Dirección: Clint Eastwood.
País: USA. Año: 2003. Duración: 137 min.
Interpretación: Sean Penn (Jimmy Markum), Tim Robbins (Dave Boyle), Kevin Bacon (Sean Devine), Laurence Fishburne (Whitey Powers), Marcia Gay Harden (Celeste Boyle), Laura Linney (Annabeth Markum), Kevin Chapman (Val Savage), Thomas Guiry (Brendan Harris), Emmy Rossum (Katie Markum).
Guión: Brian Helgeland; basado en una novela de Dennis Lehane.
Producción: Robert Lorenz, Judie G. Hoyt y Clint Eastwood.
Música: Clint Eastwood. Fotografía: Tom Stern.
Montaje: Joel Cox.
Diseño de producción: Henry Bumstead.
Dirección artística: Jack G. Taylor Jr. Vestuario: Deborah Hopper
La sentencia. “ojo por ojo”, toma cuerpo en esta película de Clint Eastwood.
Vemos como en las calles de un barrio tres niños juegan con sus palos de hockey a la par que las pelotas se les van por las alcantarillas. Un día, uno de estos críos, sube a un coche de unos presuntos policías que a la postre son unos pedófilos que abusan de él, hasta que el niño logra huir.
Luego la acción se sitúa en el presente. Los tres, antaño niños, ahora son adultos y padres de familia.
Jimmy (Sean Penn) tiene tres vástagos. Dave (Tim Robbins) tiene un hijo, y Sean (Kevin Bacon) una niña en camino.
La existencia de estos tres adultos vuelve a confluir de manera turbulenta cuando la hija de Jimmy aparece asesinada violentamente, y Dave fue una de las últimas personas que la vio con vida en un bar. Un perspicaz guión nos hace atar cabos y pergeñar conjeturas y suposiciones que van haciendo que los personajes cobren vida propia en nuestra imaginación, atribuyéndoles hechos que el tiempo confirmará o desmentirá.
Las interpretaciones de ellos: Penn, Robbins, Bacon, así como las de sus respectivas mujeres Marcia Gay Harden (Celeste Boyle), Laura Linney (Annabeth Markum), confirman unos de los mejores trabajos actorales vistos desde hace muchísimo tiempo.
Más allá de ser una película con una vertiente policíaca, en donde el padre de la victima, el presunto asesino y el policía que lleva a cabo la investigación son ahora adultos, que cuando niños jugaban juntos en el barrio, nos sugiere que la vida es una lotería, y que el destino de cualquiera de estos niños hubiese sido diferente de haber sido ellos los que hubiesen subido al coche.
Contrasta la dicotomía entre la familia de Dave y la de Jimmy. Dave tuvo que dejar atrás a ese niño que fue acosado. Tuvo que matarlo, para él ya no existe, solo así logró salir adelante. Por otro lado Jimmy, que de niño ya era movidito pasó por la cárcel, se curtió, endureció su corazón y se mueve en esta jungla de asfalto con valores primitivos.
La familia es lo primero, caiga quien caiga. Y su mujer lo arropa y defienda a capa y espada en esta postura. Por contra, Dave es un ser retraído y extraño que infunde la duda razonable en su mujer, que duda de él.
La fé en Cristo (escena de la comunión), la duda (razonable o simple psicosis en una sociedad marcada por la violencia donde todos parecen tener algo que esconder y razones para desconfiar de todo y de todos), la justicia, la venganza (como solución), la ira (como modo de comportamiento), son todos estos conceptos los que maneja con mano firme Clint Eastwood a lo largo de las dos horas que dura la cinta.
La dureza no está reñida con esos momentos de flaqueza, llorar como expiación del dolor, en los que vemos a un Jimmy compungido, asimilando a su manera la violenta muerte de su hija.
Crítica publicada anteriormente en Pagaelpato
Pd. Si quieres leer una crítica de verdad sobre esta película te recomiendo ir a la página 515-518 del libro «La mirada encendida» de Ángel Fernández-Santos.