Llevaba unos cuantos años sin acudir al maratón de cine que organizan los Cines Golem dentro de la programación del Actual. Este año leyendo las sinópsis de la pelÃculas a visionar el maratón parecÃa interesante. HabÃa pelÃculas libanesas, americanas, uruguayas, y coproducciones entre India, Reino Unido y USA, todas ellas en versión original. Comenzó a las 00,30 de la noche del sábado. Minutos antes ya estábamos allà un montón de gente, ansiosos por subir las escaleras y ocupar nuestras localidades (el fotógrafo de La Rioja echó unas fotos a los presentes y tres de nuestros maratonianos aparecen en una de ellas). A las 00,15 nos dejaron subir y como si en las rebajas de El Corte Inglés nos encontrásemos subimos las escaleras dándonos codazos y empellones. Como el resto de miembros de la expedición ya son veteranos, ocupamos la última fila de la sala 2. Asà nadie nos dará golpes en la butaca por detrás me dijeron los veteranos. El sitio era inmejorable. Estábamos lo suficientemente lejos de la pantalla y muy bien centrados. Delante mÃo habÃa una parejita y a medida que avanzó la noche, ella fue buscando el hombro de él, y si antes no interferÃan en mi visión, dado que las butacas están dispuestas en rampa, al final de la noche desaparecieron de mi vista.
El maratón consta de cuatro pelÃculas. Al finalizar la segunda, alrededor de las cuatro y pico, en la planta baja, disponen sobre las mesas un alud de platos con bocatas de jamón serrano, queso y pimiento verde. De beber hay vino y caldo.
Comenzó el maratón con la pelÃcula Caramel.
TÃtulo: Caramel
Dirección: Nadine Labaki
PaÃses: LÃbano y Francia. 2007
Intérpretes: Nadine Labaki, Yasmine Al Masri, Joanna Moukarzel, Gisèle Aouad, Adel Karam, Siham Haddad, Aziza Semaan, Fatme Safa, Dimitri Stancofski y Fadia Stella
Guión: Nadine Labaki, Jihad Hojeily y Rodney Al Haddad
Música: Khaled Mouzanar
FotografÃa: Yves Sehnaoui
Montaje: Laure Gardette
Duración: 96 minutos
Caramel es una pelÃcula de nacionalidad libanesa y ha sido todo un éxito en Francia. La guapa actriz protagonista Nadine Labaki, es también la directora. Es una pelÃcula de mujeres, al que algunos comparan con el cine de Almodóvar. Salvando las distancias, hay escenas hilarantes. Hemos de tener en cuenta como apunta Nadine, que a pesar de cierta liberalidad, en el LÃbano aún hay muchos temas tabúes (relativos a la religión, la familia y el sexo) y la directora a pesar del tono distendido y cómico de su pelÃcula aborda esos temas con desparpajo y valor.
La acción transcurre en Beirut en una peluquerÃa donde sus empleadas y clientes deben lidiar con sus problemas personales.
Nisrine es musulmana, está a punto de casarse, pero al no ser virgen debe recurrir a un cirujano para que le reconstruya el himen. Rima se siente atraÃda por las mujeres, pero no puede manifestar sus sentimientos abiertamente, enamorada como está locamente de una atractiva clienta que acude a la peluquerÃa a que le laven su estupenda melena negra.
La guapÃsima Layale que vive con sus padres está enamorada de un hombre casado, padre de una niña, que le dice dejará todo para irse con ella, mientras Layale se desespera, colgada de su móvil, esperando una llamada y preparando una romántica velada en una pensión, que no resultará como ella desea.
Jamale es una mujer de unos cuarenta años, pintiparada y adicta a los casting, clienta asidua de la peluquerÃa. Tiene muy mala suerte porque nunca la cogen. Amaña sus «reglas» para sentirse viva y apta, y no renuncia a envejecer
Cerca de la peluquerÃa viven dos hermanas, una que coge papeles del suelo y está tronada y Rose, modista, la cual queda prendada de un apuesto caballero octogenario.
