Dirección: William Karel
Reparto: Stanley Kubrick (imágenes de archivo), Richard Nixon (imágenes de archivo), Buzz Aldrin, Loïs Aldrin, Lawrence Eagleburger, Farouk Elbaz, Alexander Haig, Jan Harlan, Richard Helms, Jeffrey Hoffman, Henry Kissinger, Christiane Kubrick, Donald Rumsfeld, Vernon Walters
Producción: Luc Martin-Gousset
Director de fotografía: Stéphane Saporito
Al que no conozca de la existencia de este documental, tengo que decirle que debería verlo, ya que gracias a él podrá conocer algo realmente asombroso.
Los gobiernos lo han intentado ocultar y sólo algunas televisiones lo han emitido en horarios intempestivos y sin mucho bombo, pero lo que se cuenta tiene realmente mucha importancia.
En 1969 “se supone” que el hombre llegó a la Luna. Neil Armstrom “improvisó” aquello de “un pequeño paso para el hombre, pero un gran salto para la humanidad” mientras ponía el pie en la Luna y el mundo entero pudo ver las imágenes por televisión y maravillarse de lo que el ser humano había logrado hacer gracias a la tecnología: salir de nuestro pequeño planeta azul y posarnos sobre otro cuerpo celeste, posiblemente el inicio de lo que podría ser una expansión sin límites por el vasto universo que nos rodea.
Pero hoy en día, cuatro décadas después, la carrera espacial no ha seguido a aquel ritmo. Tras posarse el Apolo XI en la Luna, no ha llegado a media docena las naves tripuladas que han tenido éxito y han vuelto a transportar seres humanos hasta nuestro satélite, y tan solo unos años más tarde la carrera espacial por conquistar la Luna se abandonó. Varias misiones más han seguido explorando otros mundos, las agencias rusa, norteamericana y europea se han unido en algunos proyectos comunes, incluso se han enviado naves a Marte y a los confines de la galaxia, pero ninguna tripulada y con un avance mucho menor que el que se dio a finales de los 60.
¿A qué se debió esa ralentización en la carrera espacial, cuando nos habían vendido anteriormente su importancia y todo parecía un éxito? Varias teorías surgieron a raíz de esto y entre ellas una de las más extendidas es de la que trata este documental: aquellas imágenes que asombraron al mundo, eran falsas, no correspondían al hombre llegando a la Luna y todo fue rodado en estudios cinematográficos en la Tierra.
Tan sólo un año antes un director neoyorquino, un genio excéntrico e introvertido, Stanley Kubrick, había estrenado una película en la que se mostraban diversos viajes espaciales y al hombre sobre la Luna. Se trata de 2001: Una Odisea del Espacio, una obra maestra de la cinematrografía de todos los tiempos. He ahí la conexión. Esa película tan sólo era un “trailer” de lo que el gobierno norteamericano quería, una forma de preparar y concienciar a la gente para la llegada del hombre a la luna.
En este documental se destapa por fin una gran verdad que ha intentado mantener oculta el gobierno de los Estados Unidos. En él podemos varias entrevistas a astronautas, personas del gobierno y gente que estuvo implicada que confiesan todo lo ocurrido, y no gente cualquiera, porque podemos oír desde a la mujer de Kubrick, Christiane, a todo un ex-secretario de defensa norteamericano, Donald Rumsfeld o uno de los hombres que ha ostentado gran poder a nivel mundial Henry Kissinger (al que se le ha realacionado con otros muchos grupos conspirativos, como el Club Binderberg), pasando por gente de sobrada solvencia como el astronauta Buzz Aldrin, otro de los tripulantes de aquella supuesta primera misión con alunizaje incluido, o Vernon Walters, director de la CIA en los años 70.
Todos ellos confirman y hablan sobre la gran sospecha para confirmarla: realmente aquellas imágenes no se grabaron en la Luna, todo fue rodado en estudios a las afueras de Londres por el mítico cineasta.
Se sabe que Kubrick tenía un trato muy cercano con algunos estamentos de la NASA. Para rodar Teléfono Rojo, Volamos hacia Moscú (1964), el pentágono le había dado acceso a ciertos lugares. Incluso para la película que rodaría posteriormente, en 1975, Barry Lyndon, la agencia espacial americana le dejó algunos de los objetivos que ellos habían desarrollado y que le permitieron al director rodar escenas con luz natural o incluso a la luz de las velas. Esa extraña relación NASA-Kubrick es la que abre la investigación de los realizadores del documental para tirar del hilo y descubrir qué se esconde detrás y gracias también a los documentos secretos que el director tenía guardados y que sus familiares descubrieron tras la muerte de este.
Obviamente, Kubrick consiguió todo esto gracias a su colaboración en el rodaje de aquella gran mentira, a lo bien que lo realizó y a lo bien que les salió todo, engañando a la opinión pública y dando un duro golpe al bloque soviético en la carrera espacial, ya que hay que recordar que aquellos años eran los más “calientes” de la Guerra Fría y rusos y norteamericanos luchaban por vencer en la carrera espacial. Los rusos iban ganando la partida en muchos frentes, incluso en el espacial y a los norteamericanos sólo les servía ser los primeros en poner el pie en la Luna para no verse hundidos y sobrepasados por los comunistas.
También como muestra de gratitud, Hollywood, que se volcó en la ayuda a su gobierno, consiguió poner a uno de los suyos en la Casa Blanca, como les habían prometido: Ronald Reagan, que llegó a ser Presidente del país, aunque realmente fuera un títere del poder en la sombra, al que constantemente se encargaban de ridiculizar los caricaturistas.
Aún así, Nixon, el presidente en aquellos momentos, empezó a desconfiar de los que habían participado en aquel montaje y mandó eliminarlos. A partir de ahí Kubrick, que ya era bastante desconfiado, empezó a temer por su propia vida, por eso no se dejaba entrevistar, ni viajaba, por temor a que alguien acabara con él por la información que conocía. Pasó las últimas décadas de su vida encerrado en su mansión a las afueras de Londres, rodando sus películas en la cercanía y dejándose ver en público lo menos posible.