Ciudad de silencio (Bordertown) crítica película

Dirección y guión: Gregory Nava.
País: USA.
Año: 2007.
Duración: 115 min.
Género: Drama, thriller.
Interpretación: Jennifer Lopez (Lauren Fredericks), Antonio Banderas (Díaz), Martin Sheen (George Morgan), Maya Zapata (Eva), Sonia Braga (Teresa), Rene Rivera (Aris), Kate del Castillo (Elena), Randall Batinkoff (Frank Kozerski), Bob Morrisey (Bill Kellog), Julio César Cedillo.
Producción: Gregory Nava, Simon Fields y David Bergstein.
Música: Graeme Revell.
Fotografía: Rey Villalobos.
Montaje: Padraic McKinley.
Diseño de producción: Miguel Ángel Álvarez.
Vestuario: Elisabetta Beraldo

Las atrocidades cometidas contra las mujeres en la ciudad mexicana de Juarez saltan de vez en cuando a los medios de comunicación y llenan las páginas de los suplementos dominicales. Lo que pasa en Juárez queda bien explicado en los textos de los títulos de crédito del comienzo donde se habla del número de mujeres asesinadas, de cómo el tratado de la NAFTA hace que empresas de todo el mundo se instalen en el linde de la frontera mexicana empleando a mujeres a las que pagan poco dinero a cambio de su trabajo, para vender luego los productos a los Estados Unidos. Esas mujeres trabajan en las «maquiladoras«. La policía, mientras deja hacer, cómplice pasiva de las atrocidades cometidas, imputando las muertes a un egipcio al que tienen incomunicado. Todo lo que viene después de los títulos de crédito del comienzo, sólo es rascar con la uña la superficie de una moneda. No obtenemos absolutamente nada.

Eva, una joven menor de edad que trabaja en una de esas maquiladoras, coge el autobús a la salida de la maquila, al acabar su turno, rumbo a su casa. El conductor se desvía de la ruta, y estando los dos solos intenta abusar de ella. Eva huye del autobús, pero fuera le esperan tres hombres más que la violan y pegan para después enterrarla. Eva no ha muerto, y tras salir de las entrañas de la tierra vuelve a su casa.

Lauren es una periodista que trabaja en el Centinel de Chicago y es enviada a Juárez a escribir un artículo sobre las mujeres muertas y desaparecidas. Allá se reencuentra con Alfonso, con el que trabajó en su día en los Estados Unidos y que ahora dirige el periódico «Sol de Juaárez» desde el que critica con sus artículos la pasividad policial y los tejemanejes gubernamentales. Cuando Lauren y Alfonso están en las dependencias del periódico aparece Eva con su madre, que le contará su historia. Lauren entonces trata de ayudarla, de llevar a la justicia a los hombres que la violaron para que paguen por ello, poniendo su vida en juego, la de Eva y la de Alfonso.

“El momentazo intimista” entre Lauren y Eva se plasma en estos términos, mientras Loreine toma fotografías de todos los conductores de autobuses a fin de identificar al violador:

-Yo tengo otro tipo de trabajo, se llama, carrera, carrera profesional, es algo que deseas sobre todas las cosas y para conseguirla renuncias a todo, luego cuando lo consigues te das cuenta de que no es tan importante y que has perdido la vida, dice Loraine
-No entiendo, replica Eva
-Sí, ya somos dos, confirma Lauren.

Laure recurrirá a Teresa la cual preside una asociación que ayuda a las mujeres y familiares víctimas de los abusos.
«Espero que te des cuenta de cuanto está arriesgando su vida por ti, refiriéndose a Alfonso» le dice Teresa a Lauren, tras despedirse éste de ellas. Alfonso no es otro que el español Antonio Banderas que apenas aparece unos diez minutos en toda la película.

Digo yo que un periodista como Alfonso hace las cosas de ese modo porque siente que así debe hacerlo, no para que Loraine pueda publicar un artículo en un periódico americano poniéndose la medallita y contando batallitas de lo mal que lo ha pasado y de lo valerosa y arrojada que es.

Lauren y Eva acuden a una fiesta, donde se reúne la crema de la sociedad; políticos americanos y mexicanos, empresarios, familias de alta alcurnia, etc, en la que la primera azuza a la segunda para que se acerque al escenario, en el que toca su ídolo Juanes, para que Eva así se divierta y olvide por un momento su drama personal. A mí esto me parece mezclar churras con merinas y chirría bastante, pero este es el tono de Ciudad de Silencio, “un chirriar continuo”.

Para avivar la historia y darle mayor suspense, Teresa nos cuenta la milonga de que los indígenas como Eva no distinguen las cosas reales de las cosas imaginadas, así que no le dan crédito a las palabras de Eva cuando en la fiesta reconoce a uno de sus violadores, del que Lauren conseguirá saber quien es, tras una cena que mantiene con Marco uno de los hombres más ricos de México, dueño de tierras y de varías maquiladoras, interpretado por el español Juan Diego Botto, con el que Lauren se dará un revolcón, y es que una periodista si se organiza tiene tiempo para hacer de todo, el amor también, por supuesto, aunque luego cuando se vean de nuevo, en una maquila, Lauren despechada al comprobar que clase de hombre es, le diga a Marco a grito pelado, que en la cama es una mierda. (Chirriando voy, chirriando vengo…)

Hurgaste demasiado, tu reportaje es muy problemático, le dice Frank un compañero de trabajo de Lauren informándole que su artículo no ha sido publicado por George, el director del Centinel, al recibir éste la visita del senador Rowling, porque según George, no quieren mala prensa a la hora de ratificar nuevas mociones para ampliar el tratado de libre comercio.

Es un gran reportaje y debe publicarse le dice Frank, que está decidido a ayudar a Lauren, es ahora o nunca.
¿pero qué dice el artículo de marras? ¿qué lo hace tan maravilloso y espectacular? ¿permitirá ese artículo evitar las masacres de Juarez?.

Globalización, libre comercio, ocio, (¿club bielderberg?) ese es nuestro glorioso futuro, la América empresarial controla el cotarro dice George a Loraine justificando así ante esta su negación a publicar su artículo al tiempo que le ofrece un puesto como corresponsal.

Jennifer López es una mala actriz y aquí da otra vez muestra de ello. La historia cuya premisa es sumamente interesante se queda en nada. Se nos dice que es lo que pasa a “grosso modo”, pero no se molestan en ir a la raíz del asunto, todo suena entonces falso y superficial, y los lloriqueos de J.Lo son más falsos que el tupé de Leonardo Dantés. Banderas hace muecas y gesticula y poco más aporta a su caricaturesco papel de heroico periodista. Quién es capaz de transmitir algo de vida a su personaje es Maya Zapata en la piel de la sufridora Eva.

Si la historia hubiera sido narrada desde el punto de vista de Eva, o bien se hubiera entrado a saco en la historia llevando a cabo una auténtica labor investigadora la película sería otra, pero Ciudad de Silencio resulta ñoña, huera, previsible y falsa, porque nos vende la moto con una historia que pretende desenmascarar la tragedia de Juárez, y se reduce a un panfleto, que trata de introducir ese universo dramático en un vaso de agua caliente que no hay quien se lo beba. Si queremos saber lo que se cuece en Juárez viendo esta película lo llevamos claro. Nos bastará con ver los títulos de crédito del comienzo y los dos minutos finales para saber de qué va el asuntos, los otros cien minutos son prescindibles, ya que ni siquiera resultan entretenidos.