Título Original: Sunset Blvd.
Director: Billy Wilder
Reparto: William Holden (Joe Gillis), Gloria Swanson (Norma Desmond), Erich von Stroheim (Max von Mayerling), Nancy Olson (Betty Schaefer), Fred Clark (Sheldrake), Lloyd Gough (Morino), Jack Webb (Artie Green), Cecil B. DeMille, Buster Keaton
Guión: Charles Brackett, D. M. Marshman Jr., Billy Wilder
Productor: Charles Brackett
Música: Franz Waxman
Fotografía: John F. Seitz (Blanco y Negro)
Montaje: Doane Harrison, Arthur Schmidt
USA 1950
Sin duda esta película es uno de esos clásicos ineludibles por parte de cualquier cinéfilo que se precie, en España tan conocida por el título con el que se estrenó, El Crepúsculo de los Dioses, como por su original Sunset Boulevard. Dirigida por Billy Wilder (o Dios, que diría Fernando Trueba) de forma exquisita y con una interpretación entregada por parte Gloria Swanson en el mítico papel de Norma Desmond que ha dejado huella en la historia del cine.
La historia es cruel y muy realista. En la época en que el cine sonoro empezó a maravillar a los espectadores y parecía que la indrustria del cine estaba en pleno auge, se vivieron historias tan tristes como la que nos cuenta esta película. Muchas de las estrellas que habían destacado en el cine mudo y eran admiradas, vieron sus carreras truncadas. “No me hace falta un guión. Puedo decirlo todo con una mirada”, dice en un momento dado Norma Desmond. Y efectivamente sería así, pero el público, y sobre todo los productores querían explotar las nuevas tecnologías, como siempre, y todos esos actores y actrices quedaron en el olvido.
Esa parte se refleja de manera muy clara en la escena en que la protagonista queda con viejos amigos que al mismo tiempo son viejas estrellas reales de cine mudo de las que el protagonista dice “me parecían figuras de cera”, que son H.B. Warner, Anna Q. Nilsson y el mismísimo Buster Keaton, que realmente tiene cara de estar pasándolo tan mal como en el resto de sus películas. También es muy simbólica la escena en que ella va a un estudio de rodaje y se ve “atacada” por un micrófono al que mira con un gesto de entre miedo y repugnancia. Justo después el hombre que maneja el foco la reconoce y lo enfoca hacia ella, con lo que el resto de personas en el plato la reconocen también y la rodean, sintiendo por un momento de nuevo que ha vuelto la gloria de la disfrutó un día.
Cuando la gente del cine cuenta historias sobre cine suele inspirarse en hechos que si no han sucedido como tal, están basados en situaciones similares, y en este caso la carrera de Gloria Swanson no distaba mucho de la del personaje que interpretaba. Por ejemplo, todas las fotos de la casa de Norma Desmond son en realidad de las promociones de las películas de Gloria Swanson. La película que Norma y el guionista ven en casa de esta, en su cine privado, es una película real, La Reina Nelly (1929), protagonizada por la propia Gloria Swanson y con guión y dirigida por Erich von Stroheim ¡ que interpreta al mayordomo! Por lo tanto, el pasado que confiesa como director de cine este personaje es, en parte, cierto.
Como suele pasar en estas películas que hablan del cine dentro del cine, aparecen muchos profesionales haciendo de si mismos. El de más relevancia, sin duda, Cecil B. Demille, que ya había trabajado anteriormente con la Swanson y que tiene un papel secundario en el que aparece rodadando. Realmente lo estaba, la película era “Sansón y Dalila (1949)”.
Gloria Swanson tenía ciertas similitudes con el personaje, como hemos dicho, pero lo cierto es que el papel antes fue ofrecido a las viejas estrellas Mae West y Pola Negri, que lo rechazaron y a Mary Pickford, “la novia de América” y cofundadora de la United Artists (hoy en día propiedad de MGM), que pidió demasiado por el papel. El personaje de Joe Gillis también pasó por varios candidatos, como Montgomery Clift (creo que hubiera sido ideal para él), Fred MacMurray, Gene Kelly y un joven desconocido por entonces llamado Marlon Brando.
Otra curiosidad real. El guión que escriben los 2 personajes de Joe y Betty, que vemos que lleva el título provisional de “Historia de amor sin título” en realidad también existió y habían escrito entre Billy Wilder y Max Kolpé, se tituló “The Blue from the Sky”, y había sido rodado en Alemania (país donde pasó sus primeros años en la industria del cine Wilder, recordemos, de origen centroeuropeo) en 1932 con el título de “Blaue vom Himmel, Das”. Que a Billy Wilder le saliera tan bien esta película tendrá mucho que ver esa vida anterior como guionista y las penurias que debió vivir, las mismas que al protagonista, y por supuesto que fuera uno de los artistas que vivió esa transición del mudo al sonoro, de la que por cierto salió muy bien parado.