De Layale está enamorado un policÃa, que incluso pasa por la peluquerÃa a depilarse el bigote, con ese «caramelo» que da nombre a la cinta, que hace las veces de la cera.
A pesar de sus altibajos y de la menor o mayor efectividad de algunas secuencias en conjunto «caramel» resulta una tragicomedia interesante, que nos permite acercanos al cine de un paÃs, el libanés, del que nunca llegan a nuestras pantallas sus pelÃculas, y cuya comicidad permite tocar temas trascendentes, con una sonrisa en la boca, que no resta nada de dramatismo a este historia con la que te rÃes pero sufres a partes iguales, ya que el amor y desamor son las dos caras de la misma moneda, pero donde desgraciadamente como la tostada de mantequilla casi siempre cae del mismo lado.
A las dos y pico comenzó Honeydripper
TÃtulo original: Honeydripper
Dirección/Guión: John Sayles
Intérpretes: Danny Glover, Lisa Gay Hamilton, Yaya DaCosta, Charles S. Dutton, Vondie Curtis Hall, Gary Clark Jr., Dr. Mable John, Stacy Keach, Absalom Adams y Arthur Lee Williams
Música: Mason Daring
FotografÃa: Dick Pope
Montaje: John Sayles
PaÃs: USA. 2007
Duración: 123 minutos
Honeydripper está dirigida por John Sayles con la música como telón de fondo.
Está ambientada en los Estados Unidos, en esos estados donde hace décadas los negros eran considerados seres inferiores con la segregación racial como el pan suyo de cada dÃa, donde la música tiende puentes que permite hermanar las razas.
Dos crÃos sueñan con tener un piano y una guitarra en la mano y se deleitan en un local del poblado donde su dueño ve como su negocio se va a pique con las actuaciones en directo, mientras el local anejo está a rebosar echando mano de las gramolas. Tras unos cuarenta minutos de visionado, Morfeo me noqueó. Lo cierto es que no opuse gran resistencia. La oscuridad, el murmullo de la guitarra eléctrica y la comodidad de la butaca me hicieron dormitar más de una hora, hasta el final de la pelÃcula, asà que la crÃtica de la misma la podrán leer de las falanges de McGuffin que al parecer estuvo despierto durante todo el maratón.
Al finalizar la segunda pelÃcula, pasadas las cuatro de la madrugada, dimos cuenta de unos bocatas, llenamos el estómagos, nos espabilamos y nos dispusimos para afrontar las dos pelÃculas restantes. Le tocó entonces el turno a El baño del Papa
TÃtulo: El baño del papa
Dirección: Enrique Fernández y César Charlone
Guión: Enrique Fernández
Producción: Elena Roux
FotografÃa: César Charlone
Dirección ArtÃstica: Inés Olmedo
Montaje: Gustavo Giani
Vestuario: Alejandra Rosasco
Música: Luciano Supervielle y Gabriel Casacuberta
Intérpretes: César Troncoso, Virginia Méndez, Virginia Ruiz, Mario Silva, Henry de León, José Arce, Nelson Lence, Rosario Dos Santos, Alex Silva, Baltasar Burgos y Carlos Lerena
Nacionalidad: Uruguay. 2007
Duración: 97 minutos
Si han visto la pelÃcula Bienvenido Mr Marshall o conocen El cuento de la lechera, esta es la visión agridulce del mismo tema.
Melo es un pequeño pueblo Uruguayo próximo a la frontera Brasileña, que como un maná caÃdo del cielo, va a recibir la visita del Papa Juan Pablo II, allá en el año 1988. Todo el pueblo se vuelca con la llegada del pontÃfice, cada cual ve la manera de hacer negocio, pues hay previsiones de que sean más de 50.000 personas las que se desplacen hasta Melo para oÃr las palabras del Papa. Asà durante los dÃas previos al advenimiento, cada cual echa mano de sus ahorrillos, pide préstamos o vende sus propiedades para comprar carne, con las que hacer choripanes, cocinar tartas, hacer bocatas, parrilladas de carne y montar su puesto callejero.
