Dirección y guión: Santi Amodeo.
País: España. Año: 2003.
Duración: 86 min.
Interpretación: Nancho Novo (Daniel), Teresa Hurtado de Ori (Laura), Julián Villagrán (Andrés), Manolo Solo (Lorenzo), Enrico Vecchi (El italiano), Juanma Lara (El perista), Juan Motilla (Pastor), Alex O’Dogherty (Torta), Jöns Pappila (Indie).
Producción ejecutiva: José Antonio Félez.
Música: Lavadora.
Fotografía: Álex Catalán.
Montaje: J. Manuel G. Moyano.
Dirección artística: Javier López. Vestuario: Fernando García
Santiago Amodeo saca adelante su primera película en solitario tras El factor pilgrim que rodó mano a mano con Alberto Rodríguez, con este título y recupera al mejor Nancho Novo (Daniel) desde que hizo «La ardilla Roja«. Son plausibles los títulos de crédito del comienzo, con animaciones muy divertidas. La escena del comienzo de la película es extraña. Vemos a un tío encerrado en una granja, que sale disparado como un loco ladera abajo. El título «astronautas«, no da tampoco muchas pistas sobre la temática o género de la cinta. Luego todo se explica. La réplica a Novo se la da la joven Teresa Hurtado (Laura, con una faz que nos recuerda a Marta Etura).
A la película le falta algo, para destilar el mismo humor ácido que «Olvídate de Mí», para entrar en un mundo a explorar como sucede en los largometrajes de Medem (Lucía y el sexo, Tierra, La Ardilla Roja), al cual en algunos momentos se me asemeja, pero al final queda una sensación de quiero y no puedo. Los diálogos son ocurrentes, divertidos, y surrealistas. La película tiene sus momentos divertidos, tristes, musicales, intrigantes y tanto Novo como Hurtado están convincentes pero la historia, quizá lastrada por un guión flojo, no cuaja, no engancha. Al verla, uno tiene la sensación de que la historia que se nos cuenta, da para un corto de 15 minutos, pero como película le viene grande.
Seguro que en un futuro el director nos deparará películas más redondas por que hay materia prima y buenas ideas, como la del decálogo rehabilitador, pero una buena película son la suma de muchos aspectos de los que esta película adolece. Si a esto sumamos el escaso interés que muestran las distribuidoras por el cine español, es una milagro que una película como esta, después del logro que supone el estreno, permanezca más de dos semanas en cartel.
El director hace un homenaje al mundo de la música ( y al vinilo sobre todo) gracia a esa tienda de discos a la que Novo va a comprar sus discos, canjeándolos por los de los artistas que nadie conoce y que nos ofrece la escena más divertida de la película. No hay que olvidar que Novo también tuvo un grupo «los castigados sin postre«. Si Amodeo hubiese llevado el peso de la película hacia lo absurdo y surrealista creo que el resultado hubiese sido mejor. A veces la búsqueda de la verosimilitud es una podadora de la imaginación.
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