Título original: El otro hermano
Año: 2017
Duración: 112 min.
País: Argentina
Dirección: Israel Adrián Caetano
Guion: Israel Adrián Caetano, Nora Mazzitelli (Novela: Carlos Busqued)
Música: Iván Wyszogrod
Fotografía: Julián Apezteguia
Reparto: Daniel Hendler, Leonardo Sbaraglia, Alian Devetac, Alejandra Flechner, Pablo Cedrón, Ángela Molina
Si algo define esta película argentina de Israel Adrián Caetano (sobre la novela Bajo este sol de Carlos Busqued) es la sordidez deliberada (y muy bien filmada) que rezuma por todos sus poros. Ambientada en un rincón argentino, en un villorrio, donde un puñado de personajes como plantas despeluchadas buscan la manera de seguir adelante, espantando la moralidad a manotazos, como a esas moscas pesadas que acaban muertas más pronto que tarde.
A este pueblo agónico llega Cetarti un joven bastante apamplado (que ha sido despedido como empleado público por no aparecer por su lugar de trabajo durante meses) a certificar la muerte de su madre y de su hermano asesinados. Con él se entrevista Duarte (magnífico Sbaraglia) un tipo correoso, violento, de la peor ralea, muy dado a los chanchullos que le permiten ganarse una plata y granjearse de paso unos cuantos favores. Por medio, unos cuantos secuestros, sepultados dentro de lo doméstico, sin levantar sospechas, ante un vecindario por otro lado inexistente.
Israel crea una sostenida atmósfera sórdida y asfixiante, donde Duarte colabora en sus tropelías con el hermanastro de Cetarti, cuya madrasta está interpretada con solvencia por Ángela Molina. Cetarti, mientras, se deja hacer, ocupa la covacha de su hermano, hace limpieza, vende todo lo vendible y con el dinero recibido sueña con irse a Brasil, a seguir haciendo nada.
Sin escatimarnos la violencia (que resulta tan espeluznante como adictiva) que se manifiesta de mil formas y maneras (de la tortura, a la violación), la película va creciendo hasta un giro final que no sé si casa muy bien con todo lo anterior. Quizás sí, porque a fin de cuentas vivir o morir, en esta realidad aherrojada, parece aquí importar muy poco.
Travis, coincido contigo, la película le coge muy bien el pulso a la violencia en un ambiente muy escabroso y violento, diría que irrespirable. Esa atmósfera, que es la razón de ser de la película está muy bien plasmada. Es cierto que Leonardo está que se sale en su papel. No puede resultar más vil y abyecto. Felicitaciones por el blog. Me gusta que reseñen películas argentinas, entre otras.