El protagonista de la historia se gana la vida con su bicicleta, pasando productos desde una población brasileña próxima a la frontera hasta Melo. Sus viajes no siempre salen bien, porque si quieren sortear el control fronterizo deben internarse campo a través y evitar la presencia de un patrullero local movil, que les requisa los productos y se comporta como un cabronazo, con una fijación verbal por las minas de los contrabandistas.
Al prota, en lugar de buscar el negocio en lo alimenticio como el resto de sus paisanos, tiene la brillante idea de hacer un baño, con agua corriente y cisterna, en el terreno que hay detrás de su casa, donde con la ayuda de sus amigos, lo levantará, con Dios y ayuda (con Dios es un decir porque esta gente la ayuda divina no le asiste), a fin de tenerlo listo para el dÃa en que el Papa pise Melo, previa instrucción a su mujer e hija de qué decir a los turistas cuando hagan uso del mismo. Momentos hilarantes.
La escasez de medios no es problema cuando sobra talento, cuando hay una historia total entre manos, unos protagonistas que nos son tan próximos que sentimos su aliento y cuyas lágrimas pueblan nuestras mejillas sin darnos cuenta.
Son héroes los protagonistas de esta pelÃcula, héroes domésticos que luchan (sin armas, sino a golpe de pedal) en el dÃa a dÃa para tirar hacia adelante, que a veces se encallan en su pobreza y cabecean contra la barra, buscando una salida en el alcohol, cuya impotencia no les amilana sino que les impele a seguir luchando, con una fuerza que se lleva todo a su paso. Encontrando en el sexo o en una braga roja una migaja de paraÃso, un paraÃso feo, grotesco, ajado y destartalado, como sus dÃas a corto plazo, pero con esperanza, alimentada de sueños e ilusiones.
El final es tan desolador y asfixiante que la única manera de abordarlo es con la risa, con la carcajada liberadora, en ese momento mágico que sólo algunas pelÃculas logran cuando se produce el milagro consistente en hacernos «reÃr de tristeza», llorar desconsolados ante una luz cegadora (la VERDAD con mayúsculas y en negrita), donde la tragedia que vislumbramos es tan intensa y de tal densidad que solo la risa es capaz de fisurarla, con unos tÃtulos de crédito finales donde nos cuentan que hubo casi más puestos de venta que visitantes, donde escribiendo esto, de nuevo con los ojos arrasados y una risa que me produce espamos, doy fe de haber visto una de las mejores comedias de mi vida y al mismo tiempo un dramón sin igual, porque la vida no es otra cosa que un «drama hilarante», un masa informe y hedionda de sueños y promesas, de muros de hormigón y suelos fangosos, donde la naturaleza humana muestra la resistencia de un diamante, un caparazón a prueba de bombas, donde no hay cobijoa para el desaliento.
Como me dice mi abuela que saliendo de La Guerra Civil Española se encontró La Segunda Guerra Mundial en ParÃs, en esos años de guerra no tenÃamos tiempo para deprimirnos. Los protagonitas de esta historia tampoco tienen tiempo para deprimirse, bastante ocupados están con sobrevivir. El futuro vence cada 24 horas.
Como apunte al comentario de la pelÃcula, diré que ayer estuve con otra de los maratonianas que me dijó que la segunda y la tercera pelÃcula estuve cabeceando. A pesar de que creo que «El baño del Papa» la vi de cabo a rabo, si la afirmación de mi amiga es cierta, esta pelÃcula no la habrÃa visto Ãntegra sino que la habrÃa soñado y mi imaginación habrÃa cubierto los huecos. Sé que la volveré a ver si me es posible, aunque dudo que la estrenen en el cine o pueda localizarla en un videoclub, ya que esta pelÃcula es todo menos un blockbuster.
