Dirección: Robert Luketic.
País: USA. Año: 2008 Duración: 123 min.
Género: Drama.
Interpretación: Jim Sturgess (Ben Campbell), Kate Bosworth (Jill Taylor), Laurence Fishburne (Cole Williams), Kevin Spacey (Micky Rosa), Aaron Yoo (Choi), Liza Lapira (Kianna), Jacob Pitts (Fisher), Josh Gad (Miles).
Guión: Peter Steinfeld y Allan Loeb; basado en el libro «Bringing down the house» de Ben Mezrich.
Producción: Dana Brunetti, Kevin Spacey y Michael De Luca.
Música: David Sardy.
Fotografía: Russell Carpenter. Montaje: Elliot Graham.
Diseño de producción: Missy Stewart.
Vestuario: Luca Mosca
Después de llevar varios años viendo CSI Las vegas, lo cierto es que esta película poco aporta a la descripción de esa ciudad, paradigma de lo hortera, ese bacanal en la tierra, donde todos los vicios están al alcance de la mano (mejor dicho de la tarjeta de crédito).
El prota, Ben, es un lumbreras que quiere estudiar en Harvard, pero precisa de 300.000 dólares si quiere ir a estudiar allí medicina. Como no viene de familia acomodada no tiene esa cifra y trabajando en una sastrería tampoco lo conseguiría. Opta a una beca que le cubriría todos los gastos, pero para ello no basta con tener un currículo espectacular como el suyo sino que tiene que tener ser capaz de contar una “experiencia vital” que los deje atónitos.
Además Ben está prendado de la maciza del instituto (a pesar de tener pocas curvas), Jill, ingeniera aeronaútica y pasa su tiempo libre con dos lumbreras con gafas como él, que emplean su tiempo libre presentándose a concursos de ciencia.
El caso es que un día Ben una clase deslumbra a su profe Micky, cuando este le plantea una pregunta sobre probabilidades. Poco después le invitan a participar en unas reuniones que el profe mantiene con otros alumnos, incluida Jill, a la que pretende. Le explican de qué va el tema; cuentan cartas y luego van a los Casinos de Las Vegas y se sacan una pasta apostando al Black Jack. El prota dice que no puede.
A la sastrería acude entonces Jill y le dice que por qué no se une a ellos. Que juntos formarían un gran equipo. Como necesita el dinero al final cede, van a Las Vegas y dirigidos e instruidos por el profe comienzan a ganar mucho dinero. Allí son otros dicen, van en limusinas, se alojan en suites de lujo, comen y beben lo que les apetece y no faltan prostitutas con cuerpo de top-model.
Pero eso es el fin de semana, porque durante la semana Ben es un pringado de Boston, un tipo normal y corriente, sin ningún glamour. Así que el veneno de Las Vegas ya se ha inoculado en su interior.
A mi entender a esta película le sobra más de media hora. Sus dos horas son una losa demasiado pesada. Para contarnos la situación del prota se nos va casi una hora y luego lo que viene después cuando van a Las Vegas que parece ser el no va más, es bastante poca cosa, se repiten mucho las secuencias. Da la impresión de que se están jugando la vida en ello, cuando no hacen nada ilegal, pero todo queda en agua de borrajas, salvo cuando el prota cae en manos de uno de seguridad que lo ha calado y le ofrece un trato.
Los destellos visuales sobre el tapete ya los he visto en CSI y el grupo tiene poca chispa. El prota, Jim Sturgess, no lo hace mal pero la poca hondura de su personaje tampoco permite crear ningún lazo emocional con el espectador, al menos en mi caso.
Kevin Spacey da muestra de que es un buen actor y cuando planta cara a los jóvenes se los come con patatas fritas. El resto están ahí y poco más. La historia tiene el final feliz que todos desean.
Me quedo con la frase “tú eres listo, podrás conseguir cualquier cosa”. Ojalá fuera cierto. No prima hoy la inteligencia. Basta ver quienes salen en televisión y por qué, quienes cobran por ir a determinadas fiestas y lucir palmito. La inteligencia no cotiza, rinden más las malas artes, el chanchullismo, la estafa, la prevaricación, la malversación de fondos públicos y para eso no hay que ser inteligente, simplemente hay que valer.