Bajo la piel del lobo (Samu Fuentes)

Cuesta hincarle el diente a esta película de Samu Fuentes, interpretada por el esforzado Mario Casas, secundado por las actrices Ruth Díaz e Irene Escolar.

La historia se sitúa en un espacio que cuesta definir tanto física como temporalmente. Lo que sí que tenemos es un pueblo abandonado en el que vive un joven trampero, en una pequeña casa de piedra en la que no hay comodidad alguna. Pueblo en una cumbre que se ve azotado por las inclemencias climatológicas, en el que carga la nieve y mastica el sol. Allá vive el joven, sólo, mientras se suceden las estaciones. Bastándose a sí mismo. Los cepos y trampas que sitúa en el bosque le permiten hacerse con distintas presas: lobos, lobeznos, zorros, ciervos, cuyas pieles venderá en una población cercana, metáfora de la civilización de la que la parte más salvaje del joven huye, pero no siempre, pues de alguna manera ha de satisfacer sus necesidades sexuales, en cuyo contrato entrará un padre y sus dos hijas jóvenes.

La belleza de los paisajes (la película está rodada en las provincia de Huesca, Asturias y País Vasco) es notoria, la situación de desamparo también.

Parece que la proximidad de otra persona, de otra piel, permitiría aliviar la situación del joven pero se verá que esto no es así.

Un cúmulo de circunstancias adversas y malentendidos conducen a un final que no desvelo, pero que supone el lógico desenlace de una película tan salvaje como inaccesible.

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