Tras finalizar El baño del Papa, ya eran las seis pasadas. Sólo restaba ver The Fall.
Dirección: Tarsem Singh
Intérpretes: Lee Pace, Catinca Untaru, Justine Waddell, Julian Bleach, Leo Bill, Marcus Wesley, Robin Smith, Daniel Caltagirone y Ronald France
Guión: Dan Gilroy, Nico Soultanakis y Tarsem Singh; a partir del guión de Valery Petrov para la pelÃcula ‘Yo Ho Ho’ (1981) del director Zako Heskija
Producción: Tarsem Singh
Música: Krishna Lev
FotografÃa: Colin Watkinson
Montaje: Robert Duffy
PaÃses: India, Reino Unido y USA. 2006
Duración: 118 minutos
The Fall, se anunciaba como «una de las más desconcertantes y desmesuradas pelÃculas de los últimos tiempos» «Rodada en veintitrés paÃses, solemne, excesiva, fabulosa… En ella reina la sorpresa y la fantasÃa». A esas horas ya estaba hecho puré y los párpados eran losas. La pelÃcula era en inglés. Un hombre joven estaba ingresada en un hospital y le contaba una historia a una niña. Vi maravillosos paisajes, bonitos escenarios naturales, una niña ripi, cuerpos danone de viejos guerreros y damiselas perfumadas y maquilladas con polvos de arroz ocultas tras abanicos rojos. Comencé a cabecear de nuevo. Traté de mantenerme despierto. AbrÃa los ojos y veÃa montañas escarpadas, ruinas griegas, guerreros marcando abdominales (al estilo 300), una niña subida a una escalera cogiendo m-o-r-p-h-i-n-3.
La maratoniana del grupo ya se habÃa marchado. Quedamos sólo cuatro en nuestro grupo. A mi izquierda de El Tablón estaba echándose una siesta cojonuda, en silencio, en el otro extremo de la fila, El Paco, hacÃa lo mismo. Sólo McGuffin aguantaba el tirón, dando fe de que es un auténtico corredor de fondo, que con los años aguanta los maratones sin despeinarse y lo que es aún más importante, sin dormirse, archivando todo cuanto veÃa en sus púpilas para luego registrarlo sobre el papel virtual y ofrecernos sus aceradas crÃticas.
A las 7,30 cuando aún quedaba algo más de media hora de pelÃcula me despedà y me fui a dormir. HacÃa una noche maravillosa. Aún no habÃa amanecido, los kioskos ya estaban abiertos con pilas de periódicos en la puerta. Los termómetros marcaban 12º.
Con haber visto (o soñado) «El baño del Papa» y «Caramel» me doy por satisfecho. Son dos pelÃculas interesantes, en especial la segunda, que afianzan mi pasión por el cine, la cual a veces a pesar de su intensidad es menos poderosa, como vivà en carne propia que el influjo de Morfeo. Propongo que hagan un maratón de cine en horario diurno de 8,30 a 16,30 por ejemplo o de 16,30 a 24,30. No obstante este maratón nocturno fue un éxito de público y se ha convertido ya en un cita ineludible para muchos cinéfilos o curtidos trasnochadores.
En nuestra sala 2 habÃa una panda de guarros que dejaron el suelo hecho una mierda, con palomitas y el contenido de las chuches tirado por el suelo. No eran adolescentes los maleducados, sino gente de más de treinta tacos. Entre pelÃcula y pelÃcula a pesar de que en los Cines Golem no se permite fumar, en los pasillos habÃa más de 200 personas fumando cigarros y porros. Asà que luego el humo entró en las salas. Ningún empleado de los Golem hizo nada para hacer cumplir la normativa y lo de dejar fumar es una costumbre que se viene repitiendo en los maratones.
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