo “La Bruja de Blair” o “Rec”, ya saben, recurrir a una cámara de vídeo que portan los protagonistas para registrar ciertos hechos. El papel de la madre, del policía y de cuantos parroquianos pululan por la pantalla es mera anécdota, pues de lo que se trata, es de que la bestia del bosque, ante su indisimulada presencia nos lleve al borde la taquicardia, nos ponga los pelos de punta, al punto de mentarla, pero esto no sucede. Así que la hora y media se va sin ofrecer apenas nada, dejando únicamente para el recuerdo el luminoso rostro de Blanca Suárez, a la cual espero que le ofrezcan algún papel que no sea el de la típica adolescente donde pueda lucir sus dotes interpretativas. Para suspense me quedo con El Rey de la montaña, que pese a sus fallos si genera un cosquilleo que podríamos llamar angustia.
¿Eskalofríos?. Más bien bostezos.
Me encanta Blanca Suárez.
No me parece mala. Tampoco es un peliculón, pero resulta entretenida, y el sitio donde transcurre la historia tiene su punto.