Sinfín

Dirección Manuel Sanabria
Carlos «Pocho» Villaverde
Intérpretes Dani Martín (Iván)
Carlos Iglesias (Álex)
Nancho Novo (Nacho)
Armando del Río (Rafa)
Miguel Ángel Rodríguez «El Sevilla» (Larry)
Guión Manuel Sanabria
Carlos «Pocho» Villaverde
Fotografía Unax Mendia
Música Ángel Illarramendi
Montaje José del Peón
Año 2005
Nacionalidad España

A la estela de películas bastante mejores que ésta, como Casi Famosos o Habana Blues, por citar algunas, esta producción, aborda los avatares de un grupo de rock que vuelve a la carretera 20 años después de la muerte de uno de sus miembros, con el hermano del fiambre como cantante para revivir tiempos pasados y mejores.
El grupo de marras se llama Sinfín, y tras la muerte del cantante, que compartía chica con otro miembro del grupo, veinte años después, cada cual sobrevive como puede. El bateria tocando en un grupo en las verbenas de los pueblos, el guitarrista vendiendo guitarras eléctricas en el corte inglés, el bajista dando clases de música. El hermano pequeño del difunto, Dani (cantante de El Canto del loco), animado por el manager de la banda, decide formar parte de la misma como cantante. Así que los cuatro suben encima del escenario, dan algunos bolos y ven que la cosa funciona.

Hay varias cosas en esta anodina película que no funcionan. Dani, tendrá mucho éxito con su grupo, pero como actor, le queda aún mucho camino por recorrer, si decide seguir en esto. La historia se cuenta sin ninguna emoción ni oficio y el desinterés es absoluto, con diálogos malsonantes y chabacanos que intentan hacer reír y no lo consiguen por su contenido casposo. Se recurre en demasía a todos los clichés imaginables; los rockeros que esnifan coca y se cepillan a todas las mozas que se les arriman, el cantante prometedor que quiere comerse el mundo, los cuarentones que quieren vivir de las rentas y no miran a los ojos al futuro, el odioso gerente de la discográfica que les tiene pillados por los mismísimos (demencial la escena de las camisetas), el manager con querencia a la bebida…

Ana Alvárez, que se prodiga poco, hace una interpretación indefinida, por culpa de un guión poco trabajado, que hace que las secuencias en las que conversa con los dos pretendientes de la banda sean insufribles y cargantes.

Quien mejor se lo ha pasado y se le nota, es Nancho Novo, cuando sube encima del escenario y toca la guitarra (tiene su propio grupo, Los castigados sin postre). Por lo demás Sinfín es una película prescindible, tosca y tremendamente aburrida, que ni siquiera las canciones que suenan suavizan el desastre. A excepción de “De haberlo sabido” de Quique González por el que tengo predilección.

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