Sweeney Todd El barbero diabólico de la calle Fleet crítica película

Dirección: Tim Burton.
País: USA. Año: 2007. Duración: 116 min.
Género: Drama, thriller, musical.
Interpretación: Johnny Depp (Benjamin Barker/Sweeney Todd), Helena Bonham Carter (Sra. Lovett), Alan Rickman (juez Turpin), Timothy Spall (Beadle), Sacha Baron Cohen (Pirelli), Jamie Campbell Bower (Anthony), Laura Michele Kelly (Lucy), Jayne Wisener (Johanna), Edward Sanders (Toby).
Guión: John Logan; basado en el musical de Stephen Sondheim y Hugh Wheeler.
Producción: Richard D. Zanuck, Walter F. Parkes, Laurie MacDonald y John Logan.
Música: Stephen Sondheim.
Fotografía: Dariusz Wolski. Montaje: Chris Lebenzon.
Diseño de producción: Dante Ferretti.
Vestuario: Colleen Atwood.

De entrada decir que me ha defraudado bastante la película. Tim Burton ha ido creando obras magistrales a lo largo de su carrera como cineasta, tales como Big Fish, Sleepy Hollow y otras de pura magia como Charlie y la Fábrica de chocolate o La novia cadáver, por citar sólo algunas, por lo que de este director, yo al menos, espero siempre algo grandioso, singular y mágico, donde Burton despliegue su torrente imaginativo y su particular mundo visual.
La principal carencia de la película (en cuanto a la puesta escena y elementos técnicos nada más que confirmar la maestría de Burton para crear atmósferas, con esos tonos apagados y esos rostros macilentos) es su escaso recorrido, dado que una vez conozcamos la identidad de Benjamín Baker, reaparecido como el barbero Sweeney Todd, sólo resta esperar cuando consumará este su venganza.

Los números musicales son impecables, pero si nos planteamos qué es lo que nos cuenta la película, podemos concluir que uno por amor es capaz de hacer cualquier cosa, si bien la historia tiene muy poca chicha. Benjamín ve como el Juez Turpin le arrebata a su prometida desaparece y es encarcelado injustamente. Pasan los años y cuando Benjamín reaparece 15 años después quiere venganza, al enterarse de que su prometida murió, según le cuenta la dueña de negocio con la que hará buenas migas. Bajo el nombre de Sweeny Todd éste decide cobrarse venganza, de tal modo que cuantos pasen por su peluquería se van al más allá con la garganta rebanada. Sweeny no sólo quiere la sangre de Turpin sino la de todo bicho viviente, convirtiéndose a navajazos en un asesino en serie o en serio. A fin de no levantar sospechas junto a Sra. Lovett ambos pergeñarán un maquiavélico plan que los hará ricos.

Sweeney Todd se entera de que de sus amoríos con su amada Lucy nació la que ahora ya es una mujer que el juez Turpin tiene confinada en su hogar y de la que cae enamorado un joven toda vez que éste yendo por la calle oye a la joven cantar su desesperanza desde su habitación con vistas a la calle.
La sangre corre a raudales, algo propio de una película gore, y me ha resultado bastante desagradable porque pensaba que la historia a pesar de su crudeza, ofrecería otra cosa. Johnny Deep, borda su papel de asesino, mostrándose muy contenido, en nueva colaboración con Burton, que la valió una nominación a los Oscar 2008, y es que cuesta ver a otro actor que no sea a Deep en la piel de Sweenny Todd. Helena Bonham Carter (mujer de Burton) ofrece también una gran interpretación. Entre los secundarios se halla Timothy Spall (All or Nothing, Encantada la historia de Giselle) que explota su vis más histriónica y, Alan Rickman que en la piel del Juez Turpin está de lo más convincente.

Al final las cosas terminan como deben, una vez que queda claro que la avidez de sangre nubla el conocimiento, siendo capaz de hacer los humanos cosas dantescas y abominables, donde ya no se sabe quién es la victima y quién el verdugo confundidos ambos bajo un ropaje que chorrea sangre, consumado el delirio.
Por cierto, si a alguno le suena el careto de Pirelli pertenece al actor, Sacha Baron Cohen (Borat) que en la versión original podemos gozar viéndola imitar el acento italiano.