Director:Amy Redford
Guionista: Amos Poe
Año: 2008
Nacionalidad: USA
Género: Drama esperenzador
Elenco: Saffron Burrows (Melody) Isaach De Bankolé (Roscoe Wasz) Paz de la Huerta (Cookie)
La guitarra de esta pelÃcula suena desafinada todo el tiempo. ¿Qué harÃas tú si una médica te dice que te quedan dos meses de vida como consecuencia de un cáncer de laringe?.
Esta noticia recibe Melody, una treintañera, frágil y eterea, que una vez asesta el golpe decide alquilar un loft y esperar allà la llegada de la parca. La primera hora larga de pelÃcula Melody no sale de su loft. Merced al teléfono que instala puede hacer sus compras, dando para ello el número de su tarjeta de crédito y su fecha de caducidad. Asà está alimentada, y al parecer al ver que le queda poco tiempo se desata en ella una vena de compra compulsiva, asà que se pasa las horas pegada al teléfono haciendo pedidos de muebles, jarrones, camas, y demás mobiliario. Los embalajes mientras los despacha tirándolos por la ventana, pues no está dispuesta a salir a la calle bajo ninguna condición.
Ante su delicada situación, la cual le hará perder la voz, para luego morir, Melody aunque no lo parezca es una diosa del sexo, asà a pesar de su rostro macilento, de su gravitación existencial, de un caminar que es como andar sobre las aguas: pura evanescencia, comprueba como tanto el hombre negro y casado que le trae los muebles, como la chica adolescente que le trae las pizzas, ven en ella un objeto sexual con el que satisfacer sus impulsos. Ella, no sabemos si porque le apetece, o porque está dispuesta a hacer favores, en este caso sexuales, a esos que ha conocido antes de morir, se entrega al amor, primero con él y luego con ella, y luego los tres juntos, porque Melody llegado el caso quiere, intuyo, darse el gusto de experimentar.
Además del terreno sexual (con una Melody que rumia su soledad en pelota picada por el loft o envuelta en una sábana) otra tema que se trata en la pelÃcula con continuos flashback es la música. Vemos a Melody de niña pegada a un escaparate mirando ensimismada una guitarra eléctrica, la misma que un dÃa tratará de hurtar sin éxito. Luego en el tiempo presente, se hace con una guitarra, la cual aprende a tocar mediante vÃdeos, para ofrecernos luego un final hilarante (¿el poder de la música?).
El principal problema de la pelÃcula es su linealidad, su trama rocambolesca, su inexplicable explicación. A nada ayuda la actriz que encarna a Melody, la «cara de palo», Saffron Burrows, la cual no habrá tenido que perder mucho peso para interpretar a una persona terminal con cáncer, porque ella ya está habitualmente en los huesos. Su falta de inexpresividad en toda situación, más allá de alguna sonrisa o alguna lágrima, apenas permiten conectar con ella, cuando precisamente de eso se trata, de que sintamos algo por su personaje, sea comprensión, lástima, empatÃa u odio. Es tal su inexpresividad, y lo reiterativo de la historia: ver a una mujer a punto de palmarla gastando a lo loco, que ni las escenas de sexo, logran aderezar el plato, que además de frÃo resulta insÃpido.
Se podÃa haber planteado de otra manera el cómo encajar un horizonte vital de meses, como en la soberbia Mi vida sin mÃ, planteándose interrogantes, buscando las respuestas, con una personaje con la que era imposible no identificarte, pero aquà todo deja frÃo, ya sea viendo a Melody galopando sobre Roscoe como tocando la guitarra.
Resumiendo, The Guitar que me ha parecido un tostonazo y una pérdida de tiempo.