Si yo fuera rico, película dirigida por Álvaro Fernández Armero, tiene como premisa qué sucedería si una persona normal pasara de la noche a la mañana a convertirse en millonario.
Esto es lo que le sucede precisamente a Santi, el cual está sufriendo una mala situación de pareja, encontrándose en proceso de divorcio. Una vez que se sabe ganador del boleto premiado, asesorado por su abogado decide esperar a divorciarse a fin de no tener que compartir los 25.000.000 € de premio con su todavía mujer. Está claro que no resulta fácil mantener la boca cerrada ante un trance similar. Santi no puede confesar su buena ventura a nadie, incluidos sus amigos, y debe llevar una vida aparentemente normal, accediendo a trabajar como reponedor en el supermercado en el que su mujer lleva la contabilidad y cuyo jefe viene a ser «El mantecas» antiguo compañero del colegio, objeto de mofa a consecuencia de su aspecto físico, antaño orondo, pero del que ahora no queda ahora ni rastro.
El caso es que Santi sigue profundamente enamorado de su mujer, la cual está tonteando con su nuevo jefe. Como es menester en una comedia se van sucediendo distintos gags, de tal manera que Santi se las debe apañar para no confesar su secreto a sus amigos, inventando excusas peregrinas, pero sin embargo no puede mantener la boca cerrada cuando su mujer invite a sus padres (episódica presencia ahí de Fernando Resines) a una cena familiar y él acabe confesando que se están divorciando.
Por otra parte Santi disfruta de su dinero dándose la vida padre, pernoctando en un hotel de lujo, comiendo y bebiendo auténticas delicatessen, visitando restaurantes caros, ampliando el armario con un sinfín de trajes de marca, contratando a un surfero famoso para que le dé clases particulares en las bellas playas asturianas, pero todo aquello lo va apartando poco a poco tanto de su mujer como de sus amigos, encontrándose cada vez más solo. Además como nos previno Descartes conviene tener en cuenta una de sus sentencias que dice que todo exceso acostumbra a ser malo.
Pero como estamos ante una comedia romántica, al final, amigos, el amor vence. La película y el humor que en ella hay no convencen tanto. Si bien entre la pareja protagonista formada por Álex García y Alexandra Jiménez hay buena química.