Dirección: William Friedkin.
PaÃs: USA. Año: 2006.
Género: Thriller psicológico.
Interpretación: Ashley Judd (Agnes White), Michael Shannon (Peter Evans), Lynn Collins (R.C.), Brian O’Byrne (Dr. Sweet), Harry Connick Jr. (Jerry Goss).
Guión: Tracy Letts.
Producción: Holly Wiersma, Kimbrly C. Anderson, Malcolm Petal, Gary Huckabay, Michael Burns y Andreas Schardt.
Música: Brian Tyler. FotografÃa: Michael Grady.
Montaje: Darrin Navarro.
Diseño de producción: Franco Carbone.
Vestuario: Peggy Schnitzer
Bug no se ha estrenado en España y no entiendo el porqué, dado que hay por ahà tubos infumables estrenados a bombo y platillo que ni de lejos atesoran las virtudes de esta desquiciante e interesante producción.
Bug puede llevarse a un escenario teatral perfectamente (y de hecho es al revés lo que ha sucedido dado que Friedkin adapta una pieza teatral de Tracy Letts), porque casi toda la pelÃcula transcurre dentro de la habitación de un hotel perdido en medio de la nada, donde Agnes, una atemorizada mujer, contesta al teléfono, creyendo estar Jerry al otro lado. Suena el teléfono y cada ring la desquicia, hasta que le hace jurar y maldecir a su ex.
Agnes vive con RC, una amiga lesbiana muy marchosa, que una noche le presenta a Peter, un hombre apocado, de buenas intenciones (digamos que esto consiste en no querer echar un polvo a las primeras de cambio), que enseguida trabará amistad con Agnes, la cual, sola y atemorizada, agradece tener a alguien cerca alrededor, una voz con la que conversar e incluso un cuerpo, una piel con la que solazarse.
La aparente calma de Peter, no es tal. Cuando están en la cama, aparecen insectos que le pican y con el trajÃn de rascarse, a Peter se le empieza a ir la cabeza. Le cuenta entonces a Agnes como ha sido fruto de múltiples experimentos. No sólo él, sino muchos soldados, habla de chip que les han sido insertados en sus organismos para tenerlos controlados, se cita el origen de todo mal, «El Club Bilderberg«, ya saben ese grupo de gente que se reune todos los años y que algunos dicen dominan el mundo y son tan peligrosos que alguna escritora dice haberse jugado la vida escribiendo un libro sobre ello, y entre una cosa y otra Peter cree estar infectado por los insectos y buscará maneras expeditivas de purificarse: arrancándose por ejemplo los dientes sin anestesia, empecinado en que los huevos de las crÃas están en lugares húmedos como sus encÃas.
El problema no es que Peter esté pirado, el caso es que Agnes se ve influencia por la paranoia del primero, y sin haberse recuperado aún de la pérdida de su hijo de 6 años, dará al visto bueno a las teorÃas conspiratorias de Peter, abocada a un delirio de sangre y fuego que está claro que acabarán purificándolos.
Al duo se añade Jerry (un fornido Harry Connick Jr) que viene a ver a su ex, a darles unos puñetazos y a cantarle las cuarenta a Peter siendo el elemento desquiciante de Agnes que junto con su adición a las drogas y al alcohol la convierten en la vÃctima perfecta.
Tiene mérito que en un espacio tan cerrado, de tan pocos personajes, la intensidad no sólo no decaiga en ningún momento sino que vaya «in crescendo» hasta una media hora final de auténtico infarto, con unos actores embebidos en sus papeles (brillantes tanto Ashley Judd que se desnuda tanto fÃsica como espiritualmente como Michael Shannon (World Trace Center, pergeñador de una transformación radical), capaces de dar lo mejor de sÃ, para arrastrarnos a nosotros los espectadores en sus delirios y paranoias. Tanto que ahora miro a mi alrededor y no veo hombres, veo máquinas.
La dirige William Friedkin (La presa), que a sus 70 años largos demuestra estar en plena forma.
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