Dirección: Claude Chabrol.
PaÃses: Francia y Alemania.
Año: 2006.
Duración: 110 min.
Género: Drama, thriller.
Interpretación: Isabelle Huppert (Jeanne Charmant-Killman), François Berléand (Humeau), Patrick Bruel (Sibaud), Robin Renucci (Philippe Charmant), Maryline Canto (Erika), Thomas Chabrol (Félix), Jean-François Balmer (Boldi), Pierre Vernier (Martino), Jacques Boudet (Descarts), Philippe Duclos (Holéo).
Guión: Odile Barski y Claude Chabrol.
Producción: Patrick Godeau.
Música: Matthieu Chabrol.
FotografÃa: Eduardo Serra.
Montaje: Monique Fardoulis.
Diseño de producción: Françoise Benoît-Fresco.
Vestuario: Mic Cheminal.
El tándem Huppert-Chabrol que tan buenos resultados ha dado en otras pelÃculas (Gracias por el chocolate, La ceremonia, Madame Bovary) aquà es un fiasco. Las pelÃculas localistas tienen el problema de que allende sus fronteras, la historia, a pesar de su potencial universalidad, resulte nada atractiva. Hablamos en esta pelÃcula del caso Elf, que saltó a los medios de comunicación en los años noventa en Francia, pero que aquà en España nadie recuerda.
La historia va de una juez, la cual debe mandar a la cárcel a un grupo de empresarios acusados de cobrar comisiones, de celebrar contratos fraudulentos y de cualquier variante que les permita llenarse los bolsillos con el dinero ajeno.
No sabemos si se tratará de un falso documental, de una cinta de corte polÃtico a lo Ken Loach o de una comedia. Todo hace apuntar que se trata de esto último.
La juez debe ir entrevistando a todos aquellos que han metido la mano en el asunto, entrevistarlos, llegar a acuerdos para que den los nombres y poder enviar al trullo al mayor número de ellos. Ella solita, ayudada de un pasante puede con un sumario que suma varios miles de folios (!vamos que viéndola proceder, ser juez parece coser y cantar!)
La connivencia de los grupos empresariales con los polÃticos gobernantes, hace que el poder juidicial esté mediatizado y subordinado al gobierno, poniendo en solfa, la división de poderes, asà que cuando la juez cumple con su deber, se le asciende o soborna a fin de que deje de tocar las narices y ocupe su tiempo en otros menesteres.
Isabelle Huppert hace lo que puede en el papel de juez, pero resulta poco creÃble. En su casa las cosas no van bien con su marido, que no sabe bien cual es su papel en su historia amorosa, llegando las cosas a tal extremo que decide tirarse por el balcón.
Pocos elementos hay que hagan avanzar la historia, que va en cÃrculo. Importa poco si al final los que delinquen, roban, extorsionan, irán a la cárcel o no, porque si no son ellos serán otros los que chupen del bote, con el beneplácito de polÃticos rapaces. (aquà en España ya sabemos bastante de este hermanamiento, universal, por otra parte).
Como comedia Borrachera de poder, apenas funciona, y como denuncia de los cÃrculos de poder, de esas manos que en la sombra mueven los hilos tampoco. Una pena, porque la historia podÃa haber sido interesante, si se hubiera ahondado más en ella, con personajes más atractivos y un guión que diera algo más de sÃ, que esta pantomina con menos sangre que un mamut disecado.
Isabelle Huppert | Gabrielle | El tiempo del lobo