Cuando la épica se lleva a la primera guerra mundial (o a la segunda), es fácil obtener pelÃculas de interés, acción y que te dejen pegado a la butaca.
Estas pelÃculas suelen combinar planos cortos en los que se siente en el rostro el sufrimiento de los soldados, con otros largos en los que se aprecia lo que se han gastado en efectos explosivos, en la actualidad la mayor parte digitales.
En 1917 Sam Mendes ha querido contar la historia de 2 soldados que tienen una misión de una forma diferente, con un par de planos secuencia de casi 2 horas entre los 2, en los que además de las explosiones y otros desastres bélicos, nos metemos casi como un componente más de la misión de estos soldados.
El plano secuencia con el que se cuenta la historia lo considero más un recurso narrativo que técnico. SÃ, en algunos aspectos rodar un plano largo será más complicado que varios cortos, pero en otros aspectos también resulta más fácil. Y ya siento romper la magia, pero el plano secuencia no es real. Según el director fueron 48 los planos reales rodados, de entre 39 segundos y 8 minutos y medio que se funden entre si para parecer uno aprovechando elementos, sombras o transiciones. Bueno, 2 planos larguÃsimos quedan al final. Nada ordinario para las pelÃculas de hoy en dÃa en cualquier caso y como digo una forma diferente de contar la historia, porque al final llevan una postproducción similar a los planos cortos y abundantes.
La pelÃcula se inicia con la cámara mirando hacia «el otro lado», hacia una tranquila, espaciosa, bella y verde pradera de las que debieron quedar pocas en los lugares donde se desarrolló la guerra. Pero los soldados entran en la trinchera y ya todo es ocre, siniestro y se respira desolación y tensión. Los desastres de la guerra son palpables en cada momento, asà como la insensibilidad de los soldados para poder soportarlo. Durante 2 horas veremos a los 2 protagonistas luchar por conseguir su misión de salvar a 1600 compañeros hasta las últimas consecuencias, que como se dice en un momento, morirán otro dÃa, porque «solo hay una forma de que esta guerra termine: con el último hombre en pie«.
Esa frase la pronuncia Benedict Cumberbatch que solo tiene unos minutos, en la pelÃcula, como otro rostro conocido, Colin Firth y el resto del reparto. Los protagonistas Dean-Charles Chapman y sobre todo George MacKay son los que soportan todo el peso de la acción y de la interpretación.
La pelÃcula está además de dirigida también escrita por Sam Mendes y está dedicada a su abuelo que luchó en esa guerra y seguro que le contarÃa historias de ella de donde ha sacado este guión. Mi abuelo luchó en la guerra civil y recuerdo que oÃrle contar sus batallitas y aventuras, aunque fueran repetidas era algo que sus nietos hacÃamos con la boca abierta y extasiados, lo que a él le daba pie a seguir con ellas. Cuando el soldado cae al rio, recordé la frase que solÃa decir mi abuelo: crucé el Ebro el dÃa de Todos los Santos y me sequé el de Navidad.
Aunque sea en blanco y negro y los planos sean más cortos, me recordó mucho al clásico de Stanley Kubrick Senderos de Gloria. No soy mucho de pelÃculas bélicas pero esa es de las que hay que ver. La última pelÃcula que vi de guerra fue Dunkerque que me gustó bastante menos aunque pueda ser similar, a pesar de verla en pantalla grande no me metió tanto en la historia como esta 1917 que literalmente te absorbe.
Recomendaros nuestro artÃculo de pelÃculas rodadas en un solo plano.