Dirección: Bob Fosse
Guión: Robert Alan Aurthur & Bob Fosse
Música: Ralph Burns
Fotografía: Giuseppe Rotunno
Reparto: Roy Scheider, Jessica Lange, Leland Palmer, Ann Reinking, Ben Vereen, Cliff Gorman, John Lithgow, Wallace Shawn
Género: Musical
USA 1979
Volvemos con un musical, un clásico, de uno de los grandes autores de musicales de la historia, que ha tenido grandes éxitos en Broadway y al que tampoco le ha ido nada mal en sus (escasas) incursiones en el cine como director: Bob Fosse.
La película está basada o al menos inspirada en la biografía del propio Fosse, que dirige y escribe, aunque con elementos que no forman parte de su vida, como es obvio después de verla.
Como fatal coincidencia, Fosse acabó por morir de un infarto, como la propia película predice, en 1987.
Su alter ego es Joe Gideon (Roy Schneider), un coreógrafo y director del mundo del espectáculo en el que tan fácil es estar en la cima como caer en el olvido. También ahonda en el mundo de excesos que su vida conlleva, repercutiendo en su propia salud, a pesar de lo cual el prota sigue a lo suyo. Adicto al trabajo, las anfetas, el tabaco, el alcohol, las mujeres y todo lo que pueda llegar a ser adictivo.
El primer minuto y medio de metraje resume a la perfección cual es el tipo de vida del protagonista, cuando lo oímos en primer lugar dar una orden cuando aparece el genial cartel de la película, que es su título realizado con bombillas, al más puro estilo de los musicales de Brodway y seguidamente le vemos echarse colirio en sus enrojecidos ojos, tomarse una buena dosis de pastillas y meterse en la ducha con el cigarro en la boca. Todo ello se corona con una frase de las que sientan cátedra: “Estar en el alambre, es vivir. El resto, es esperar”. Esa primera secuencia termina con un rotundo: “Comienza la función” (que hubiera sido más correcto de usar como título en español, ya que se cambió, que el “Comienza el espectáculo” usado, que procederá de otra traducción). Esta parte se repite una y otra vez a lo largo de la película, siempre terminando con la misma frase.
Se llevó entre otros (todos técnicos, ninguno de los artísticos cayó al saco) el Oscar al mejor montaje y no creo que haya mejor ejemplo de un montaje ejemplar que la secuencia del casting del inicio de la película. Es impresionante, además de contar con una ambientación musical que la hace todavía mejor.
Genial Roy Schneider, que quizás sea recordado más que por esta película por el Tiburón de los comienzos en el cine de Spielberg. Se lleva todos los planos de la película y no hay otro personaje que haga sombra a su interpretación de un hombre decadente en cuanto a salud, frenético en cuanto al ritmo de trabajo y obsesionado por conseguir sacar adelante una obra que representa su sueño, pero que poco a poco se irá convirtiendo en una pesadilla, delirante y que le avoca a un camino sin retorno.
Destacan entre los nombres del reparto Jessica Lange (por nombre más que por actuación) en su segunda película tras el King Kong de Dino de Laurentiis, aunque no tiene demasiado protagonismo. Otro rostro famoso es Max Wright, nombre que puede no decir mucho, pero este hombre sería posteriormente Willi, el “padre adoptivo” de Alf. John Lithgow también es una cara conocida, sobre todo por la televisiva 3rd Rock from the Sun (Cosas de Marcianos) y una abundante filmografía como secundario. Hay algún que otro actor que puede sonar de algo, pero la mayoría del reparto habrán hecho más carrera en musicales de Broadway, que es lo suyo, que en el cine.
Entre sus premios una Palma de Oro (ex-aequo) en Cannes 1980 y 4 Oscar (de 9 nominaciones), aparte del Tony y el Emmy, todo muy chuli.
La primera parte de la película recuerda en cierto sentido a Fama ya que se trata también del aprendizaje de los bailarines en la preparación del desarrollo del espectáculo. La parte final es más típicamente lo que se espera de un musical, aunque atípica por la realización, muy visual, atrayente y divertida. Puede encontrarse algún parecido con Bailar en la Oscuridad, ese extraño acercamiento al musical del siempre original e innovador Lars Von Trier.
En resumen, aunque no ten gusten los musicales, esta es de las que hay que ver, porque más de una escena digna de incluirse entre lo mejor de la historia del cine, como el fastuoso número musical final del Bye, Bye, Love, el ensayo ante los productores, o al que hacíamos referencia del casting inicial.
¡Comienza la función!
All That Jazz | En IMDB | En la Wikipedia
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