El ritmo de la historia está perfectamente llevado y la historia entre la vieja estrella con delirios de grandeza y el guionista trepa se hace creíble (unos Dinio y Marujita de la época, salvando las insalvables distancias), al mismo tiempo que los personajes que pululan en torno a ellos son secundarios de libro, de los que hacen que la historia crezca y que verdaderamente influyen en los cambios en el devenir de los protagonistas, para bien o para mal.
Por si alguno no la ha visto, no desvelaré nada del final, pero quizás sea de las mejores escenas que han puesto el punto final a una película, exceptuando Casablanca, cuya mítica despedida en el aeropuerto es difícil de igualar. También el inicio está entre los más famosos de la historia del cine, con el guionista flotando en la piscina y el narrador en off diciendo aquello de: “Siempre quiso una piscina, y al final la consiguió”. Según Wilder la escena que está incluida en el inicio y el final, en vez del cadáver flotando en la piscina, en un inicio se rodó en una morgue, pero en los pases iniciales a la gente le daba la risa y por eso la cortaron. No sé si alguna edición posterior en DVD se habrá recuperado esas imágenes, pero el propio Wilder afirmó que eran unas de las mejores escenas que había rodado en su vida. Por cierto, que la escena de la piscina está rodada a través de un espejo.
Es curioso, pero el personaje de Norma Desmond, déspota, decadente, orgullosa y maleducada en algunos momentos, va ganándose la simpatía del espectador cuando se va viendo que tiene razones para ser como es, no lo hace conscientemente, y sólo ansía volver a conseguir algo de lo que tuvo en su momento. El mayordomo relata algunos detalles de la grandeza de “la señora” en su momento, como cuando cuenta que “un marajá vino expresamente desde la India para que le diera una media. Después se estranguño con ella”. Aunque en este caso la fama y el calor del público es algo muy magnificado, a menor escala, es lo que desean cualquiera de los ancianos que vemos cada día a nuestro lado y aunque no nos demos cuenta están pidiendo que se les haga un poco de caso, que alguien les escuche y volver a sentirse, ya no admirados, sino simplemente útiles.
Dando la réplica a Gloria Swanson y su entregada interpretación está William Holden, que rezuma frialdad y parsimonia. Ese contraste le viene genial a la historia, porque hace todavía más exagerado cada gesto de la diva y también nos hace que según la película va avanzando lo veamos con peores ojos, porque se está aprovechando de una mujer que no está en sus cabales (de dos mujeres, en realidad, aunque de las dos con sus respectivos consentimientos).
A pesar de que Billy Wilder sea conocido por la parte cómica de su filmografía (otro de los finales más recordados del cine, el de Con Faldas y a lo Loco, también es suyo), aquí nos dejó un auténtica drama, jalonado también de un humor negro muy sutil, que llega a marcar la sonrisa en los labios sin dejarla salir.
Supongo que eso es lo que hace a esta película eterna, el tema que trata es universal, a pesar de estar ambientado en una época y unos escenarios muy determinados. Hay prevista en preproducción una nueva versión con Glenn Close como Norma Desmond, basada en el musical que estrenó Andrew Lloyd Webber en 1993 en Londres y que ya protagonizó Glenn Close en su versión de Broadway poco después.
Por sacarle un defecto, decir que hay una escena muy clara, donde él se inclina sobre la cama de ella, en la que se ve la sombra del equipo de grabación de forma algo más que evidente.
Las conclusiones que se pueden sacar de la historia son muchas, yendo más allá de la historia que cuenta. Por un lado está la crítica a las personas que saben ver la realidad que ocurre a su lado, como Norma Desmond; por otro los que están dispuestos a cualquier cosa con tal de conseguir el éxito, que vemos en el guionista; también está el servilismo voluntario al que se somete el mayordomo, fruto de su admiración ciega por esa mujer, por la que está dipuesto también a todo; otro vértice del polígono son aquellos que ejercen el poder, para los que las personas no son más que números que cuadrar en sus cuentas personales; quedaría también la joven guionista que con su candidez acaba por ser apaleada por todos los sitios; y la conclusión final, debería ser que hay que adaptarse a los tiempos y a las circunstancias y que tan fácil es estar en la cumbre un día, como al siguiente volver a caer al escalón más bajo.
En su época, al no dejar muy bien a la industria del cine, se cuenta que el mandamás de la Metro (y de Hollywood, por ende), Louis B. Mayer le soltó una retahíla de insultos que acabaron con un contundente: “¡Es usted un cabrón! Ha desprestigiado a la industria del cine. Ha mordido la mano que le convirtió en alguien y que además le dio de comer. Deberían alquitranarle, emplumarle y arrojarle del país”, a lo que Wilder respondió con un seco y tajante: “Que te jodan”.
Y para terminar, algunos spoilers, así que el que no quiera, que no siga leyendo:
1.- Esta película cuenta lo que por entonces se llamaba un crimen pasional, que hoy en día es violencia de género. El mismo perro con distinto collar.
2.- Es muy simbólico que el narrador de la historia sea un hombre que esta muerto desde la primera escena de la película, pues es justo lo que se pasa a la protagonista, es también una muerta que no quiere reconocer que lo está, aunque en su caso lo es artísticamente.
Enlaces | IMDB | Wikipedia
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