Dirección: Alejandro G. Iñárritu. Países: México y España. Año: 2010. Duración: 148 min. Género: Drama. Interpretación: Javier Bardem (Uxbal), Maricel Álvarez (Marambra), Eduard Fernández (Tito), Diaryatou Daff (Igé), Cheng Tai Shen (Hai), Luo Jin (Liwei), Rubén Ochandiano (Zanc), Hanaa Bouchaib (Ana), Guillermo Estrella (Mateo), Cheick Ndiaye (Ekweme), Karra Elejalde (Mendoza). Guión: Alejandro G. Iñárritu, Armando Bo y Nicolás Giacobone; basado en un argumento de Alejandro G. Iñárritu. Producción: Alejandro G. Iñárritu, Fernando Bovaira y Jon Kilik. Música: Gustavo Santaolalla. Fotografía: Rodrigo Prieto. Montaje: Stephen Mirrione. Diseño de producción: Brigitte Broch. Vestuario: Paco Delgado
Más que Biutiful la película podía haberse titulado Jorribol. Si a un guionista se le ocurre la luminosa idea de ir acumulando pequeñas tragedias y condensarlas sobre el aura de alguien, Biutiful es la película perfecta. El protagonista es Uxbal, al cual le detectan un cáncer que lo matará en pocos meses. Vive con sus dos hijos en una vivienda que exuda sordidez. Su mujer es adicta a la bebida y a otras sustancias y no anda bien mentalmente. Lo suyo es un quiero y no puedo, porque en ausencia de Uxball ella a duras penas podrá desarrollar su labor de madre. Uxbal tiene la facultad de comunicarse con los muertos, de ahí que se saque un dinerillo extra en los funerales, hablando con los muertos y contándole a los familiares, desgarrados por el dolor, las últimas palabras de los mismos.
Uxbal vive en Barcelona, la cual no resulta nada reconocible, porque salen barriadas periféricas, polígonos donde los Asiáticos cimentan su imperio, y donde Uxbal contrata a unos chinos para que trabajen ilegalmente en la construcción. Es pues Uxbal, otro explotador, pero con buen corazón, si es que esto es posible.
La historia no va mucho más allá. Sabemos que Uxbal morirá. La película resulta triste, descorazonadora, impregnada de un dolor lacerante, todo ello expuesto con una fotografía apagada, mortecina, donde es díficil levantar el ánimo.
Bardem hace un papelón, pero eso no salva a una pelìcula. El lucimiento de un actor tiene sentido si sirve a la historia, pero al igual que en el caso de Babel, al menos para mí, todo esto me parece impostado. Iñarritu quiere mostrar lo peor de la sociedad, eso que no sale en otras películas habitualmente, la otra cara de la globalización, esas personas abocadas al fracaso, que sobreviven con el trapicheo, con la explotación de otros pobres diablos como ellos, que viven en viviendas que son covachas, hundidas por el alcohol y las drogas, que huyen de la policía al saberse irregulares. Son estos seres humanos los excedentes humanos, los parias, de los que hablaba Bauman en su libro.
No puedo estar más de acuerdo contigo. Lo que juntar muchas desgracias y poner muy triste al que ve la peli, puede colar una vez, pero me parece que Iñarrirtu nos la quiere colar una tras otra. El día que me sorprenda con una comedia, y se dé cuenta de que lo realmente difícil es emocionar con la risa, no sólo con la absoluta tristeza, tendré que rectificar. Pero de momento, yo no vuelvo a picar.
Lo dicho me es aplicable a gran parte del cine actual europeo, en el que si al final no muere el niño o al protagonista se suicida parece que la peli no vale la pena. En fin, que yo ya no pico.