Película: La jaula de oro. Dirección: Diego Quemada-Díez. Países: México y España. Año: 2013. Duración: 110 min. Género: Drama. Interpretación: Brandon López (Juan), Rodolfo Domínguez (Chauk), Karen Martínez (Sara), Carlos Chajón (Samuel). Guion: Diego Quemada-Díez, Gibrán Portela y Lucía Carreras. Producción: Inna Payán, Luis SAlinas y Edher Campos. Música: Jacobo Lieberman y Leonardo Heiblum. Fotografía: María Secco. Montaje: Paloma López Carrillo y Felipe Gómez. Diseño de producción: Carlos Jacques. Vestuario: Nohemi González.
Esta película de Diego Quemada-Díez tiene una belleza desgarradora, díria que dolorosa.
En ella nos cuenta el periplo, u Odisea que llevan a cabo tres jóvenes, desde un pueblo de Guatemala, hasta la ciudad de Los Ángeles.
Para llegar allí se desplazarán en vagones de tren vacíos o sobre los techos de los mismos, acompañados por otra mucha gente que también busca ganarse la vida en otro lugar, ya sea en México o en los Estados Unidos.
En su viaje más allá del hambre, el frío, la soledad, el desamparo, la sed, el enemigo real es el Ser Humano, ese que es capaz de hacer parar el tren en el que viajan todos ellos, para robarlos, apalizarlos, secuestrarlos o directamente matarlos.
Los tres son adolescentes (dos chicos y una chica que oculta su feminidad para evitarse problemas), cuyo único objetivo es llegar a los Estados Unidos. Nada sabemos de ellos, pues la película arranca, cuando los tres se suben a un autobús, luego en una lancha y finalmente en los distintos trenes.
La fotografía de la película es luminosa, vívida, de una belleza arrebatadora, captando el movimiento, la libertad, el hastío, la incertidumbre. Los jóvenes actores están geniales en sus papeles, y son capaces de mostrar a la pefección su alegría, su desamparo, su cansancio. Entre ellos se va generando algo parecido a una hermandad, a medida que las circunstancias vayan menguando el cuarterto, primero a trío y luego a dúo.
Como si de un documental se tratara queda muy claro los riesgos que supone ir a lomos de ese tren llamado La Bestia que lleva a muchos hombres y mujeres de centroamérica hasta el sur de los Estados Unidos, huyendo de la miseria, de la violencia. No falta quien intenta robarlos, aprovecharse de ellos y de su buena fe, no faltan tampoco los samaritanos que les dan alojamiento y alimento, campesinos que les tiran frutas para paliar su sed,
en su deambular, mostrando la complejidad de la existencia humana, los claros y las sombras de nuestras acciones.
A pesar de que la historia es terrible la historia derrocha vida, es un deleite para los sentidos, un acicate para nuestra inteligencia, materia prima para reflexionar sobre el tema de la emigración, sobre esos muros que sólo logran separar, pero incapaces de contener, ni poner freno a quien huye de la miseria y de la violencia, dispuesto a dejarse la vida en el camino si es necesario.