Queremos evadirnos de la enfermedad, de la muerte de nuestros seres queridos, de la nuestra también. Por eso ver el documental de Maite Alberdi La memoria infinita duele tanto, duele porque vemos cómo de repente todo se empieza a resquebrajar, aquà paulatinamente, durante ocho años, y todo lo anterior comienza a ser agua pasada. Ojo, que lo que queda no es poco, es el AMOR, con mayúsculas; el de Paulina hacia Augusto y viceversa. Todos morimos tarde o temprano, sin embargo el amor no está al alcance de todos. Y esta pareja se quiere. Y cuando la enfermedad de él comparece, el Alzheimer, y uno va sepultándose dentro de sà mismo, a medida que se va borrando siente miedo. Lo siente Augusto y lo siente Paulina, que le pide que no la olvide, que sepa que la que va a estar a su lado va a ser ella, hasta el final. Y amar es cuidar, y amar es agradecer, y amar es recordar, y no olvidar el Chile de antaño, la dictadura ni las torturas, ni todo aquel dolor que tantos sufrieron. Y creo que nos duele tanto la pelÃcula porque perdemos mucho tiempo con tonterÃas, demasiado, dejando de lado lo esencial. Por eso Augusto le pide a Paulina que esté cerca, que dialoguen, porque es ese espacio fÃsico, doméstico, la intimidad que necesitamos para ser nosotros en los otros.
La memoria infinita (Maite Alberdi)
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