Título original. Kirschblüten
Dirección y guión: Doris Dörrie.
Países: Alemania y Francia. Año: 2008. Duración: 127 min.
Género: Drama.
Interpretación: Elmar Wepper (Rudi), Hannelore Elsner (Trudi), Aya Irizuki (Yu), Nadja Uhl (Franzi), Maximilian Brückner (Karl), Birgit Minichmayr (Karolin), Floriane Daniel (Emma), Felix Eitner (Klaus).
Producción: Molly Von Fürstenberg y Harald Kügler.
Música: Claus Bantzer. Fotografía: Hanno Lentz.
Montaje: Inez Regnier y Frank Müller.
Diseño de producción: Bele Schneider. Vestuario: Sabine Greunig.
Me la recomendó un amigo y la vi y no me ha defraudado en absoluto, si no todo lo contrario, me alegro de haberla visto. La película es alemana y al igual que Wolke 9, manifiesta el buen momento del cine alemán.
La historia es poesía visual. Cuando Trudi recibe la noticia de que su marido Rudi está mal, y que cascará el huevo en breve, sin decirle a este nada, decide hacer algo antes de que llegue la parca, y así deciden ambos ir a ver a sus hijos que residen en Berlín. La vida moderna sumada al egoísmo hace que la visita de los progenitores se convierta en una pesada carga. Así que unos se pasan el marrón a los otros, y la única que está a la altura será la novia de la hija, que trata a la pareja con cierta dignidad. Sus vástagos mientras, siempre ocupados no ven el momento de perderlos de vista.
Cuando la pareja se traslada de Berlín al Mar Báltico, ella muere, y Rudi se encuentra ante una situación totalmente imprevista.
Echa la vista atrás para entender que su mujer, en su papel de ama de casa, era como un bestia encerrada en una jaula, que no había tenido ocasión de exteriorizar sus anhelos artísticos, había renunciado a todo por él, todo ello sin que esta jamás se quejase en ningún momento de su situación, sino mostrando un profundo amor hacia su esposo, el cual tras el trance de la pérdida, decide mudarse a Tokio a visitar a su hijo, el cual al igual que el resto de los hermanos, también está atareado y quiere quitarse a su padre de encima cuanto antes. No faltan los reproches hacia la figura paterna, al que nunca se le podía molestar y quizá ahora que los hijos son mayores y autónomos se cobran su venganza. El caso es que a la difunta le gustaba ejecutar un baile, el butoh, el mismo que lleva a cabo una joven en un parque. Así que Rudi trabará amistad con ella, y permitirá que el círculo se cierre, un círculo que tiene el aspecto de una corona de flores.
“Un viejo acompañado de una adolescente y vestido de mujer..”, para muchos esto sea la película que han visto, para otros entre quienes me incluyo, y digo otros porque supongo que habrá alguien de la misma opinión, Cerezos en flor, es un ejercicio poético de altura, una muestra de amor sobrenatural, un modo de afrontar el futuro y arrostrarse el pasado, pocas veces visto en una pantalla de cine, y la cosa cuaja porque no hay pretenciosidad alguna, ninguna clase de anhelo de transcendencia, nada somos, solo flor de un día, como las hojas de ese cerezo que dura un breve lapso de tiempo, el mismo que nuestra existencia en la tierra, breve tiempo para hacer muy pocas cosas, y las más de las veces erróneas.
La vida apenas solo dura un rato y es lo que tengo para estar contigo… Esto canta Fito. A ello me adhiero. Disfruten y vean esta película, si quieren o pueden.
Muy bonita. Al igual que en «Gran Torino», la vejez se trata como un problema de soledad. Se sale de ella a través de personas que a priori son lejanas en lo cultural, pero que al final resultan más acogedoras que la propia familia.