Reparto de lujo, de esos que a cualquier director se le haría la boca agua aunque contara solo con la mitad. En este caso el director y guionista es Rian Johnson, que también ha tenido dinero de sobra para rodar películas de la saga de Star Wars, así que pese a no tener una brillante filmografía todavía, está siendo un tío con suerte.
El protagonista de la historia es un investigador privado, Benoit Blanc, interpretado por Daniel Craig, que le echa una mano a la policía en la investigación del supuesto suicidio de un magnate, Harlan Thrombey (al que pone rostro Christopher Plummer). La estrambótica familia, una cuadrilla de chupópteros, les da igual que el viejo muriera o no, mientras se lleven su parte de la fortuna y las novelas que tanto dinero siguen dando. Pero todos se vuelven aún más locos cuando se lee el testamento y todo le queda a la enfermera extranjera que lo atendía, Marta Cabrera, papel que interpreta Ana de Armas, consolidada ya su carrera en Hollywood. Benoit Blanc se lleva a Marta consigo durante toda la investigación para que le ayude y porque tiene una cualidad muy apreciada en esta familia: no puede mentir sin vomitar.
El caso es como dice su protagonista, un caso Donut, con un gran agujero en medio, que nosotros creemos conocer y el detective también, para darse cuenta según sus palabras que lo que hemos encontrado que encaja en el agujero central es otro Donut con su propio agujero. La película juega mucho con eso, con lo que ya sabemos, como se le oculta al detective, y lo que no sabemos como podemos descubrirlo.
Aquí la historia sí es de las de pensar y poder saber lo que ha pasado, no como en la recientemente vista El desorden que dejas, que la historia gorda se oculta hasta del público.
Entre la familia vemos a un elenco de actrices y actores admirables, como decía, y que dejan un buen sabor de boca con sus personajes, como una Jamie Lee Curtis muy guerrera, al pijo vividor que interpreta Chris Evans, un inútil que es Michael Shannon, una irresponsable Toni Collette entre otros. También se le ve muy fresco y resultón a Don Johnson, que parece que no ha envejecido mucho respecto a aquel Sonny Crokett al que todos recordamos de Corrupción en Miami.
Destacar también al «mago de las marionetas» Frank Oz, en un papel muy pequeño, el del abogado que tiene que leerles el testamento. No es muy frecuente verle en carne y hueso en pantalla, sí algo más poniendo voz a alguna de sus creaciones, como Yoda o algún personaje de Barrio Sésamo.
La historia, al más puro estilo Ágatha Christie, está muy bien escrita y dirigida y mantiene un tono tragicómico muy peculiar, no se puede decir que sea una comedia, pero tampoco un drama. Aunque desde un principio sabemos lo que ha pasado, hay cosas ocultas que hacen que el interés se mantenga siempre vivo en esta especie de juego del Cluedo en imagen real. De hecho, tuvo hasta una nominación al Oscar en la pasada edición y 3 nominaciones a los Globos de Oro, incluyendo a Daniel Craig y a Ana de Armas. También recuerda mucho a los casos de la Srta. Flecher (Angela Lansbury) en se ha escrito un crimen. Y no es que lo oculten, es que incluso la madre de la enfermera en su casa aparece viendo un capítulo de la serie.
El personaje del detective Benoit Blanc está claramente inspirado en Hércules Poirot y tan bien fue la película y el personaje, que ya está en preproducción una segunda entrega de las intrigas de este peculiar y concienzudo investigador.
Acabamos con una curiosidad que he leído, y es que el título de la película viene de una de las canciones de Radiohead, de los que el director debe ser muy fan, que se titula así y el nombre del difunto de un libro de Elige tu propia aventura. Para los fans de ambos, que los habrá.