Lo que esta demuestra certifica es que la reconciliación es un camino pedregoso, plagado de merodeadores y asesinos, que siguen anhelando la sangre ajena.
La historia transcurre en Suráfrica en el momento presente. Un paÃs donde podemos pensar que las heridas han cicatrizado y que el pacto de silencio permitió mirar para adelante en lugar de cebarse en las arenas movedizas del fangoso pasado.
La pelÃcula es la lucha que mantiene con su pasado un inspector negro zulú, Ali Sokhela (Forest Whitaker) que sufrió en sus carnes los abusos del régimen, dejándole secuelas para toda su vida.
Ali ha optado por mirar para adelante, por acercarse a algo parecido al perdón, siendo esa la única manera de no envenenar su dÃa a dÃa, dando por buenas las palabras de Mandela.
“Si quieres hacer la paz con tus enemigos, trabaja con tus enemigos, entonces se convertirán en tus amigos.
Al lado de Ali está el joven blanco Brian Epkeen (Orlando Bloom), un tipo alcohólico, mujeriego, impuntual, trasnochador, infiel, caótico. Un buen sabueso a a pesar de todo.
En uno de los casos en los que ambos dos están trabajando se topan con una caso de corrupción de proporciones gigantescas. Un doctor está probando un nuevo fármaco antidepresivo con cobayas humanas, con niños de las barriadas, quienes tras probar el fármaco se vuelven violentos, irascibles, muchos de los cuales se mutilan e incluso se suicidan.
No se puede salir limpio de una historia como esa, y Ali que hasta entonces siempre habÃa apostado por el perdón, decide romper la baraja al constatar que el lugar donde vive es como el Lejano Oeste, un terreno fértil para que se imponga la ley del más fuerte, del más violento, del más corrupto, del más poderoso, ante quienes el ciudadano de a pie, honrado, policÃa o no, nada tiene que opugnar, más allá de la mejilla, para que se la partan.
Forest Whitaker nos ofrece una interpretación memorable. Bloom se despoja de su ñoñez (casi congénita) y da el pego y va camino de convertirse en un actor de verdad (quizá teniendo a Matthew McConaughey, como buen espejo en el que mirarse).
Zulú es una thriller duro, trepidante, crudo, descarnado, verosÃmil, un puñetazo entre los dientes, una patada en la tripa, una mano frÃa en el cerebro.
Su director, Jérôme Salle, ha hecho un peliculón, basándose en la novela negra de Caryl Ferey. A los que gustéis del cine de acción y de calidad (no,no es un oximorón), no se me ocurre recomendaros una propuesta fÃlmica mejor que esta.
Zulú es una pasada,un pelÃcula muy buena, muy dura y muy crÃtica. La recomiendo.