De las comedias españolas que he visto en los últimos meses, Sin rodeos, dirigida y guionizada por Santiago Segura, es la que más he disfrutado. La protagonista casi absoluta es Maribel Verdú, que lo borda. En su planteamiento me recuerda, salvando las distancias a Un dÃa de furia. Aquà la protagonista no lleva las cosas tan al extremo, no desata su vertiente más belicosa, pero si se concede el derecho a poner a cada cual en su sitio y decir lo que piensa de cada uno, orillando por tanto la diplomacia e incluso el buen gusto. Para llegar a este extremo nuestro protagonista ha aguantado mucho, se ha ido convertiendo poco a poco en el saquito de las hostias, el sparring perfecto que se dedica a encajar. Un dÃa acude a la consulta de un tarotista, con el rostro de Santiago Segura, que le receta un lÃquido que una vez lo ingiera, desatará su lengua con imprevisibles consecuencias. El mayor acierto de la pelÃcula es su vena gamberra. Impagable la escena en la que aparece Candela Peña.
Esto de cantarle las cuarenta a los que nos rodean es un pensamiento recurrente, a menudo, que no suele llevarse a la práctica. Nuestro protagonista decide decirle cuatro cosas, su jefe, a su pareja, a su hermana, a su nueva compañera de trabajo, vamos que no deja tÃtere con cabeza. Algo que para ella supone una liberación, un definitivo punto de inflexión.